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En busca de una estrella

Drama. Musical Londres, años setenta. Brian Slade es un joven que rompe con el movimiento hippy y se convierte en el principal exponente de lo que se dio en llamar el glam rock. (FILMAFFINITY)
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Críticas 31
Críticas ordenadas por utilidad
5 de noviembre de 2007
44 de 48 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Se puede hacer una película sin guión? Haynes casi lo logra aquí. Una historia mínima sobre la vida oculta de una antigua vieja gloria del glam se convierte en manos del director estadounidense en un pretexto para crear una de las películas más estetas, singulares y hedonistas de los últimos años. Usando como guión la biografía de Bowie, oculto bajo el nombre de Brian Slade y tocando canciones de Roxy Music y Brian Eno por temas de derechos, Haynes da un bonito repaso al género de la brillantina que marcó la música británica de la primera mitad de los setenta, trazando su origen y sus influencias cabareteras (el personaje de Jack Fairy, muy probablemente identificado en el propio Brian Eno) y salvajistas (ese Iggy Pop mimetizado por Ewan McGregor bajo el nombre de Kurt Wilde) y toda su evolución y señas de identidad, incluida la ambigüedad sexual y el cinismo que mejor le representaba. Lo hace mediante viñetas inconexas, trozos de supuestos videoclips y actuaciones y recuerdos aleatorios de sus personajes, que acaban creando el mosaico que conforma la película. Una película que decepcionará a aquellos que pretendan encontrar un significado o intención del director en ella y que fascinará a quien se meta en ella sin prejuicios ni restricciones, con la misma actitud liberal y hedonista que sus protagonistas.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Mogwai
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11 de marzo de 2006
21 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
Velvet Goldmine no llega a la potencialidad de Hedwig & the Angry Inch, no obstante, es un gran musical que representa de una manera soberbia, sobre todo en lo que a estética del film se refiere, el glam rock.

Es cierto que cinematográficamente hablando, podría haberse mejorado, pues parece hecho para una obra de teatro, no obstante, es una película imprescindíble. De los mejores musicales que podemos encontrar hoy en día.

Hay que destacar las magníficas actuaciones de Ewan McGregor y Jonathan Rhys-Meyers.

PD: Para todos los amantes de Placebo, estos aparecen en el film, soberbios.
Kinomatique
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26 de octubre de 2005
16 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
Eso parece, y Ewan Mac gregor (Iggy) nos lo explica en el final de bar de esta película desenfadada, bella, sensual, esteticista y posmo. Será que al rocanrol se lo cargaron sus propios promotores? ¿Será que la degradación está siempre muy cerca de la iluminación, como decía Burroughs? El vivir a tope puede llevarnos a una cosa o la otra, en cualquier caso, no creo que la peli sea únicamente un tributo al glam. Creo que es un tributo a la pasión del rock en general, y a sus símbolos. Me encantó esta película que en un principio parece ligera, pero que luego nos sorprende. Tiene garra y un vestuario pocas veces visto. Me ha encantado su desenfado.
alex
Malasangre
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17 de septiembre de 2007
11 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay que agradecerle a Todd Haynes el hacer un biopic musical sobre el ascenso y caída de un ídolo musical y no caer en los convencionalismos típicos de este cine (que dejando a un lado su calidad, siempre cuentan lo mismo: Ray, En la cuerda floja, Dreamgirls, Elvis…), y adoptando una postura arriesgada, compleja y original.
Autor de la posterior y espléndida Lejos del cielo, de nuevo en esta película queda patente que el director es la estrella. Su apuesta visual y narrativa en Velvet Goldmine no es fácil, ni de ver ni de entender, pero tienen una carga poética y una belleza formal que no se puede hacer más que alabar. A modo de biografía falsa de un David Bowie, Haynes establece el patrón social y musical paralelo, pero narrando esa vida desde una perspectiva nada común, que tiene más que ver con el amor hacia el artista y el amor del artista. Sus saltos temporales, montajes precipitados y escenas oníricas así lo confirman, lo que lleva en ocasiones a preguntarse si Haynes no se habrá preocupado demasiado por la forma y descuidado el fondo, al haber veces que no se aclara muy bien que se está contando o si la historia y los personajes van a alguna parte. Por suerte allí está una espléndida banda sonora, más variada de lo que pueda parecer, un diseño de producción excelente (tanto en los toques mas austeros como en los más “glam”) y un estupendo reparto que deja ver la vena más desatada de McGregor, Rhys Meyers, Bale y Toni Collette en unos papeles poco agradecidos, difíciles, únicos y memorables.
Me gustaría apuntar además que si bien el guión puede parecer que no tiene una estructura bien definida, nos regala frases como la reescrita arriba...
jaly
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11 de agosto de 2013
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Existió una época donde experimentar con la música y el arte en general, reivindicar el mundo bohemio y vestirse como una mujer luciendo purpurina y espectáculo fue algo original, fue un movimiento: el glam. Artistas de toda una época jugaron a cambiar los convencionalismos, ponerse máscaras y cantar canciones que no hemos olvidado. En esa época, la transgresión valía la pena.

En ese momento, un adolescente admirador de esta música acaba convirtiéndose en un periodista que recuerda su tiempo pasado como algo mejor. Era ese chico que alucinaba cuando veía una entrevista de la superestrella Brian Slade en la televisión. Sí, ese chaval homosexual que encontraba un ejemplo en Curt Wild. Era un chico que huyó de su casa buscando una vida diferente, distinta, y deseando ser el mismo. Terminó siendo un periodista buscando a Brian Slade diez años después de su desaparición, cuando fingió morir sobre el escenario.
La nostalgia de la época en la que fuimos libres y soñamos con el arte. De eso trata Velvet Goldmine, un homenaje al rock glam (no obstante, el título del guion era Glam!), a David Bowie y todas esas figuras que representaron el mundo de la música como si fuese un juego de máscaras e imagen, porque acaso ¿el arte no lo es?

También aborda los desengaños y el hecho de que te rompan el corazón, que es uno de los grandes temas de la música que desborda todo este film y que queda reflejada con el personaje de Mandy (una Toni Collette que nos recuerda a Angela Bowie).

Todo ello a partir de una trama de un periodista que desea encontrar a aquella estrella con la que se sentía identificado. Quizás, el problema del film es la lentitud de algunas partes, no acudir a más fuentes que hubiera hecho más rápida la película y no encontrar un final mejor para todos estos personajes que vieron nacer y enterrar el glam.

El punto más fuerte de la propuesta es la banda sonora, donde se incluyen canciones con Thom Yorke de Radiohead, Placebo, Lou Reed, Brian Eno y otros grandes. Además, el director Todd Haynes intenta copiar el estilo visual y la locura de un videoclip, notándose que se lo pasó bien rodando la película al igual que cada uno de los actores: desde el periodista buscando a su viejo ídolo (interpretado por un más que solvente Christian Bale) hasta un Jonathan Rhys Meyers que consigue crear con su Brian Slade una versión de David Bowie y Ewan McGregor que se convierte en Curt Wild, una mezcla a Iggy Pop, Mick Jagger y Lou Reed (aunque Courtney Love consideró que McGregor se parecía demasiado a Kurt Cobain).

El mejor seguramente sea ese McGregor que consigue como Curt comerse la pantalla como un ser autodestructivo, decadente, pero brillante. Véase la escena del festival donde acaba dándolo todo encima del escenario como fruto de la inspiración y la locura, o quizás el alcohol y las drogas, a lo mejor el arte.

Hay que comprender por tanto la búsqueda de la imagen y la música como una pasión; la frivolidad y la autodestrucción como concepto clave. Solo así se puede entender un film que desde el principio deja claras sus intenciones de juguetear con aquel espíritu extravagante del glam (ese platillo volante). No es raro que el film tome a Oscar Wilde como uno de sus modelos, un hombre adelantado a su tiempo.

Irónicamente, David Bowie no estuvo involucrado en el proyecto, aunque se incluyen numerosos guiños como el propio título (nombre alternativo de una de las primeras canciones de Bowie) o la primera frase que le dijo a su esposa Angela: “Do you jive?”, que es la misma que le dice Brian a Mandy, los personajes fictios. Bowie se negaría por querer hacer una película propia que nunca llegó a ningún lado y porque al leer el guion encontró referencias a una biografía no autorizada y a un libro de su ex mujer.

Velvet Goldmine es un tributo a aquella música que nos cambió para siempre, nos hizo soñar y nos embarcó en un futuro bulevar de sueños rotos.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Ozymandias_Iskander
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