Nicky, Ricky, Dicky y Dawn (Serie de TV)

Que puedo decir de esta serie muy predecible y tediosa. La historia de cuatrillizos que poco o nada tiene que ver: tres chicos que son expertos en meterse en líos, seguros de sí mismos y que sus nombres tienen sus rimas (Nicky, Ricky y Dicky) y la niña que no rima (Dawn) que se cree que es la última coca cola del desierto posándose de erúdita y que busca las soluciones a través de su buenaondismo.
Sus padres sobreprotectores y que quieren mantener la familia unida: Anne Harper quiere que sus hijos no crezcan por ningún motivo y Tom Harper el padre bastante pueril que quiere tener una tienda deportiva.
Historias recicladas, repetitivas y desangeladas que pierden la gracia y más si le ponen gritería a la serie ahondando el poco hilo de la historia y sus padres siguiendo la corriente.
Como ésta y otras series que dejan mucho que desear, sigo insistiendo que Nickelodeon hace rato perdió el rumbo y que debería recuperarlo mediante una purga de todo tipo: elenco, libretistas, productores ejecutivos para ver si por fin le mete diente y mano a su actual situación.
Por lo tanto, si en Nickelodeon llueve, en Disney tampoco escampa con sus productos infumables y que van de la misma mano: tramas rebuscadas, chistes remalos y creatividad anacrónica que no se sabe quien es el peor. Que entre el diablo y escoja.

De las series de Nickelodeon que me toca ver esta es de las peores, junto con los Thunderman. No sé si es un problema mío o si realmente es así de mala, pero no me gusta prácticamente nada. Evidentemente está dirigida a un público infantil, y por tanto no podemos esperar ver determinados temas o tratamientos, pero cada vez que comienza un episodio no puedo dejar de pensar que es un producto rancio, poco original y moñón hasta decir basta, muy parecido a muchos que se emitían en mi niñez aunque con un mejor acabado formal. Esos niños tan correctos, tan pulcros; esas casas tan enormes y perfectas; esa tienda de deportes mejor abastecida que el mayor de los Decathlon; esos finales tan felices y empalagosos. Todo es tan previsible.

Vamos, hasta el título me tira p'atrás.

¿De verdad esto es lo mejor que se puede ofrecer a los chavales?