Deliciosa y sorprendentemente ácida comedia familiar mucho más mordaz y arriesgada de lo que parecía en un principio. Cuando la trama gira para centrarse en el entierro "vikingo" del abuelo por parte de unos niños y las causas de dicha elección, la película gana enteros y demuestra no ser una comedia familiar al uso, sorprendiendo al espectador. La cinta se aleja entonces de la estructura habitual de este tipo de films, más basados en el “casi-tomar-el-camino-arriesgado” frente a la valentía de la propuesta de Nuestro último verano en Escocia, que no solo la retoma si no que la lleva hasta sus últimas consecuencias con unos elegantes toques de humor negro que acaban por redondear el conjunto.

La labor de los actores es loable, destacando una Rosamund Pike intentando que olvidemos su aplaudida interpretación de la peor persona viva en Perdida (con guiño incluido a la película, o así lo entendemos nosotros en la escena en el lavabo) y unos solventes David Tennant y Billy Connolly.

Sin embargo, el peso de la película lo llevan los niños, escogidos con acierto y que convierten cada intervención suya en un momento brillante y lúcido. Simbolizan aquí el peso de la inocencia, la bondad y la simplicidad de lo esencial frente a un asfixiante mundo adulto repleto de conflictividad, mentira y violencia verbal. También son los responsable del lado más cómico de la cinta, con su interminables interrogatorios y sus aplastantes conclusiones, tan ácidas como irónicas, hechizando con su exacerbada inocencia al espectador.

Una entrañable fábula moralizante, con un refrescante y revitalizante mensaje sobre la estupidez que reina entre los adultos, sobre no juzgar a las personas de nuestro entorno, aprovechar el momento, despojarse de prejuicios y hacer más sencillas las cosas.

Nuestro último verano en Escocia es una deliciosa comedia digna de ver. Si además, está enmarcada en los apabullantes marcos paisajísticos escoceses, el conjunto suma varios enteros y alcanza un más que merecido notable. Junto a La Familia Belier, la comedia familiar del año.

Nota: 7/10

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Sin aspavientos, la premisa de la película es devastadora desde su propuesta inicial. Magda es una maestra en paro que, tras ser diagnosticada de cáncer de mama, reacciona gestionando toda la fuerza que lleva dentro más allá de lo imaginable y tratando de sacar adelante a la vida que tiene en su interior en la más absoluta de las adversidades.

Una brutal premisa que se sumerge de lleno en el poético y único universo de un Medem 100% fiel a sí mismo, con todo lo que ello implica. Melodramática, excesiva y evocadora, "Ma ma" no es una película que busque el idilio con el espectador, si no más bien todo lo contrario. Desde el primer minuto lo enfrenta, cara a cara, con personajes desnortados, víctima de las más grandes desgracias, sin ápice de compasión.

A partir de ahí, Medem intenta, como siempre, hacer una fábula acerca de la vida y sus miserias en la que, incluso en este caso, haya numerosos momentos de optimismo, humor y una frágil, pero conseguida, felicidad. Con una matriz eminentemente femenina, como viene siendo característico en el director, la película triunfa en la transmisión de su mundo, de su filosofía y de lo que quiere contar por encima de la lógica narrativa, en lo que parece haber sido una apuesta personal del director.

El vasco despliega aquí todo “modus operandi” estilístico, en un elogiable ejercicio de reafirmación. Medem, convertido en uno de los directores más infravalorados del país, en una rara avis en la industria cinematográfica nacional, lejos de retractarse, de pedir perdón, refuerza su personalidad en cada uno de los fotogramas del film, en el que uno puede encontrar reminiscencias de toda su obra, desde aquella lejana La Ardilla Roja, a Caótica Ana pasando por Los Amantes del Círculo Polar. Las consecuencias se han hecho notar y "Ma ma" ha recibido una acogida crítica y de público mucho más fría de lo que merecía.

Como eje de todo, una elogiable Penélope Cruz que está, simplemente, impresionante. Involucrada de lleno en el proyecto, ya desde su producción, la madrileña no desaprovecha ningún momento para demostrar su racial belleza inherente a un carisma desbocado, que logra brillar en algunos momentos como no lo hacía desde los cánticos en Volver o su “Niñata de mierda” en Vicky Cristina Barcelona. Sus ojos, emocionados y cristalinos, en la última escena, repletos de alegría, miedo, agradecimiento, ternura y agridulce felicidad, todo a la vez, deberían servir para que todos los que han cuestionado alguna vez su talento callen sus bocas para siempre.

En conclusión, "Ma ma" no es una película fallida, por mucho que la acogida crítica mayoritaria la haya aceptado como tal. Apostamos que muchos de los medios tenían la crítica escrita de antemano. Y es no es demasiado justo. Nosotros, desde aquí, aplaudimos a Penélope Cruz por usar su estatus para desempolvar del cajón guiones como estos y apostar por talentos en horas más bajas, como es el caso de este genio, emocionante, arriesgado e incomprendido, que es este poeta-director llamado Julio Médem.

Nota: 8/10

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“Algunas personas cambian tu vida para siempre”

Lo último de Todd Haynnes contaba con tres ingredientes que convertían su visionado en obligatorio. En primer lugar, su temática lésbica, conocido fetiche de esta redacción. Segundo, su carrera de nominaciones en Premios y Festivales (a pesar de haberse caído en el último momento en la categoría de “Mejor Pelicula” en los Oscars). Y tercero, Cate Blanchett, una de las mejores actrices del cine de los últimos años. Pero a pesar de todo ello, la sensación al salir de la sala es que a “Carol” le falta algo.

Ambientada en Nueva York en los años 50, Therese (Rooney Mara) y Carol son dos mujeres atrapadas por una sociedad represiva que se conocen por casualidad, y surge entre ellas una relación especial. No es explícita, pero no hay dudas de la atracción y el deseo que sienten desde el principio. Sus miradas (más inocente y frágil, pero también decidida, de Therese, y más madura, segura y a ratos seductora de Carol) y sus movimientos hablan por sí solos, y la sublime interpretación e indudable química entre ambas actrices traspasa la pantalla dejando claro que sin ellas, la película no sería lo mismo.

Siempre es más difícil sugerir que enseñar, y ya solo por eso hay que dar la enhorabuena a Haynnes. No es hasta la mitad de la película cuando vemos por primera vez una caricia, un beso y una escena de sexo, pero la espera hace más emocionante el momento. Un encuentro que recuerda inevitablemente al de “La Vida De Adele”, no tan intenso en este caso, pero apasionante a su manera y por motivos propios. Y es que, a pesar del leitmotiv común de ambas películas, todo lo demás en ellas es diferente: Desde los diálogos y el desarrollo de los personajes (influenciado por el contexto de cada una), a la fotografía y el estilo.

Así es como “Carol” destaca desde el primer minuto por su sutileza, su elegancia y su delicada narración casi poética. Pero a su vez, patina en su excesivo metraje, con escenas y personajes innecesarios que hacen que la cinta caiga en un ritmo lento, casi aburrido, básicamente en su primera mitad, hasta el final del road trip de la pareja, justo cuando se destapa el conflicto y el drama. Es la gran labor de las actrices lo que la mantiene a flote. No en vano, al final sus aciertos ganan a sus fallos y no hay duda de que se trata de una valiente historia de amor, contada de una forma preciosa, que rompe con las normas de la época y en un entorno opuesto que cuestiona la moralidad de su naturaleza y de sus sentimientos. No es la primera vez que se ve en el cine (diez años ya desde “Brokeback Mountain”), pero nunca serán demasiadas.

“Y lo que digan los demás está de más”

Nota: 7/10

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Nunca nos gastaremos suficiente dinero en salvar a Matt Damon. Esa parece ser la premisa fundamental de un Hollywood que ha alumbrado varias películas bajo esta premisa. Completando con el film de Ridley Scott, ya podríamos hacer una trilogía completa de esta temática, tras Salvar al Soldado Ryan e Interestelar.

No obstante, encajaremos Marte (The Martian) dentro de la trilogía espacial que se ha formado en los tres últimos años, junto con Gravity e Interestelar, para formar unos de los trípticos cinematográficos más interesantes del cine, situando al espacio exterior como escenario principal y alcanzando unas cuotas de notoriedad que no se lograban desde 2001: Odisea en el espacio.

No dudamos que ser la última en llegar ha perjudicado las expectativas de Marte, que poco tenía que hacer ante dos películas de la talla de las ya mencionadas. Sin embargo, a sabiendas de ello, es difícil despojarse de la sensación de que estamos ante una obra menor en comparación de las películas de Sandra Bullock y Matthew McConaughey. Con ambas guarda numerosas reminiscencias (ese rescate a Matt Damon, esas escenas de astronautas en el espacio), que sin ser calcadas, recuerdan vivamente a escenas ya vistas anteriormente, que además, no logran, en ninguno de los dos casos, superar su brillantez.

Temáticamente, en el caso de The Martian, el personaje de Matt Damon, es dado por muerto tras una terrible tormenta en Marte durante una misión tripulada. Sin embargo, en realidad, sobrevivió y por ello, se encuentra atrapado y solo en el hostil planeta rojo, con pocos suministros y un ingente instinto de supervivencia que le hará luchar por sobrevivir hasta límites insospechados. De hecho, este instinto es tan exagerado que en algún momento roza lo paródico, con Damon plantando cientos de patatas en un huerto marciano mientras escucha a Gloria Gaynor y hace "poses" para fotos, haciéndote dudar en algún momento de si está en Marte o en Chueca.

A su favor, algunos originales toques de forma, como el uso de música dance como BSO, o un epílogo más cercano a la comedia, le acaban de aportar la personalidad adicional (que necesitaba urgentemente). Los actores están correctos, hacen su labor, pero sin que destaquen en ningún momento. Sorprendentemente, ni Jessica Chastain tiene un momento en el que gritar Oscar, como viene siendo habitual.

Pese a todo, y sumando un desarrollo previsible y una duración excesiva, The Martian no es una película fallida. Tiene a su favor la sólida dirección de Ridley Scott, el poder de la historia que cuenta y sobre todo, lo emblemático y épico de su propuesta, para hacer que el espectador salga de la sala con un buen sabor de boca.

Nota: 6.6

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Woody Allen vuelve, una vez más, puntual a su cita anual con los espectadores. De todos es sabido, que en esta frenética espiral creativa, es imposible mantener un nivel excelente. Todos lo sabemos e incluso él mismo lo sabe. Allen sabe que uno de cada cinco de sus proyectos será una obra maestra, uno será "A Roma con Amor" (mala), y los otros tres, serán “del montón”. Y en el caso de Woody, no podemos negar que estamos hablando de un “montón indudablemente bueno”.

Irrational man pertenece a esta última categoría, a su clase media, obras cuidadas, disfrutables, pero que no están destinadas a trascender. Entretenida, suspicaz e inteligente, no puede evitar dejar la sensación de que estamos ante una Match Point descafeinada.

Pretenciosa en lo intelectual y éticamente perversa, Irrational Man recupera, acertadamente, al Woody Allen más negro y maquiavélico. De hecho, es el momento en el que el norteamericano deja de centrarse en la poco interesante crisis emocional de Joaquin Phoenix y su relación “paternosexual” con Big Eyes (Emma Stone), para atajar de una curiosa manera el drama existencial del sentido de la vida y la cuestión moral de la justicia cuando la película comienza a ganar enteros.

Con un final que recrea todavía más reminiscencias a Match Point, en el que la pelota de tenis es aquí una mini linterna, Irrational man no esconde su falta de pretensiones ni sus escasas intenciones de destacar en la extensa filmografía del prolífico director. El film se conforma con ser una pieza disfrutable, con un par de buenas ideas y algunas reflexiones interesantes, aderezadas con unos muy solventes Emma Stone y Joaquin Phoenix, que vuelve a demostrar aquí la enorme versatilidad de un actor que nos enamoró para siempre en Her.

NOTA: 67 / 100

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