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Finlandia

Drama. Fantástico Marta es diseñadora y realiza un viaje a Oaxaca para documentarse. Su forma de apreciar la realidad y la visión de sí misma cambia cuando comienza a convivir con las muxes, un colectivo que lucha por el reconocimiento de su género como un tipo más en la sociedad, a la vez que combate con sus propias pasiones, traumas y sentimientos escondidos. Un inesperado terremoto, que sacude todas las emociones de la comunidad, consigue finalmente ... [+]
Críticas 3
Críticas ordenadas por utilidad
9 de junio de 2022
8 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
*Cultura histórica

Horacio Alcalá y Jesús Caballero se sumergen en la historia de las muxes, conocido colectivo de la cultura mexicana que se considera el tercer género. En Finlandia, se profundiza en cómo viven entre la población, así como son percibidas por distintos sesgos en sociedad. A pesar de tener un origen histórico, el guion sabe plasmar la discriminación y el dolor que supone pertenecer a esta parte de Oaxaca. Sin embargo, no busca únicamente mostrar el lado negativo, sino también las ilusiones y el bagaje personal de cada una de las protagonistas. Gracias a ello, se realiza un relato humano, donde se comparten las alegrías y los momentos por los que transitan estas personas. Cada una de sus experiencias exponen temas como la dificultad de ser uno mismo, la falta de diversidad y las apariencias. Muy necesaria.

Este film supone una de las primeras veces en las que se retrata a las muxes. No obstante, Alcalá y Caballero no lo abordan desde una concepción aislada, sino que ofrecen un puente entre la sociedad más visible y este grupo de personas de Oaxaca. Por tanto, a través del personaje de Marta, se unen ambos universos con lo que ello conlleva. Dicho de otra forma, se hace una comparación emocional y certera sobre el consumismo, el capitalismo y el aprovechamiento de los desfavorecidos. Lejos de parecer oportunista, el público lo puede ver como una manera de expandir su universo y otorgar una experiencia más completa. Así, no se centra solo en la parte más personal, sino que se lanza a realizar un análisis interesante sobre la posición de los poderosos en el mundo y cómo se interacciona con ello.

*El descubrimiento

Andrea Guasch se mete en la piel de Marta, una joven diseñadora que viaja a México para inspirarse. De esta manera, se convierte en la maestra de ceremonias de Finlandia, conectando con el espectador en todo momento durante su viaje. Para Guasch, se trata de uno de sus papeles más personales, donde rompe con la imagen superflua que desprende su personaje al principio para explorar aristas y detalles muy ricos dramáticamente. Con lo cual, se desprende de cualquier artilugio para lanzarse ante la emoción de la sencillez, de la cercanía. Una actuación que parte desde la sinceridad. Por otro lado, Cuauhtli Jiménez luce un trabajo estupendo, a la altura de su compañera, llevando esa timidez a un auténtico maremoto de frustración y dolor. Además, lo adereza con una actuación en la que se ve esa dureza interior. Únicamente, hay algunas veces en las que está en un solo tono.

Noé Hernández es otro de los estupendos trabajos que se encuentra en el film. El actor se transforma en Delirio, mediante una propuesta luminosa que no se estanca en ella. Por lo que, favorablemente, es ese contrapunto positivo, pero manteniendo la verosimilitud y la cotidianidad. Asimismo, hay que destacar que protagoniza algunas de las secuencias más emotivas del largometraje, así como ese misticismo. Aun así, lo que hace del trabajo de Hernández una auténtica maravilla es la familiaridad de su relación sentimental, la cual le hace brillar. Por otra parte, Ángeles Cruz y Érick Israel Consuelo profundizan en sus personajes con la coherencia que les exige su contexto. Mientras que Cruz expone ese carácter férreo, Consuelo expone a la perfección la fragilidad y la ingenuidad. En ambos casos, le dan una naturalidad absoluta y su arco narrativo les permite exprimir su trabajo al máximo.

*Realismo mágico

A pesar de su título, Finlandia no lleva a las tierras europeas del norte, sino que introduce al espectador en Oaxaca, en México. Para comenzar, el montaje ha sabido captar la dicotomía entre la frialdad que emana, en ocasiones, el maleable mundo de la moda, frente a la vida de los pueblos. A pesar de poder ser algo fullero en su justificación, a nivel estético se fabrica de tal forma que termina por ser narrativamente un acierto. Una vez el viaje llega al estado mexicano, aprovecha las posibilidades que le ofrece la dirección de arte y las localizaciones. Gracias a ello, la magia que emana de la propia tierra hace acto de presencia ante la cámara, dejando fascinados a los espectadores por el microuniverso que se forma. Con lo cual, artísticamente, logra un resultado cautivador.

La fotografía también consigue sacar partido a los elementos frente a la cámara, con planos que podrían ser un cuadro en vivo. Además, hay que mencionar el cuidado de los colores, ofreciendo un conglomerado en el que se mezclan los tonos cálidos, más áridos, junto a los más vivos que se relacionan con los vestidos y la cultura de las muxes. Esa combinación adquiere un significado especial, dejando absortos a los espectadores al mirarlo. Después, el diseño de vestuario es uno de los mejores aspectos del film. Una auténtica maravilla que deja obnubilado al público por la gran calidad que se presenta en ellos. Por lo que, es un auténtico y grandioso homenaje a la cultura muxe, transmitiendo sus formas de vida mediante las imágenes. En resumen, un film que se convierte en una auténtica experiencia visual.

*Conclusión

Finlandia reivindica las vidas de las muxes con un guion que tiende puentes entre la cultura occidental y la historia de esta comunidad de Oaxaca. Además, no se queda en una mera exposición de cómo viven, sino que ahonda en la vida de sus protagonistas, ofreciendo un relato con matices y profundidad. También se realiza una crítica social importante de reflexionar, como la desigualdad económica, el poder social y la discriminación LGTBQ+. A nivel interpretativo, el reparto ejecuta unas interpretaciones estupendas, lideradas por una sincera y emotiva Andrea Guasch. Por otra parte, la realización técnica es una maravilla, llevando a esos parajes, al mismo tiempo que se fabrica una identidad brillante en el apartado visual y artístico. El tercer género rompe las sombras para traer un legado cultural interesante y atrayente.

Escrito por Diego Da Costa
Cinemagavia
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6 de julio de 2022
6 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
La pantalla de cine es un lienzo en blanco que funciona como receptáculo de luz. En ella se añaden los elementos que van dando forma a la composición y al encuadre. De la misma manera que un pintor gestiona sus utensilios, el director de cine sabe como manipular los destellos de luz encomendados al proyector; un rito que desde hace algo más de un siglo se viene repitiendo cada vez que se apagan las luces en la sala del cine. Comprobar el comportamiento de la luz tiene algo de ancestral y místico. Amaestrarla, toma un cariz puramente antropológico que esculpe los designios universales del ser humano.

Horacio Alcalá dirige ‘Finlandia’ (2021) con el bagaje de la universalidad. Entre sus imágenes y sonidos se esconden vidas y vivencias, que implosionan como un sólido lamento capaz de alterar el orden de lo establecido, ofreciendo una nueva oportunidad de vida. Un trabajo calificado por su propio realizador como —un proyecto pequeño que se ha extendido durante cuatro años—. Para ello nos invita a un viaje iniciático que tiene su origen en Madrid con destino a la región mexicana de Guajaco. Marta (Andrea Guasch), viaja a la región por orden de la agencia de moda en la que trabaja, con el objetivo de recopilar patrones y modelos que serán reproducidos en el momento de su regreso. Con el robo de la identidad a modo de crítica desde el inicio, allí conocerá el mundo de las muxes, colectivo a medio camino entre lo “humano y la deidad”, que busca su reconocimiento como tercer género en un mundo hostil y machista que las rechaza.

Alcalá forja una compleja historia que converge de forma polifónica a través de varios personajes, mientras se dan cita el folklore y la idiosincrasia de un recóndito pueblo. La quimérica Finlandia, como lugar utópico de escape, contrasta con este lugar preso de sus tradiciones. Nos muestra sin tapujos la fragilidad de la existencia humana y su imperiosa necesidad de exorcizarse de sus dolores. Modos de vivir que van en contra de las propias creencias, refugiándose, en último término, dentro de la búsquela del amor entre personas sin importar su naturaleza. Es esa Finlandia soñada que se presenta gélida e inalcanzable: un mito, un tótem, el objetivo a alcanzar.

La capacidad de escuchar y escucharse, sin importar que sea con el ronroneo de una caracola o las ondas de un auricular. Dar y darse para conseguir una nueva identidad y tener la oportunidad extraordinaria volver con nuevo perfil. Pájaros de bellos plumajes enjaulados con deseos de liberarse, como un Cadillac Thunderbird, que desconoce si será capaz de alcanzar el otro lado del cañón.

Un film con el hálito de la plasticidad de Vermeer, filmado casi en su totalidad bajo la luz natural. Cada encuadre un óleo; este parece ser el propósito perpetuo de Horacio Alcalá. Imágenes estilizadas con un acabado cromático apabullante, acompañando a la música autóctona, la de partitura, fundida con composiciones clásicas de Mahler. Un largometraje contemplativo en el que los silencios son capaces de expresar tanto o más que sus diálogos. Un lamento de la humanidad a la propia Tierra que, generosa, concede el resplandor de un nuevo despertar. Compleja y misteriosa, con un acabado pulidísimo que seduce al espectador para un futuro visionado, retando a contemplar un fresco totalmente distinto del inicial. Una reivindicación, un grito estremecedor, un profundo lamento: todo esto y más puede ser ‘Finlandia’. Una brecha inalcanzable con capacidad de mutar y cautivar.



https://cinemiamor.wordpress.com/2022/07/07/lamentos-en-la-roca-finlandia-2021-horacio-alcala/
Marcos B
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8 de julio de 2023
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
El director mexicano Horacio Alcalá (1978) se estrena en la ficción sin abandonar su mirada como documentalista con una narrativa que siempre busca la belleza estética en lo formal. Consigue en estos dos aspectos darnos a conocer al colectivo zapoteca de las muxe, básicamente hombres que asumen roles femeninos en todos los ámbitos de su vida.
 
Es una aproximación a un colectivo complejo, a sus rituales festivos integradores como las fiestas llamadas "Velas" y a su labor social dentro de la familia y artística. A mi juicio todo ello queda lastrado por una ficción que no acaba de encontrar su foco tanto en las penalidades sentimentales de algunas de sus miembros como en la toma de conciencia de esa europea que viene a colonizar ideas y acaba por independizarse al contacto con estas muxes. Todo ello muy forzado, amén de que a la interpretación de Andrea Guasch y a su personaje les falta un hervor.

Añade Alcalá al guiso un realismo mágico, en un intento de conectar a la madre tierra con el dolor de estas mujeres que tampoco consigue calar, en mi caso, emocionalmente como si lo hace, por poner un ejemplo de su utilización en este mismo año, en la costaricense "Clara sola" (Nathalie Álvarez Mesén).
La fotografía de David Palacios y el puntaje musical de Esteban Testolini, junto con la interpretación sentida de las muxes elevan la propuesta.

P.D.: Para saber más sobre este colectivo el documental:  "Muxes: Auténticas, intrépidas y buscadoras de peligro" (Alejandra Islas/2005) 

cineziete
ELZIETE
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