Cincuenta sombras de Grey

La sala de cine está copada por una multitud, en su mayoría femenina. Ante la primera aparición de la protagonista, Anastasia, se puede sentir la expectativa. Y con la aparición de Grey, suspiros. La emoción se instala en las fanáticas de turno. Es posible que hayan vivido la misma sensación con el libro entre manos. La piel erizada de las mujeres se puede sentir en el aire. Esto se llama capturar al público objetivo.

Con la audiencia ya ganada, lo que se ha trasladado del libro a la pantalla es solo mucho erotismo. En un gran tramo de película, Fifty Shades of Grey está cargada de escenas entregadas a la sexualidad y el deseo. Por ejemplo, ella está echada en la cama de seda de su pareja el millonario, pero no han tenido sexo. Luego él ingresa y la muerde con pasión, amarra sus manos y toca todo su cuerpo. Finalmente, la azota con delicadeza y prueba el sabor de su piel. Ella siente el placer.

Durante toda la negociación de los personajes para construir a esta pareja, el guión es un montaje inflamado por un zumbido constante de líneas apasionadas que construyen una dinámica con buen nivel narrativo. Además, es impulsado por la entrega de Dakota Johnson en el rol principal. La actriz se apropia de Anastasia y es reconfortante presenciar a través suyo como cada descubrimiento de su personaje se vuelve convincente. Entonces se elabora un interesante juego de poder.

Sin embargo, si esas escenas fueran más intensas, la película hubiera pasado a un nivel de relato sexual transgresor, que cuestiona los códigos del sexo permitido y las rígidas ideas que existen del rol de poderes en una relación. En el desarrollo, esta disputa se pierde en la redundancia. Y el relato defiende el mismo modelo romántico tradicional de siempre: la mujer pretende una relación conservadora con citas y mimos, y el hombre lo único que quiere es tener sexo extremo todas las noches.

El gran vacío de la película es que se ha quedado únicamente con el proceso de negociación entre ambos, en lugar de graficar a dos personajes que se devoran entre sí. Y su conflicto parece demasiado tonto en esencia, porque su verdadera complejidad radica en el juego de poderes alrededor del sexo.

Fifty Shades of Grey se abstiene de ser un film sobre sexo. En las páginas del best-sellers que origina la creación de la película, así como en la vida de los mortales, una historia como esta tiene un sabor más crudo, como un trozo de carne colgando de una carnicería en el mercado. La vulgaridad no se puede suprimir, aparece con cada vuelta de papel. El sexo parece condenado a ser necesariamente explícito. La perversión aflora, al mismo tiempo que se genera un profundo instinto de supervivencia y excitación.

Pero aquí todo es más blando, desde la limpieza fotográfica hasta el tono de los diálogos. Como si en un romance típico y mediocre de Hollywood, los desnudos, los juguetes sexuales y la conversación caliente estuvieran permitidos, y los besos en el cuerpo puedan ser filmados en primer plano. Es una película demasiado pulcra para creer en ella. Solamente los más conservadores o reprimidos sentirán alguna inspiración. Y así lo demuestra el mayoritario rechazo que ha tenido la película en la crítica y un sector del público, a pesar que seguramente será un éxito de taquilla por sus fanáticos ya logrados anteriormente.

El éxito literario –aunque con una prosa muy pobre– tenía un carácter instructor sobre el reconocimiento del deseo sexual extremo en una sociedad que lo reprime hacia las mujeres. El planteamiento de la película no cumple el mismo objetivo, es más machismo de siempre. ¿Realmente creen que las mujeres solo quieren ser dominadas por un galán?

La película ha llegado demasiado tarde a su supuesta revolución, todo esto ya se ha visto muchas veces. Por ello, es una tonta diversión sobre una pareja confundida que, únicamente si la aceptamos como tal, se puede encontrar genuino placer, aunque el camino fuera una tortura.

Dejando a un lado la calidad literaria del producto en el que se basa esta película hay que aceptar que todo lo referente a dicho libro fue un suceso, la novela escrita por E. L. James rápidamente se posicionó en la lista de los best sellers de todas partes del mundo llegando a una serie de lectoras que rápidamente fueron propagando la "historia de amor" de Christian y Anastasia por todos lados como si de un virus se tratase, si bien es cierto que la calidad del libro no le hace honor a todo el revuelo que causó si fue lo suficientemente grande para que Hollywood pusiera sus ojos en ella, colocando a Sam Taylor-Johnson (Nowhere Boy) en la silla del director.

Comparándola con su homónima literaria, Fifty Shades of Grey mejora notablemente la historia en comparación con el libro, algo que al fin y al cabo no resulta un gran mérito, pero como película queda muy por debajo. Acepto que fui uno de los incautos que leyó el libro y más que por morbo lo hice por mera curiosidad (y para tener bases para criticarlo) por lo que mientras veía esta cinta no sabía si estaba viendo una parodia o una adaptación sería del libro. La historia es toda una comedia (involuntaria) que durante gran parte del metraje no logra tomarse en serio así misma, si bien, el guión escrito por Kelly Marcel omite muchos elementos y muchas más escenas sexuales también logra quitarle ese humor soso y penoso que tiene el material original, pero lastimosamente no logra mejorar el personaje de Anastasia, algo que se hubiese agradecido.



Un problema que tuve con la lectura del libro fue su protagonista, Anastasia, una mujer débil de carácter y una personalidad nula con la que es difícil compaginar, lastimosamente el personaje está inalterable y Dakota Johnson logra sacar lo peor de ella, sus líneas se ven demasiados forzadas, al igual que su "mordida de labio", una Bella Swan para mayores de edad (y como no, este personaje es sacado del mismo molde que el personaje de Meyer), eso sin contar que pocas veces logra química con Jamie Dornan haciendo que el romance entre ambos personajes se vea muy artificial. Y ya que estamos en ese terreno, Dornan es uno de los dos puntos fuertes de la cinta, el actor como Christian Grey logra transmitir todo ese misterio y seriedad del personaje del libro, que dicho sea de paso tiene un trasfondo muy interesante pero poco explorado.

La elección de Sam Taylor-Johnson como directora resulta bastante acertada, como mujer logra darle ese toque femenino que se requería a la película, logrando que muchas espectadoras se sientan augusto con lo que ven, pero para los cinéfilos más exigentes ésta cinta no logra justificar su fama. El desarrollo es bastante simplón y, por ocasiones, muy lineal. Las "polémicas" escenas sexuales no le llegan ni a los tobillos a Nynphomaniac (Lars Von Trier) y sólo se basan en algunas topless de la protagonista junto con desnudos traseros tanto de Dakota como de Dornan, si bien algunas escenas, aunque suavizadas, logran dar en el clavo, no es nada que no se haya visto antes en una cinta de otra temática, y siendo el sadomasoquismo una de las ideas en la que se apoya el libro esta parafilia se siente vagamente mostrada.

Si vemos a Fifty Shades of Grey como una comedia (involuntaria) la película funciona, es más, durante gran parte del metraje parece una misma parodia, pero si la vemos como realmente se vende, como una película erótica, la cinta falla miserablemente, y ni con su increíble y acertada banda sonora y algunas escenas muy bien logradas, esta película logra salir a flote, por culpa de una idea mal concebida y ejecutada y una protagonista pobremente escrita.

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Bien es sabido que para gustos están los colores. Sin embargo, me resulta tremendamente preocupante que haya siquiera una persona en este injusto mundo que evalúe un aspecto positivo de esta proyección (no me atrevo a catalogarlo como film, disculpen). Ya no es que se trate de una descomunal pérdida de tiempo, si no que hace que uno se cuestione los aspectos más profundos de la existencia humana, quiénes somos, hacia dónde vamos o qué está ocurriendo con la sociedad actual. Qué interpretaciones, qué diálogos... Todo es estático, pobre, insultante, carente. Si "composiciones" como ésta son capaces de generar beneficios, irremediablemente nos estamos acercando a la destrucción humana.

Esta es la película más aclamada por el público debido a que mucha gente se fanatizó con "50 Sombras De Grey" y yo me esperaba algo peor.
Debido a que escuché que decían que era muy buena me picó la curiosidad y pensaba que era excelente hasta que la ví y vaya chasco el que me he llevado.
"50 Sombras De Grey" es un bodrio con todas las letras porque para empezar no hay química entre Dakota Johnson y Jamie Dornan, luego no me gustó mucho la música, tercero: Las actuaciones de los dos me parecieron de lo peor que ví en una película.
Lo de "50 bodrios de Grey" es porque me pareció un bodrio.
Empieza buena pero luego a medida que avanza la cinta el film se pone aburrido.
La película más aburrida de todas las que ví.
Larga y mala hasta decir basta.

Como película erótica es un bodrio. Como película romántica es un aburrimiento. Y como película de BDSM es una blasfemia.

Miles de veces se ha dicho que las películas basadas en un libro/novela siempre pecan por terminar siendo sustancialmente diferentes a la obra original, puesto a que la realización conlleva ciertas reescrituras y retoques. En este caso, como si de una ley de Murphy se tratara, la adaptación será tan fiel al libro como sea de horriblemente escrito que esté. Y aún así, se nota mucho la diferencia entre que, en el libro, la protagonista te esté relatando todo lo acontecido, a que la película te muestre planos y planos donde ella hace gestos, miradas, suspiros, se muerda el labio, nos enfoquen en primer plano sus piernas temblando y demás pruebas de lo caliente que está ("la diosa que lleva en su vientre" según le dicen, aunque en la película esa palabra no suena jamás).

La trama no podría ser más sencilla. Una humilde estudiante de literatura inglesa, Anastasia Steele (una Dakota Johnson que se juega la vida en este papel, espero algún día pueda volver a dormir en paz) reemplaza a su amiga Kate en una entrevista periodística que ella debía hacerle al CEO de una importante multinacional de telecomunicaciones, Christian Grey (Jamie Dornan, quien seguramente sabe que si alguien le dice que le dieron el papel por algo más que su físico, miente). Comienza un juego infantil de "ella es demasiado tímida e insegura, él es demasiado seguro", ella se excita como si literalmente nunca hubiera visto otro hombre en su vida y él se comporta como un... acosador. Vemos una seguidilla de acosos personales que rozan lo patológico (si no fuera que ella está caliente con él y consiente lo que hace, hablaríamos de apología al asedio). Luego de un histeriqueo estúpido, él decide hacerle firmar un pacto de confidencialidad (maniático) y luego, le expresa su deseo de tomarla a ella como su sumisa (aunque en el libro ella entiende perfectamente que él la quiere como su p...ersona sólo para sexo), y tener prácticas sadomasoquistas con ella. Y el resto de la película es un montón de choques argumentales donde NO se llega al romanticismo, NO se llega al erotismo, y NO se llega al nivel básico para hablar de BDSM. Intentos horribles de tres géneros en uno para una obra que hace agua ante la menor crítica.