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A cambio de nada

Drama Darío, un chico de dieciséis años, disfruta de la vida con Luismi, su vecino y amigo del alma. Mantienen una amistad incondicional, se conocen desde niños y juntos han descubierto todo lo que saben de la vida. Tras la separación de sus padres, Darío huye de casa y empieza a trabajar en el taller de Caralimpia, un viejo delincuente con aires de triunfador, que le enseña el oficio y los beneficios de la vida. Darío conoce además a ... [+]
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Críticas 84
Críticas ordenadas por utilidad
9 de mayo de 2015
90 de 96 usuarios han encontrado esta crítica útil
Infancia o adolescencia. Igual dolor si crees que tus padres no te quieren o sólo te quieren para manipularte, para que les des la razón, para que les sirvas de coartada, para usarte como prueba en un juicio donde demostrar que el otro está equivocado y es un pésimo progenitor. Cara y cruz. Y en el colegio no hay nada que rescatar porque el eslabón más débil se ha roto y no hay forma de recomponerlo sin ayuda, sin dedicación, sin paciencia y sosiego. Cuando todo parece perdido sólo nos queda la compañía de algunos seres desinteresados que nos apoyan con sólo estar ahí, dirigirnos la palabra, hacernos caso, estarnos agradecidos por escucharles, acompañarles o verles. El casi inasible consuelo de los extraños.

Muchas óperas primas suelen ser autobiográficas o tocar muy de cerca la fibra vital de su creador. Y ésta no es una excepción. Bienvenida sea. Sobre todo es de justicia señalar que todos los variopintos personajes que pueblan su metraje están retratados con cariño, con respeto, con humanidad, con amor y mimo hasta el más mínimo detalle. Todos ellos respiran verdad, realidad, complejidad y sabor a vida. Y el espectador se ve inmerso en unas anécdotas quizás excesivas, quizás tremendas o apabullantes, pero que resultan siempre fidedignas y honestas, nunca forzadas o exageradas. A veces la vida no es como quisiéramos que fuera sino como nos ha tocado vivirla – o malvivirla. No queda otra que apechugar y seguir adelante.

De entre toda la galería de memorables comparsas que pueblan esta cinta, quizás se deba destacar a uno por encima de todos. Una anciana chamarilera que acoge y recoge al dolorido adolescente atribulado cuando parece que nada tiene sentido y su vida está abocada al abismo. Principio y fin se dan la mano, se acompañan, se consuelan, se reconocen y se respetan. No es casualidad que este entrañable personaje esté interpretado por la propia abuela del creador de la historia. Hay tanto amor en su mirada que nos conmueve a cada paso, con cada silencio, con cada gesto. Es como un homenaje a la estirpe de la que venimos, una forma de rendirle pleitesía y señalar su agradecimiento.

Estamos ante una película realizada con las entrañas, hecha con jirones de corazón abierto en canal, donde la emoción se escapa a raudales, donde palpita la vida a cada paso, abriéndose camino pese a todo. Agradecerle a Daniel Guzmán que haya perseverado y nos haya ofrecido semejante prodigio de humanidad y gozo: cine de la turbación, canto de la empatía.
antonalva
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27 de abril de 2015
65 de 75 usuarios han encontrado esta crítica útil
A cambio de nada es, indiscutiblemente, la película triunfadora del 18º Festival de Málaga, habiendo conseguido cuatro premios: mejor película, director, actor secundario y premio especial del jurado y de la crítica. La pregunta ahora, después de tan clamoroso y admirable éxito es: ¿se lo merece? ¿Es verdaderamente tan buena?
Empecemos haciendo algo de memoria. Daniel Guzmán, realizador de la película y del excelente y premiadísimo corto Sueños (2003), realizó una brevísima intervención en 1998 en Barrio, la segunda película de Fernando León de Aranoa, bastante antes de alcanzar el éxito y el reconocimiento popular gracias a su personaje Roberto en la serie Aquí no hay quien viva. La referencia viene a cuento porque A cambio de nada es casi como una versión 2.0 de la película de Aranoa, pero hecha con bastante menos acierto.
A cambio de nada es una historia, en palabras de Guzmán, autobiográfica, especial y larga de escribir (ha tardado diez años en acabarla). También es una historia de chavales de barrio, en el límite de la marginalidad, coqueteando con la delincuencia, robando pese a que no lo necesitan, conduciendo motos y furgonetas sin carné, soñando con el sexo y bailando con el peligro en esa edad tan compleja que es la adolescencia. También es una alabanza de la amistad incondicional, la de Darío y Luismi, por encima de cualquier cosa. En definitiva, los mimbres son buenos, y la influencia de León de Aranoa y Barrio es muy fuerte y clara, pero la cesta no le sale a Guzmán tan bien como podría haberle salido. La película es divertida (atención a los chistes con los perros), es entretenida, es correcta, pero se queda muy a medias de todo. Cuando termina no hay sensación de que vaya a dejar un poso inolvidable en el espectador, le falta emotividad y sobre todo le falta contar una historia más definida. Durante demasiado rato lo que nos propone Guzmán es una sucesión de anécdotas cuyo único hilo conector es el personaje de Miguel Herrán.
Hay varios problemas más en A cambio de nada. El primero es que, una vez el peso del largo cae sobre los hombros de Darío, el protagonista, no hay manera de creerse nada. Sin desvelar nada, no hay manera de creerse que un menor ande suelto por una gran ciudad tan alegremente haciendo todo lo que va haciendo el personaje y sabiendo sus padres... lo que saben. No. De ninguna manera.
Otro problema es la distancia emocional entre personajes y espectadores. Darío es pariente espiritual de los protagonistas de Barrio, y muy especialmente de Rai. Comparte totalmente ese espíritu buscavidas, pícaro y rebelde del personaje que interpretaba Críspulo Cabezas, pero sin embargo es imposible identificarse con él porque Guzmán jamás deja ver la vulnerabilidad detrás de la máscara de canalla. Pecisamente, el trío protagonista de Barrio, Javi, Manu y Rai, resultaban creíbles y en cierto modo cercanos porque detrás de la coraza de adolescentes rebeldes e imperturbables veíamos sus muchos miedos y las fantasías con que adornaban sus tristes vidas. Y cuando llega (la escena del juicio) ya es demasiado tarde y tampoco es demasiado creíble, ni por supuesto sirve para justificar al personaje. Está claro que Guzmán le tiene cariño a Darío, y también a Luismi, como demuestra claramente la escena final, pero se pierde en ese cariño y renuncia, no sabemos si voluntaria o involuntariamente, a profundizar en ellos, en sus sentimientos, motivaciones, debilidades y flaquezas.
Sí aprovecha bien Guzmán lo que es sin duda lo mejor de la película, que es la relación entre Darío y el personaje que interpreta Antonia Guzmán, abuela del realizador. Sus momentos son lo único verdaderamente memorable de la película gracias a unas escenas (esta vez sí) estupendamente escritas que se benefician y potencian la ternura y sentido del humor naturales de la entrañable Antonia y consiguen convertirse en los momentos más agradables de una cinta descompensada y desaprovechada. Sin embargo, esta trama también se ve perjudicada por uno de los fallos más graves de la película, que es que no acaba nada. Ni esta historia ni la del "Caralimpia" tienen conclusión y son olvidadas de repente por Guzmán para centrarse en el eje, que es la amistad entre Darío y Luismi, lo cual es una pena.
En definitiva, una película entretenida, bastante divertida pese a su carácter dramático (atención a los constantes apuntes cómicos de Antonio Bachiller, todo un descubrimiento; Miguel Herrán tiene una mirada perfecta para el personaje, a medio camino entre niño y hombre, pero destaca menos y a ratos está un poco sobreactuado) y con algunas escenas poderosas (toda la secuencia en la que los dos amigos deciden ayudar a "Caralimpia"), pero en absoluto la maravilla que se ha vendido tras su triunfo en el 18º Festival de Málaga. Me sigo quedando con Requisitos para ser una persona normal (Leticia Dolera, 2015) como mejor película del certamen.

Lo mejor: La relación entre Darío y Antonia (soberbia Antonia Guzmán), la comicidad apabullante de Antonio Bachiller y el poder emotivo de algunas escenas.
Lo peor: No profundiza en nada, se queda a medias de todo y durante demasiado rato, más que una verdadera historia, es una sucesión de anécdotas.
Sibila de Delfos
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16 de septiembre de 2015
24 de 27 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película correcta, entretenida, pero no tan brillante como para llevarse ningún premio.

Los directores noveles suelen cometer un error bastante frecuente que es el apoyar su guión abigarrándolo con varias tramas que intentan trenzar en torno al argumento central, convirtiéndolo en un batiburrillo que en este caso, afortunadamente, queda un tanto diluido, lo que hace más digerible el producto.

Un guión más trabajado, hubiera dado como resultado un trabajo ciertamente sobresaliente, de haber soltando lastre en algunas escenas que se añaden sin mucha lógica, quizá. por la inexperiencia,.

Algún guiño al cine kinki de finales de los setenta, pero con unos personajes menos creíbles, que aquellos, en sus papeles de delincuentes de segunda.

UN 6
LEUGIM
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30 de abril de 2015
25 de 33 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es una evidencia que un director novel no debería trabajar con niños, ancianos o mascotas. En el caso de los primeros porque pueden olvidarse fácilmente del guion, y en el caso de las mascotas, porque son completamente impredecibles, por muy adiestradas que puedan estar. Sin embargo, Daniel Guzmán hace oídos sordos a esta recomendación, e integra estos tres elementos en su ópera prima, 'A cambio de nada'. El resultado no podría ser mejor. Los dos jóvenes protagonistas, a pesar de no tener experiencia previa en la actuación, se muestran de lo más natural ante la cámara; Antonia Guzmán, encarnación de la experiencia, nos atrapa con su dulzura y su aparente inocencia; y los perros protagonistas, además de mostrarse de lo más cómodos junto a sus dueños, nos arrancan más de una carcajada.

Con esto, Daniel Guzmán no solo se presenta como uno de los directores más prometedores del cine español, sino que también nos da a conocer su faceta de guionista al narrar una historia con tintes autobiográficos. Ésta trata sobre las vivencias de Darío (Miguel Herrán), un adolescente que decide marcharse de casa para no verse involucrado en el divorcio de sus padres. Poco después comienza a trabajar en el taller de Caralimpia (Felipe García Vélez), un viejo delincuente con aires de triunfador. Darío conoce además a Antonia, una anciana que recoge muebles abandonados con su motocarro con el pretexto de no caer en la inactividad. El protagonista aprenderá así diversos aspectos de la vida que le harán crecer como persona. En ese crecimiento estará acompañado en todo momento por su inseparable amigo Luismi (Antonio Bachiller).

Tras el visionado de la película, muchos se preguntarán si todo esto que narra Daniel Guzmán en su debut coincide con lo que vivió en su dura adolescencia. No obstante, el saber qué partes ocurrieron o no de verdad forma parte de la magia del cine. Lo importante de la cuestión es que el director nos da la oportunidad de adentrarnos relativamente en su vida, y de esta manera nos invita a reflexionar, pero también a reír y a pasar un rato más que agradable.
Patricia
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26 de abril de 2015
21 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
"A cambio de nada" es una película que respira humanismo, percibiéndose en todo momento como una obra cercana, afable y entrañable, que termina rindiendo a sus pies al espectador gracias a sus carismáticos actores.
La ganadora de la 18 edición del festival de cine de Málaga, es una drama social que nos acerca a la adolescencia como una etapa de cambio y en la que la trangresión caracaterística de este periodo unida a una desestructuración familiar lleva a que los conflictos y la rebeldía hagan acto de presencia.
Sin embargo, el punto de vista de esta película no es el de mostrarnos la historia de un niño que desata la ira contra sus padres, sino que asistimos a una fábula sobre la vida, siempre vista desde el punto de vista de un adolescente, con ganas de comerse el mundo.
En un periodo en el que los amigos son lo primero y en el que las circunstancias le obligan a ser independiente, asistimos a un viaje hacia el descubrimiento, visto siempre desde los ojos de dos jóvenes adolescentes. A través de este, vamos conociendo a sus personajes y asistimos a las pequeñas aventuras de esta pareja de amigos. Un camino en el que todo fluye con armonía y sencillez, en el que la comedia y el drama son usados con precisión.
Durante las andanzas de sus protagonistas, su espíritu joven contrasta continuamente con una sociedad inundada por la crisis, desgastada y en la que la gente se busca la vida de alguna forma para poder vivir. De alguna manera cada uno de los personajes que acompañan a su protagonista necesitan de él, ya sea por la necesidad de ser referente de alguien, como es el caso del mecánico; compartir la vida y vencer a la soledad, como es el caso de la anciana o poder compartir sus inquietudes, como es el caso del amigo. De alguna forma, él suple sus carencias con ellos, sin embargo, sus deseos de triunfo, su inocencia y sus castillos en el aire, chocan contra la realidad social y lo llevan de vuelta al sitio del que se alejó, que permanecía intacto dentro de él, como una herida sin curar.
La película supone el descubrimiento de dos grandes actores, gracias a ellos esta rebosa energía, humildad, sencillez, vitalidad y realismo. Ellos son los responsables de hacer de una historia pequeña, una fábula para el recuerdo. Sin olvidar el excelente trabajo de su reparto de secundarios.
Mención aparte la de la abuela del director, que cuenta con uno de los personajes que más llegan al espectador. Esta cumple con su papel a la perfección desprendiendo naturalidad y convirtiéndose en una figura reconocida por todos.
La dirección novel del ahora director Daniel Gúzman es notable, siendo realmente destacable la sinceridad que rodea toda la película y el cuidado en la construcción de sus personajes.
La película funciona como obra que conecta con el público y como un todo agradable, sin embargo, es la superficialidad lo que más caracteriza a esta historia, sin pretender ser una reflexión profunda sobre ningún tema en concreto, ni profundizar sobre otros muchos que se perfilan en la misma, sino simplemente mostrarnos secuencias llenas de honestidad sin un claro objetivo y sin un nexo de unión establecido más que el de la espontaneidad, pero en las que sus imperfecciones no son más que parte de un viaje en el que todos aportan un granito de arena para que la sensación sea más que satisfactoria.
Lo mejor: Es cercana, divertida y absolutamente entrañable. Sus actores son un magnífico descubrimiento.
Lo peor: Es superficial, el guión tiene algunas lagunas y la historia nos sabe llevar, pero no nos termina profundizando en nada en concreto, ni llega a ser reveladora en ningún momento.

-Más críticas en: www.elcineconalvaroperez.blogspot.com-
cineasta
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