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Candyman

Terror Desde tiempos inmemoriales, los proyectos residenciales del barrio de Cabrini Green en Chicago se han visto amenazados por la historia de un supuesto asesino en serie con un gancho por mano al que se invoca fácilmente repitiendo su nombre cinco veces frente a un espejo. Hoy, una década después de que la última torre de Cabrini fuese derruída, el artista visual Anthony McCoy (Yahya Abdul-Mateen) y su novia Brianna Cartwright (Teyonah ... [+]
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Críticas 59
Críticas ordenadas por utilidad
3 de septiembre de 2021
20 de 38 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cabe destacar que a Nia Da Costa el proyecto debutante le va grande, pero apunta a buena directora. El problema es que además tiene que lidiar con un guión de Peele y encajar los elementos que vienen de la película original y ahí, lo siento, la caga... salvo al final. Y no me refiero a la típica matanza de blanquitos que el susodicho siempre tiene que poner para superar sus traumas raciales...

Porque sí, sr. Peele, usted es tan racista como a los que quiere denunciar.

La película es como una montaña rusa que se pasa tres cuartos de hora yendo para arriba pero a velocidad de carga. Y parece que se hayan rodado 2 en 1. La primera era hacer un reboot total: Candyman no es el personaje que se remonta a finales del s. XIX, sino que su apodo adopta un sentido literal, pero su causa aparentemente es la misma. Vieron que iba a salir un truño porque no llegaban a cubrir la duración mínima de un largometraje comercial (ya saben, 90' is the limit), así que debieron de optar por fusilar la original y atar un cabo suelto que, de haberlo resuelto bien, hubiera elevado el nivel de la historia.
Pero el sr. Peele, que tonto no es, en lugar de escoger para hilar y entrelazar ambas tramas a los mismos que parieron la maravilla de la primera versión del relato de nuestro querido Clive, decide cargarle la obra a las espaldas de una directora novel, que de momento creo que solo serviría para cortos y videoclips.

Que un film de relativa corta duración y de género teóricamente de terror me provoque sopor a medio metraje,... pues ya lo dice todo!
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
PinkFreud
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4 de septiembre de 2021
12 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
Por dónde empiezo, gente, no sé por dónde empezar. Como ya es habitual, mi novio y yo nos metimos al cine con la intención de pasar una tarde entretenida en pareja. Intención. Porque él se tiró la mitad de la película durmiendo mientras yo miraba el reloj esperando que llegara el fin. Lo gracioso es que fue elección mía, raro es que no me dejara después de esto.

Antes de nada quiero puntualizar que yo entré sin conocer la anterior versión, por lo que para mí la historia era completamente "nueva", entre comillas porque lo de invocar a alguien en el espejo por los loles y que te acabe matando es algo que desde los tiempos de Noé se lleva haciendo en el terreno del terror, pero iba con la expectativa de llevarme algún susto que me hiciera tirar alguna palomita al suelo, porque al género actual tampoco es que ya le pida mucho más, pero es que ni eso. Utilizar algo así para hacer un alegato contra el racismo es algo que no acabo de ver. Si buscara ese tipo de cine me vería la biografía de Mandela o Carter. De nuevo.

Resumiendo, lo más destacado que puedo decir de ella son los pectorales del protagonista y eso significa que ya no vamos bien. Eso sí, salí con ganas decididas de comer dulces porque una cosa no quita la otra. Y con un consejo claro para todo el que me quiera escuchar después de gritarle a la pantalla varias veces: si una abeja les pica y ven que su piel reacciona regular, vayan a un médico, que de ahí a amputarle la mano y sustituirla por un garfio hay un paso. Muy lógico todo.

Y otro consejo para terminar. No se gasten el dinero aquí, mucho cuesta ganarlo para eso, no vale la pena.
Lápida
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21 de noviembre de 2021
11 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
No tenía la menor intención de dedicarle una crítica a esta película. Siendo un despropósito, ni siquiera me había ofendido lo suficiente como para sentirme “violado”. Sin embargo, he comprobado con asombro que este detritus de la posmodernidad, que combina lo peor y más decadente de ese arte agonizante que suplica desde una cuneta el tiro de gracia llamado “cine”, tenía casi la misma nota que el Candyman original. Y claro, ahí es cuando se me ha infamado la masa testicular.

Vamos a la matanza:

1) Sin duda, es una película de fantasía. No, no porque salga un asesino de ultratumba con un garfio, sino porque refleja a una clase social inexistente: Los negros pijos de clase alta urbana de EEUU que miran por encima del hombro y a los blancos. ¿Hola? En efecto, y ya lo adelanto, si cierta serie era un sueño de Resines, todo lo que pasa en esta película es la fantasía onanista del clásico “progre” yanqui, obsesionado con el asunto racial y lo políticamente correcto y que, encerrado en su burbuja pijiprogre, desconoce el mundo real hasta lo risible.

2) La famosa “agenda” lo impregna todo. Si en el Candyman original el asunto racial era presentado con elegancia e inteligencia, aquí cero sutileza: toma corrida tibia en tu cara, blanco. Mira tú que los protas, y pese a vivir en apartamentos acristalados de 2 millones en el centro de Chicago y no haber trabajado con sus manos en su puta vida, se encargan de recordarnos cada 3 minutos la “opresión” que ejercen los blancos sobre ellos. Y que se entienda: Soy consciente del racismo y discriminación que sufren aún los afroamericanos. Pero la forma pueril, maniquea e inverosímil de mostrarlo en esta película bascula entre lo panfletario y el chiste involuntario.

Un momento, ¿pero esto no era una peli de terror? Ah sí, perdona. Me pasa como al guionista: se me ha olvidado completamente. Vamos a ello.

3) ¿Cómo es como película de terror? Gracias por preguntar: una reverenda mierda. Y más si se comente la temeridad de compararla con el original que, mira por dónde, es justo lo que voy a hacer.

-La sutileza: el original era una película de cocción lenta, atmosférica, adulta. Sin apenas concesiones a los tópicos del slasher o el terror adolescente. Se tomaba su tiempo en crear una atmosfera ominosa, opresiva. Y, por supuesto, seguía a rajatabla el principio de “No muestres, deja a la imaginación trabajar”. Aquí todo es obvio hasta lo pornográfico. Set pieces de slasher chungo con cero tensión o interés y mucho gore porque sí.

-El romanticismo: Candyman es un monstruo clásico, como aquellos que popularizó la Universal, no muy distinto a Frankenstein o la momia: la víctima de un destino funesto que regresa del más allá buscando justa venganza. Podemos empatizar con él, comprender un dolor que trasciende la carne y el tiempo. En realidad, el gran tema de Candyman es justo ese: la trascendencia. “No me olvides”, “Seamos eternos”, “Siempre fuiste tú, Helen”, repite una y otra vez. Candyman no es un simple matarife con garfio, sino un arquetipo que habla a nuestros anhelos y miedos más profundos. ¿Qué es Candyman aquí? “Una víctima de la opresión blanca” “Candyman somos todos, brother, porque todos somos víctimas”: así de mierdoso, pueril, y panfletero es el subtexto. Subtexto, digo…
Ah, y de la relación interracial, olvídate. Por supuesto, cualquier rastro de eso es borrado en este reboot/secuela/aborto. “¿Cómo un hermano se va a enamorar de una asquerosa blanca opresora?”. Imposible. Como metas eso jodemos el discurso.

¿Algo salvable? Pues iba a mencionar cierto giro de guion que durante un momento me ha hecho pensar que a lo mejor acababa aprobando a la peli, pero no. Falsa alarma.
Lo dicho. Pasando.
Jinete nocturno
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4 de julio de 2022
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Procedente de un relato corto llamado Lo prohibido escrito por Clive Barker, nos llega una nueva película sobre Daniel Robitaille, el espíritu vengativo más conocido como Candyman, realizado por la directora Nia DaCosta y producida por Jordan Peele. En 1992 tuvimos la primera adaptación de Candyman personificado por Tony Todd, que participó en una trilogía del mismo nombre. Ahora vuelve a protagonizar a Candyman en una cuarta película, donde convocandolo pronunciando cinco veces su nombre frente a un espejo perseguirá a los más osados hasta matarlos. Han pasado treinta años desde los acontecimientos del primer film de Candyman y la leyenda urbana de este fantasma afroamericano de garfio y amigo de las colmenas de abejas sigue vigente en esta época. DaCosta hace alarde de abundante gore en el film, además de buenos efectos visuales y otros más convencionales, porque muertes no hay muchas pero las que hay son brutalmente sangrientas. La película es exactamente lo que esperas de ella, terror, asesinatos y un enigmático personaje que pasa el portal de la muerte hacia la vida presente mediante los espejos. El hombre malo de los caramelos te mantendrá pegado a la butaca, pero con una gran cantidad de altibajos que pueden llegar a desesperar hasta al más paciente cinéfilo.
Heladoscuro
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1 de noviembre de 2021
10 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
Candyman fue un clásico de terror estrenado en 1992, el cual cosechó estupendas críticas, aunque sus secuelas no corrieron la misma suerte. Yo visioné la primera parte y me pareció una cinta tan soporífera como sobrevalorada. Seamos sinceros, si se recuerda el film es por su imponente personaje y por la leyenda que tiene detrás, con el mito del espejo (tan popular en aquellos años). Pues bien, el temible Jordan Peele, responsable de la terrible Déjame Salir (Get Out) o la correcta Nosotros (Us), ha decidido que era buena idea volver a traer al personaje, aunque esta vez no se trate de un remake al uso. Y es que está muy de moda el recurso de ignorar las secuelas de algunas sagas, para hacer segundas partes directas de la primera entrega, que suele ser la mejor.

Se ha probado con Halloween (para un servidor, con mediocres resultados), y ahora lo intentan con esta nueva Candyman, la cual ha vuelto a cosechar estupendas críticas (aunque cuidado, hay trampa) y grandes resultados en la taquilla. Pues bien, una vez vista, puedo afirmar que se trata de una de las peores películas del año, más centrada en su denuncia racial que en dar miedo, aunque se supone que es un film de terror. El culpable directo es su guionista y productor, que no es otro que el señor Peele, el cual está obsesionado con el racismo, cuando luego ofrece precisamente eso, producciones en las que no se deja de hablar del hombre blanco (como en la fracasada Lovecraft Country) y que invitan a la reflexión, pero porque son parte del problema. De verdad, os animo a que os toméis un chupito cada vez que digan “el hombre blanco” en esta cinta. Coma etílico asegurado…

Aquí estamos ante otro panfleto reaccionario y que los críticos “profesionales” se han visto en la obligación de aplaudir de forma rabiosa (nada que ver con la opinión del público), no vaya a ser que los tilden de racistas, que es como están actuando en los últimos años, esclavos de los tiempos que corren. Yo no le rindo cuentas a nadie, y si tengo que denunciar el racismo implícito (aunque creo que podemos hablar de explícito) de esta producción lo haré, ya que estoy harto de discursos cargados de odio y vendidos como revolucionarios, que lo único que buscan es dividir. Eso es precisamente Candyman, y el miedo, ya si eso, para otro día. Pero vayamos por partes, que me enciendo…

Nia DaCosta se encarga de la dirección, y no tiene demasiados problemas en confirmarse como lo mejor de la propuesta, ya que se aprecia su buena mano tras las cámaras (a pesar de ser su segundo trabajo), con unos planos muy interesantes (atención a las muertes) y un estilo elegante (el recurso de los flashbacks). Se nota cuando un estudio está implicado, y aquí luce cada dólar invertido, en una producción de terror que podría haberse conformado con otro enfoque, pero que tiene un gran trabajo detrás. Respecto a DaCosta, ya ha sido fichada por Marvel (para la futura The Marvels), siendo obvio que Hollywood no iba a desaprovechar la oportunidad de explotar un perfil como el suyo. Que cada uno entienda lo que quiera, pero al menos en esta ocasión hay talento.

El guion, cortesía de Jordan Peele (que ya se está confirmando como una de las figuras más sobrevaloradas y engañosas del momento), no hay por donde cogerlo, ya que se cree mejor de lo que realmente es (como el propio autor), ofreciendo una historia cargada de pedantería, con un racismo bochornoso (con todas sus letras), y unos personajes con los que es imposible empatizar, ya que todos son insufribles, ya sean las víctimas (clichés con patas) o los propios protagonistas. Tampoco entiendo la necesidad de hacer una secuela directa, nombrando los acontecimientos de la primera parte, pero sin que estos afecten mucho a la historia, más allá de una sorpresa final que te deja igual que estabas. Yo hubiese apostado por un remake, aunque mucho me temo que el resultado sería igual de lamentable.

Por otro lado, la cinta dura una hora y media, lo que sería digno de aplauso (es la duración perfecta para este tipo de producciones), sino fuese porque la película se hace pesada y aburre. Quizás tenga algo que ver que el género de terror se margine en pro de una denuncia social tan superficial como nada sutil, y que se abordaba de mejor forma en la primera entrega. Sin el “Black Lives Matter” de hace un año, no existiría este Candyman, por lo que podemos confirmar a Peele como un corredor de fondo… y un oportunista (con permiso de Spike Lee). En cuanto al reparto, todos hacen lo que pueden con los personajes que les han tocado, notándose su esfuerzo, aunque sin resultar memorables. Podría haber sido peor.

En conclusión, estamos ante una de las peores películas del año, aburriendo al personal (película de terror que no asusta y con discursos vacíos) y denotando un racismo que sí asusta. Jordan Peele es un vende humo y, mucho más grave, un racista de mucho cuidado, usando su inmerecida fama para intentar manipular a las masas con el sobado discurso del hombre blanco. En mano de cada uno está seguirle o no el juego, pero es que encima sus producciones son tan fallidas como olvidables, y la terrible Candyman (2021) es otro ejemplo de ello. Vosotros mismos, pero yo ya no pico más con este señor.

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Javi McClane
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