Ya no existen los circos de ferias, esos espectáculos ambulantes en donde se explotaban las deformidades físicas al estilo el hombre elefante o la mujer barbuda. No obstante, ese placer morboso voyeurístico no se ha ido del todo: simplemente ha cobrado otras formas. Amor ciego va al frente con un Jack Black siempre bien intencionado, pero esta peli no engaña si la mirás "con otros ojos" que los del entretenimiento.

Así como el final felíz tipicamente norteamericano ya no convence si su envase es de dudosa honestidad, Amor ciego quiere hacer ver un mundo de valores profundos cuando en realidad la trama misma se encarga de burlarse de esos fenómenos de circo pero ahondando, eso sí, en la belleza interna. De un humor que no logra alcanzar la ironía inteligente sino que cae en el grotesco más burdo, a la peli de los Farrely solo se la puede elogiar por presentar un buen ritmo, un adecuado devenir narrativo y cierta ambivalencia en el tono del mensaje. Y nada más.
Un mandato paterno embruja a Jack Black, ve el mundo con ojos superficiales. Un nuevo embrujo le quita esa visión y le abre las puertas a la percepción de la belleza más profunda. Pero insisto, la cámara es tan subjetiva desde lo que vemos a través de sus ojos como cínica desde el momento en que se ríe de los defectos físicos, conformando los gags de turno que hacen "risueña" a la obra. Entonces cuidado, porque una piba con el rostro quemado de pronto es bonita, hasta que se revela la verdad y el gusto a demagogia en este caso me da arcadas.

Son preferibles las comedias tan "sencillas" como ésta pero de mensaje más transparente. Amor ciego alude a una mirada desprejuiciada, pero exacerbando ese prejuicio que se encarga románticamente de criticar.