Haz click aquí para copiar la URL
España España · Santander
Voto de Simsolo:
9
Western Un extraño aterroriza a la gente de los asentamientos de una pequeña población, llegando a matar incluso a Fee, el fundador de la ciudad... (FILMAFFINITY)
8 de enero de 2019
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay películas que, sencillamente, no encajan. “Welcome to Hard Times” (prefiero eludir el título patrio, claramente deudor del peor espagueti western), es una de ellas. Por mucho que trates de introducirla en el molde preconcebido –un western de finales de los sesenta, con todo lo que eso conlleva- las aristas y sutilezas lo impiden. La he visto varias veces, en ocasiones completa, otras a ramalazos consecuencia de sorpresivos pases televisivos. Siempre me ha sorprendido. De un modo y otro, cada visionado descubre un nuevo apunte estilístico o de guion. Primero fue la extrañeza, ese prólogo gótico trasladado al oeste de siempre. Después el primor de su composición y, finalmente, una poesía desgarrada que entronca con la épica de un país en construcción. Resulta impagable, al respecto, la aparición del burócrata con su despacho a lomos de un dudoso semoviente, su afán cansino por dar forma legal a lo que allí sucede. Cada episodio encierra una reflexión y va construyendo el drama íntimo, la catarsis plural.

“Welcome to Hard Times” regala humor y tragedia, un pesimismo mineral, aportado por el paisaje, y una inusitada belleza en sus transiciones. Aquí el tempo estacional, el fluir de las cosas, no es relleno para una cancioncilla pegadiza, sino profundidad. El amigo Burt Kennedy siempre fue mejor escritor que director, pero aquí encontró un aliado literario que densifica sus ligerezas y lo deslavazado de otras aportaciones suyas al género: el viejo E.L. Doctorow, cronista ambiguo de un país que todos amamos y padecemos. Es de esas películas que hoy chirría: se toma sus buenos minutos en contar las anécdotas, en desnaturalizar la epopeya vistiéndola de harapos y polvo. Blue (triste hasta en el nombre) resulta un héroe moderno, la civilización enfrentada a la tiranía del destino y el azar de los disparos.

Todos sus protagonistas tienen dobleces, zonas oscuras de odio y cobardía. Hasta el crío no es un ejemplo de inocencia, sino un saco de pequeños odios. El corifeo de prostitutas, el tendero emprendedor, ese dueño de hotel y el bucólico y alocado Warren Oates, aportan sinceridad y fraude, nostalgia y pena. Que a pesar de las muertes y los fracasos, triunfe un desnortado amor, no despeja el horizonte. Las redenciones son también una pérdida. Más tarde o más temprano nuestro perdido villorrio tendrá otro diablo. Quizás no sea tan apocalíptico como el gran Aldo Ray. Tal vez termine siendo el progreso mismo, la tiranía de la política y los nuevos tiempos y el ferrocarril, los que dividan en dos definitivamente este puñado de casuchas y vidas.
Simsolo
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow