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El beso mortal

Cine negro. Intriga El detective Mike Hammer recoge en la carretera, en plena noche, a una muchacha que huye de un peligro mortal. Poco después son interceptados por los acosadores, unos despiadados matones que, tras torturar y matar a la muchacha y pegar una paliza al duro detective, les arrojan por un precipicio. Hammer logra salir indemne, y se dedicará a investigar este misterioso caso... (FILMAFFINITY)
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Críticas 38
Críticas ordenadas por utilidad
23 de julio de 2012
11 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Filmada por Robert Aldrich en sólo 21 días, “El beso mortal” es una innovadora mezcla de géneros que parte del cine negro para desembocar en el fantástico, de la mano del detective Mike Hammer.

Secundado por su equipo habitual, el director de fotografía Ernest Laszlo, el montador Michael Luciano y el compositor Frank De Vol, un Aldrich pletórico y casi debutante a sus 36 años, resuelve en tres semanas de rodaje, en Los Ángeles y en estudio, esta sucesión onírica de situaciones más misteriosas unas que otras, en las que se pueden encontrar multitud de referencias, desde Orson Welles a los expresionistas germánicos.

Nocturna y alevosa como una pesadilla, enrevesada como “El sueño eterno”, desfilan por “El beso mortal” multitud de personajes entre los que encontramos a nuestro Fortunio Bonanova en plan cantante lírico, al gangster Paul Stewart, mayordomo de “Ciudadano Kane”, el Doctor Sobering es Albert Dekker recién llegado del Este del Edén. Varias mujeres, lógicamente, se cruzan en la vida de este Mike Hammer (Ralph Meeker) antipático y frío, la rubia Marian karr, Cloris Leachman, desnuda bajo su gabardina, ganó un Oscar poco después por su papel en “The Last Picture Show”, Gaby Rodgers comete la tontería de abrir la caja de Pandora, una de las en su momento incomprendidas alusiones a los efectos nefastos del Macarthismo.

Una de las mejores películas de Aldrich que está años por delante de su época y que, entre otros, tuvo gran influencia sobre los directores de la “Nouvelle Vague”.
Juan Marey
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1 de abril de 2013
11 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Quinta película de Robert Aldrich, cineasta con una filmografía my interesante, con este film de cine negro, sienta las bases de un estilo donde la violencia pasó a tener un tratamiento desmesurado y barroco, con una predilección por protagonistas proclives a los excesos, de acorde a una estética que hace del encuadre un motivo perturbador, con una fotografía de discordantes contrastes que sirve de marco a alegóricas parábolas. De todo ello hay mucho en “El beso mortal”.

Tras sendos éxitos con “Apache” y “Veracruz”, Aldrich tenía ganas de afrontar un proyecto más personal y se plantea la adaptación de un relato de Mickey Spillane, un dibujante de cómics convertido en escritor. “El beso mortal” supone una nueva incursión en el mundo del cine del detective Mike Hammer, que al contrario de sus colegas Sam Spade o Phillipe Marlowe, se distingue por la exaltación de una explosiva xenofobia, donde violencia, sexo y acción forman un trío indisoluble.

Intentar reproducir el guión del film no es tarea fácil, particularmente si nos atenemos a lo bizarra y compleja que es la peripecia de Mike Hammer, interpretado por un inexpresivo Ralph Meeker, actor de serie B y seriales de televisión. Lo más ingenioso del argumento es la misteriosa caja por la que todos están dispuestos a matar para conseguirla. Un asunto muy de moda en esa época de guerra fría, armas atómicas y represión política. Fiel a su estilo, Aldrich traslada al film su regusto por las composiciones alambicadas, los planos picados y la utilización de la profundidad de campo, no muy lejos de Orson Welles, que nos presenta a los personajes sumidos en un perpetuo reino de tinieblas, como si fueran amenazantes sombras.
Antonio Morales
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1 de febrero de 2022
9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
*La chica de la carretera

El beso mortal (Kiss me deadly, en su título original) no se rebela contra el bagaje que el cine negro había dejado tras de sí hasta el momento (1955), pero sí que tiene diferencias importantes que la convierten en una película entre innovadora y, aún a día se hoy, algo extraña. El argumento gira entorno al detective privado Mike Hammer (Ralph Meeker) y de cómo una casualidad está a punto de trastocar su vida de una forma violenta. Mientras conduce por la noche, en una apartada carretera, se encuentra con una mujer que parece huir de un gran peligro. Por la radio del coche se tendrá conocimiento de que la joven ha huido de un psiquiátrico.

Poco después son alcanzados por los perseguidores de la chica, quienes la torturan y la matan. Mike Hammer logra salir vivo por los pelos con vida, pero se propone desentrañar el misterio de quiénes son los asesinos y por qué mataron a la muchacha. Sus últimas palabras antes de morir fueron para el detective: "Recuérdame". Éste es el inicio de una trama abigarrada y laberíntica donde el argumento hace parada y fonda en elementos poco trillados por el cine negro.

El inicio El beso mortal es de lo más prometedor. La atmósfera única, a base de una densa nocturnidad, la sensación extraña de amenaza, y el planteamiento de un misterio atrayente es el gancho que Robert Aldrich usa para captarnos. Afortunadamente lo que viene después no desmerece en absoluto.

*¿Qué tiene de particular El beso mortal?

El beso mortal, como ya decíamos, tiene dentro de sí una serie de elementos bastante idiosincráticos. Dentro de la trama, por ejemplo, pertinazmente hay un secreto, un objeto, por el que la gente mata y muere durante todo el metraje. Este recurso, que no deja de ser un macguffin, acrecienta la sensación de suspense, pues el maletín (que ese es el objeto) contiene algo dentro de sí que nos es desconocido, pero que intuimos enormemente valioso. Acaso Tarantino para Pulp Fiction cogiese algo de esta idea. Sin embargo, la parte de la trama asociada a este elemento se va tornando cada vez más insólita, hasta el punto que la resolución casi tiene más que ver con el espionaje o incluso la ciencia ficción. Argumentalmente, además, recoge muchas de las paranoias de su tiempo.

También es destacable el dibujo de su protagonista, el detective Mike Hammer. Uno de los ejemplares más brutales y amorales de su oficio. Bien es cierto que los detectives privados de ficción casi nunca fueron un compendio de buenos modales o un ejemplo de mesura en sus métodos, sin embargo Hammer da una vuelta de tuerca. Elimina todos los aspectos románticos que podrían tener Philip Marlowe o Sam Spade. Apaliza sin compasión, utiliza a su secretaria (enamorada incomprensiblemente de él) para trabajaos bastante sucios, y se conduce de una forma poco procedente a la hora de impartir, digamos, justicia.

Robert Aldrich añade su toque. Su cine a menudo se mueve en la oscuridad formal y temática, como en ¿Qué Fue de Baby Jane? por ejemplo. En El beso mortal utiliza una fotografía fuertemente expresionista, donde las oscuridades nocturnas llegan a ser agobiantes. Usa además abundante contrapicados, angulaciones poco comunes y una atmósfera irrespirable. En lo temático ese toque cruel y antiheroico de Aldrich queda bastante de manifiesto.

*Conglomerado de personajes

También es digno de mención el conjunto de personajes que desfilan por la película. Desde estrafalarios aspirantes a tenores, aterrados científicos, a joviales mecánicos griegos, pasando por una nutrida galería de roles pintorescos. Todo ello es un catalizador para la peculiar atmósfera de El beso mortal. En cuanto a los personajes principales, evidentemente destaca Ralph Meeker en la piel de Mike Hammer. No es una actuación demasiado sutil, ni contiene muchos matices, pero da al personaje ese carácter berroqueño que es coherente y necesario. Una labor creíble y precisa.

Maxine Cooper, en el papel de Velma, la ayudante de Mike Hammer, da un toque atrevido, lenguaraz y sensual, pero también vulnerable y herido. Curiosamente hace que el detective privada nos caiga peor en determinados momentos. Más ambigua es la interpretación de Cloris Leachman en su encarnación de Christina Bailey, una mujer poseedora de una dualidad, a caballo entre la víctima y el cálculo. Entre los secundarios, nos caerá muy simpático el bullicioso Nick (Nick Dennis), un mecánico griego amigo y aliado de Hammer, y su perfecto contrapunto.

Entre los antagonistas podemos citar a Paul Stewart en el papel del hampón Carl Evello, que jugará un papel importante y ejecutor en todo este oscuro misterio que va dejando cada vez más víctimas. Más que una actuación principal descollante, la película se beneficio de un conjunto actoral bien engrasado, que a su vez es responsable en parte del resultado final de la obra.

*Conclusiones

El beso mortal, por méritos propios, ha adquirido con el tiempo la categoría de película de culto, y el rango de obra altamente influyente para el cine negro. Usando elemento clásicos y yuxtaponiendo otros más heterodoxos, Robert Aldrich fue capaz de confeccionar un noir insólito, sórdido y oscuro, que ha envejecido bien y conserva su extraña modernidad. Sin duda una película imprescindible para los amantes del género.

Escrito por Mariano González
Cinemagavia
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31 de julio de 2009
13 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cúspide absoluta del cine negro americano. Nunca antes una película había sido tan bizarra, tan pesadillesca, tan oscura. Robert Aldritch nos lleva a un "tour de force" hacia el mismo apocalipsis. El detective clásico de la literatura americana, Mike Hammer, un animal más violento y psicotico que los tipos que persigue,termina abriendo, literalmente, la caja de Pandora.-
gabie0001
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31 de diciembre de 2009
9 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un comienzo de lo más llamativo: una enigmática mujer, ataviada sólo con una gabardina, corre descalza por una carretera en una oscura noche. Avista un vehículo y se coloca justo en el centro de los dos carriles. El coche frena abruptamente y aparecen unos originales títulos de crédito con el rodillo al revés, que ya presagian que no se trata de una película convencional, mientras suena la bonita canción “Rather have the blues”, de Nat King Cole.
Unos primeros minutos magistrales, envolventes, chocantes, violentos, de auténtico cine negro de calidad. Es uno de los mejores inicios que he visto en mucho tiempo, que contrasta con un final… atípico.

Aldrich trabaja con el guionista Bezzerides (“La pasión ciega”) para adaptar la novela “Red siniestra” (Kiss me, deadly), pero introduce importantes cambios. El protagonista es el detective privado Mike Hammer (Ralph Meeker), creado por Mickey Spillane en 1947. Mujeriego, narcisista, aprovecha sus pesquisas en beneficio propio, nada que ver con Bogart. Gran interpretación de Ralph Meeker.

Los diálogos rayan a gran altura (“Te doy el doble. Lo siento, pero no podrías pagarlo, el precio fue dejarme con vida”) y la galería de secundarios es bastante efectiva, más lograda en el lado femenino. La única excepción es el amigo mecánico.
Una pista va conduciendo a otra, pero por momentos cuesta seguir la narración, dado lo intrincado de la narración y la trascendencia de ésta. Un hándicap que junto al efectista final conforma la parte menos lograda de este singular film.

La atmósfera que envuelve al film esta plenamente conseguida, intensificada desde una estética llamativa llena de alardes, con uso de planos picados, contrapicados o un punto de vista que evita la mirada directa, desmarcándose de las pautas clásicas del cine negro.

Con sus defectos y sus virtudes, que son muchas, muy recomendable.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Gabriel Ufa
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