Nuestra canción de amor

Jane Wyatt (Renée Zellweger), una cantante que debido a un accidente de coche ocurrido 7 años atrás ha quedado confinada a una silla de ruedas, y su amigo Joey (Forest Whitaker) que conoció en el hospital cuando el accidente, al que se nos muestra como un bonachón en tratamiento psiquiátrico; ambos manteniendo una relación de amistad y apoyo entre 2 personas heridas, solitarias y con apenas nexo con la sociedad en de ese pueblo en el que viven, emprenden un viaje por carretera hacia Baton Rouge, cuyo fin, hace creer Joey a Jane, es contactar con un famoso tipo que escribe sobre esos ángeles a los que él cree oír, y con los que incluso conversa.

Tras la presentación de personajes y circunstancias entramos en una muy particular road movie, en la que conocemos a varios personajes con los que se van cruzando, y a Billie (Madeline Zima), una joven que viaja sin rumbo afectada por la desaparición de su marido hace una semanas, que durante la mayor parte del trayecto se une a ellos.

Súmese ese motivo escondido a Jane para embarcarla en el viaje, la aparición como 2 de los personajes con los que se cruzan en el camino de Elias Koteas y Nick Nolte (trapisondista y viejo cantautor de carretera), las salpicaduras de realismo mágico con las que Olivier Dahan (director de "La vie en rose 2007", responsable también del guión y primera incursión en los USA) impregna la trama, una banda sonora que además de contener varias canciones de Bob Dylan, también nos brinda a Renée Zellweger interpretando un par de canciones (no lo hace nada mal), y unas deliciosas (por lo mitómano) escenas recreando la vieja leyenda de Robert Johnson pactando con el diablo en el mítico "Cruce de Caminos", y tenemos una película que aunque no se pueda calificar mucho mas allá que de pasable (a mi juicio esas animaciones buenrollistas quedan bonitas pero desvirtúan la carga dramática de la trama) en el interés y/o originalidad de lo que cuenta, gracias al buen trabajo de Renée Zellweger tocando la fibra del espectador en alguna que otra escena (Forest Whitaker no tanto) y a todos esos detalles mitómanos anteriormente mencionados, a mi juicio resulta interesante de ver.

La pelis de personajes desgarrados en un entorno típicamente americano suelen tener su encanto (Cowboy de medianoche, Parix Texas, pueden ser dos buenos ejemplos). Aquí los personajes -todos sin excepción- tienen una vida desgarrada por diferentes motivos: accidente terrible, enajenación metal, abandono del marido, fracaso vital. Sin embargo no se consigue en esta peli la profundidad necesaria ni se atisba el sufrimiento vital que la haría más interesante. Por suerte tampoco abusa del sentimentalismo, excepto quizás los últimos minutos.

A favor: bien interpretada, música potenciada de Bob Dylan y en su entorno, la referencia a Robert Johnson (un poco sacada de contexto), la breve aparición de Nick Nolte.
En contra: bastante lineal, no llega a emocionar. Poco empatía con los personajes.

La verdad es que aparentemente la temática se aleja de la típica película comercial, pero solo es apariencia. No resulta profunda ni desgarradora, se queda ahí, simplemente.... Recurre a una celebrity como Renée Zellweger para un papel donde es ciertamente importante que la actriz sepa cantar, lo vemos ya en el título, pero a la Zellweger le hacen un playback que queda ciertamente cutre...

Termino de ver en el tren, la road movie, "Nuestra canción de amor", un film en el que el director no clarifica bien el enfoque principal que, a veces, parece forzado. Esta alegoría de la vida y la esperanza pierde cuando aparece la fábula pero gana cuando asoman los secundarios como Elias Koteas o Nick Nolte y cuando se escucha la memorable banda sonora de Bob Dylan. Quiere abarcar demasiado y ... no está a la altura.

“No quiero pensar que existen cosas que yo no puedo ver; y si solo tú los puedes ver, no los puedes compartir, y, si no los puedes compartir, ¿de qué te sirven? Compartir es lo extraordinario”.

El film de Olivier Dahan desborda enseñanza y superación personal, nos impacta con diálogos como el situado al comienzo de esta crítica que nos hacen plantearnos muchas cosas y que llegan con frecuencia a emocionarnos. No obstante, la película de Dahan desgraciadamente cae en el error de no acabar de “despegar” a lo largo de los aproximadamente 110 minutos de su duración. De inicio, se nos plantea la posibilidad de una aventura con el viaje de nuestros protagonistas, pero el film se estanca (realmente no ocurre ninguna acción de la que nos acordemos o que merezca la pena recordar pasados los 110 minutos del film), llegando incluso a aburrir en alguna ocasión, hasta desembocar en un final tremendamente emotivo, pero insípido igualmente, sin mucha sustancia.

Y la verdad, es una pena, ya que la película cuenta con las magistrales actuaciones de nuestros personajes protagonistas, entre las que destacan una espectacular Renée Zellweger, que nos ofrece una actuación digna de recordar y un maravilloso Forest Whitaker, al que parece encajarle el papel como anillo al dedo. Y, por supuesto, todo ello acompañado de una magistral banda sonora de un grande como es Bob Dylan que nos consigue poner los pelos de punta en varias escenas.

Si tuviera que describir en pocas palabras la película la definiría como una gran y poderosa enseñanza con espíritu de superación, que quizá se centra tanto en dicho fin que olvida que también se trata de una película y, como tal, ha de poseer una trama y un argumento que mantengan continuamente la atención del espectador.