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Tengo sueños eléctricos

Drama En contra de los deseos de Eva, su madre quiere reformar la casa y deshacerse del gato, que, desorientado desde el divorcio, orina por todas partes. Eva quiere irse a vivir con su padre, quien, desorientado como el gato, vive una segunda adolescencia. (FILMAFFINITY)
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Críticas 7
Críticas ordenadas por utilidad
28 de febrero de 2023
11 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
La ruptura de una pareja desestabiliza la vida de padres e hijos. Los sentimientos nunca se expresan. Tan sólo sabemos que todos sufren. Nadie busca entender el dolor ni aceptar responsabilidades. Se trata de una adolescencia eterna. Los hijos deben encontrar su identidad envueltos en resentimiento y confusión.

La irresponsabilidad se oculta a través de reacciones violentas, de drogas y de relaciones sexuales sin sentimientos. Los vacíos y los fracasos se cierran en falso sin aceptar nuestra responsabilidad. Todos los personajes creen poder cambiar mágicamente. La solución a sus problemas siempre está fuera de ellos. La búsqueda de un hogar, la necesidad de cariño quedan en suspenso. Escribamos poemas para entender lo que sentimos.
Lupo
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27 de marzo de 2023
11 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Maurel es de esa de generación de directoras ticas que no hacen cine solo por ganar fondos o pasear en festivales internacionales de cine. Es una cineasta que desde sus cortometrajes se nota el tratamiento y valentía para desarrollar a sus personajes. Valentía, una palabra que deberían aprender los cineastas venideros y vigentes de nuestro pequeño círculo audiovisual. Tengo sueños eléctricos enfrenta dos personajes y dos generaciones, dos personajes separados por su género/sexo y como desde esa naturaleza se puede desarrollar en una sociedad costarricense que sigue teniendo horribles estándares. Eva, Eva como aquella primera mujer del Génesis está en un mar de sensaciones causadas por su situación familiar y un círculo lleno de violencia de género que se ignora desde la mismísima primera escena, esa primera escena resume todo el filme, es un pequeño y sutil spoiler para entender el contexto y relación de sus personajes. El filme está increíblemente actuado, Maurel es una gran directora de actores/actrices y aquí saca lo peor y lo mejor de sus personajes, es cierto que el filme divaga un poco en medio de su desarrollo, pero todo el filme tiene esa sensación de incomodidad y desagrado que es tan necesaria. Es una foto que nadie quiere ver, porque sí esto pasa día a día en nuestra sociedad, y los ticos y ticas como somos nos encanta mirar al lado y creer que eso es ficción. Por eso el filme es valiente, por eso es necesario, por eso es incómodo. Pero como si fuera poco en medio de ese San José horrible, adultocentrismos y machismos condecorados, Maurel deja el campo para la poesía urbana, y eso es de gran poder literario y discursivo. Lo de Yelena es una de las cosas más hermosas que ha pasado en el cine costarricense.

7.5/10

Opinión Final :Coming of age un tanto violento pero verosimil con algunas realidades costarricenses. Lo bueno de Maurel es que se atreve a cosas que cuesta ver en nuestro cine, esto no es solo el retrato de una familia disfuncional, es el retrato de una Costa Rica patriarcal y violenta que vive bajo la farsa de ser el país más feliz del mundo.
CINELOCURA
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1 de diciembre de 2022
10 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
*Dirección y guion con nombre propio

Tengo sueños eléctricos es, sin ninguna duda, una de las revelaciones de este año. La película traza un drama cotidiano sobre la relación padre e hija a través de la visión propia y significativa de Valentina Maurel.

La directora costarricense se estrenó en el gran formato con una pieza sobre la adolescencia, apartándose de la definición estricta de adultez y remarcando así la pregunta de: ¿Qué es ser adulto?

Del estilo de la directora se podrían subrayar muchos aspectos, pero sin duda destaca la narrativa visual por encima de lo expositivo. Tengo sueños eléctricos se caracteriza por el concepto de “menos es más” y queda reflejado desde el guion, que se caracteriza por el poco diálogo, los plantings y pay offs muy bien tratados y las metáforas tanto visuales como dialogadas que refuerzan la temática.

La estructura lineal de Tengo sueños eléctricos propone un in crescendo que culmina con una escena muy peculiar que no deja indiferente al espectador. Esta película hace un ejercicio de desgranar capas y tópicos sobre la adolescencia-adultez en la clase media costarricense. Se mantiene fiel a una imagen alejada del exotismo latinoamericano al que estamos acostumbrados desde Europa.

*Una interpretación espléndida de Daniela Marín y Reinaldo Amien

Daniela Marín encarna a Eva, una joven de dieciséis años que va descubriendo el mundo de los adultos y su lugar en él. Es un personaje lleno de contradicciones que evoluciona a medida que los adultos ejercen una relación de poder sobre ella. Lo interesante del personaje es la dualidad entre adultez y niñez que está sujeta a la situación en la que se encuentre con su padre, al que ayuda a buscar piso.

Esta figura, interpretada por Reinaldo Amien, se caracteriza por estar viviendo su segunda adolescencia. Su reciente divorcio ha hecho que vuelva a actuar como un adolescente mientras tiene que lidiar con los problemas de ser padre y referente para una chica a un paso de estar en la edad adulta.

La dupla entre Eva y su progenitor provoca una mejora sustancial en ambos personajes. En primer lugar, por cómo está representada la dualidad entre libertad y violencia que ejerce el progenitor sobre ella y, en segundo lugar, la existencia de un registro comunicativo que solo entienden entre ellos dos.

Ambos tienen una manera particular de comunicarse que, sin justificar la violencia, representa una manera de comunicación entre dos figuras de un mismo núcleo familiar. La relación entre estos dos personajes es la que mantiene la temática paterno-filial inherente en Tengo sueños eléctricos.

*La temática paterno-filial: nadie sabe lidiar con la vida

Tengo sueños eléctricos ofrece el viaje de Eva, pero también se detiene en el viaje de su padre, quien intenta huir del tipo de relación que mantuvo con su progenitor. Es una película que va de crecer, de que no dejamos de cambiar aunque seamos adultos y que estos cambios implican errores. Todos nos equivocamos, y los adultos son una figura que también sigue en evolución y por tanto errando, aunque tengan que ser referentes para sus descendientes.

A su vez, habla del descubrimiento sexual ligado al autoconocimiento en tiempos de crecimiento y desarrollo. Igualmente habla de la culpa desde una exploración sobre la adultez, exhibiendo así las distintas maneras de quererse dentro de cada núcleo familiar.

*Conclusión

No nos podemos olvidar de que Tengo sueños eléctricos es una ópera prima. El largometraje es muy potente, toca temáticas a la orden del día y desde un prisma distinto al que estamos acostumbrados a ver.

Está escrito y dirigido desde la cotidianidad -que tanto ha impactado en este 2022- y sin muchas pretensiones. Es una buena propuesta para todos aquellos que les gusten las películas sobre relaciones paterno-filiales y los coming-of-age desde una perspectiva más adulta.

Escrito por Christian Medrano Guerrero
Cinemagavia
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9 de abril de 2023
5 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Eva (Daniela Marín) es una joven de 16 años que luego de la separación de sus padres vive junto a su madre Anca (Vivian Rodríguez) y Sol (Adriana Castro) su hermana pequeña, no se siente cómoda por tanto tiene el anhelo de irse a vivir con su Martín (Reinaldo Amién), su padre, un tipo muy ambiguo de un carácter hasta contradictorio.

La protagonista se enfrenta así a dos realidades muy distintas, por un lado su mamá remodelado su casa gracias a una herencia de una tía, mientras por otro, su padre buscando su norte y como estabilizarse, todo esto acompañado de un elemento en común, los gritos y la violencia, su mamá intentando que esto se de en su casa, mientras que su padre que es amoroso tiene episodios muy marcados de violencia y agresiones que claramente, se deja entrever que eso fue lo que llevó al final de la relación con su pareja.

Mientras todo esto sucede, Eva va teniendo a su vez un despertar sexual, como también lo tuviera la protagonista de Lucía en el limbo (2019) su cortometraje más reconocido. Este interés y curiosidad también va a ser un elemento clave para el largometraje, mientras experimenta e intenta definir lo que siente, involucrándose de por medio con algunas personas.

Escrita y dirigida por la realizadora Valentina Maurel, se trata de su primer largometraje, el cual logra sostener con una historia atractiva e inquietante por partes iguales, para ella sin duda cabe destacar la construcción de los personajes principales, Martín es de los mejores personajes escritos a nivel nacional, un tipo de extremos, con gran sensibilidad pero con un carácter inmanejable.

Por otro lado Eva, una chica que se encuentra en una posición de rebeldía con ganas de experimentar, de llevar la contraria pero que de igual forma no deja de ser alguien sensible que únicamente quiere su bienestar y el de su gato Kuesi, pero lo mejor de todo es que no es una victima, solo se mueve por el mundo que le tocó y lo enfrenta.

A todo esto se le suma otro de los puntos más relevantes y mejor conseguidos de la película, la dirección de fotografía a cargo de Nicolas Wong, en este campo el costarricense más reconocido y acá nuevamente demuestra por qué, en este caso retratando una parte poco atractiva de san José pero que no deja de ser parte del país y de lo que deseaba la autora mostrar.

Tengo sueños eléctricos se posiciona como una muestra de cine valiente, que aborda de frente temas incomodos como el de la violencia intrafamiliar o las relaciones impropias, una gran película que por cierto, su titulo nace de un poema escrito por el personaje de Martín que resume buena parte de la convivencia de esta familia.
10P24H
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25 de febrero de 2024
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
‘’Tengo sueños eléctricos en los que mi padre cuando no puede arreglar algo lo revienta al piso. Se enoja, grita e insulta. Nos queremos a gritos, a veces a golpes. Así somos. Una horda de animales salvajes soñando con ser humanos. Hacen falta a veces varias vidas para entenderlo. La rabia que nos atraviesa no nos pertenece’’.


He elegido este monólogo del personaje interpretado por Reinaldo Amien para empezar mi reseña porque creo que define perfectamente la esencia de la cinta y el mensaje que la directora costarricense Valentina Maurel ha querido lanzar con su primera película.


‘’Tengo sueños eléctricos’’ nos sitúa en el día a día de Eva, una adolescente de 16 años que experimenta un momento realmente difícil en casa. Sus padres se acaban de divorciar y su mundo ha dado un giro de trecientos sesenta grados. Ahora vive con su madre y con su hermana pequeña en una casa en reformas, pero añora pasar tiempo junto a su padre y siempre que puede lo ayuda a buscar un nuevo departamento que tenga dos habitaciones para que ella pueda mudarse allí junto a su gato al que su madre le ha cogido manía porque debido al estrés del cambio el animal deja orines por toda la casa. Aparte de la difícil situación de su familia, Eva está pasando por un momento complejo debido a su edad que se manifiesta en el despertar de su sexualidad y la búsqueda de su identidad. La joven está construyendo los cimientos de la persona en la que va a convertirse en el futuro y no es nada fácil hacerlo cuando te toca crecer en una familia disfuncional con problemas evidentes que se pueden ver desde el minuto uno si prestas suficiente atención. Tan solo en la primera escena de la cinta ya podemos intuir esa tensión palpable y ese clima de violencia contenida existente entre los miembros de la familia. Y es que Eva no es la única adolescente de la familia. Su padre también está pasando por una segunda adolescencia en la que medir las consecuencias de los actos no es una opción y abrazarse al olvido sin preguntarse el motivo de los errores siempre parece ser la solución idónea.


El guion escrito por la directora en un ‘’yo me lo guiso, yo me lo como sobresaliente’’ guarda la apariencia de una coming of age de autodescubrimiento y crecimiento personal que tiene como protagonista a una adolescente tan frágil y confundida como sus propios progenitores. Sin embargo, lo verdaderamente interesante de la cinta es que tras esa apariencia se oculta algo más importante. Y es que la historia de Valentina Maurel nos habla de la violencia dentro del seno familiar. De cómo esta violencia surge, se manifiesta y se convierte en una carga hereditaria que pasa de padres a hijos generación tras generación. La directora realiza un trabajo magnífico al mostrar por ejemplo como Eva reproduce las mismas actitudes que ejerce su padre contra ella con su hermana pequeña. Podemos observar esta violencia casi desde el inicio. Esta reflejada en pequeños detalles y a medida que avanza el film se muestra con mayor claridad. El despertar sexual de Eva y la búsqueda de su identidad son solo un telón de fondo que esconde el verdadero mensaje de la cinta. Martín (el padre de Eva) no es tampoco el causante de esta violencia, aunque él la manifiesta desde un principio. Tan solo es una pieza más de un engranaje mucho mayor. Y es que cuando la historia se acerca a su desenlace descubrimos que Martín ha intentado con todas sus fuerzas tener una relación con sus hijas diferente a la que el mantuvo con su padre. Ha luchado sin cesar por alejar esa violencia de sus vidas. Sin embargo, la violencia y la rabia (las que incluso siente como propias Eva sin conocer su origen) están hundidas en su ADN y han penetrado en su piel hasta fundirse con sus huesos convirtiéndose en parte de su ser. Es esta violencia la causa que intuimos ha motivado la separación de esta familia y el divorcio entre los progenitores. No los ha afectado solo a ellos, sino que Eva y Sol (la hermana pequeña que se orina encima cada vez que escucha a su padre gritar) están profundamente marcadas por ella y les será muy difícil desprenderse de sus marcas. Solo cuando Eva se deshaga de la imagen idílica que deseaba conservar de su padre y acepte la verdad, podrá convertirse en una adulta que es capaz de comprender que esa espiral de violencia ni siquiera les pertenece a su padre o a ella.


Valentina Maurel crea un relato que no exime su crudeza mostrando imágenes que en algunos momentos llegan a resultar muy incómodas como la relación que se establece entre Eva y un amigo de su padre. Todos los actores y actrices hacen un trabajo espléndido pero la joven Daniela Marín Navarro ofrece una interpretación sorprendente con un personaje lleno de matices e intensidad que hace un retrato del deseo femenino sin esconder la fragilidad y vulnerabilidad de un personaje obligado a afrontar el dolor de abandonar su niñez y enfrentarse a un mundo de adultos caótico y desgarrador. Reinaldo Amien nos deja otra grata interpretación con un personaje al que odiarás y por el que al final no podrás evitar compadecerte. Aunque Vivian Rodríguez aparece menos tiempo en pantalla que sus compañeros nos regala una actuación cargada de intensidad. Incluso la pequeña Adriana Castro García realiza una interpretación sobresaliente como Sol.


En resumen, ‘’Tengo sueños eléctricos’’ es una cinta nada convencional que no teme adentrarse en su propia oscuridad, sacar a los monstruos que descansan debajo de la cama, desnudarlos para nosotros y ver de qué materia están hechos. Valentina Maurel se ha marcado un debut muy interesante que nos invita a seguir muy de cerca la estela de una prometedora directora a la que habrá que prestarle mucha atención de ahora en adelante. Una de las cintas más rompedoras de este pasado 2022. Si le dais una oportunidad, no os dejará indiferentes. Estoy segura de ello.
Nadja
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