Esta "inesperada" producción de los Coen, aparentemente de bajo presupuesto aunque con un brillantemente elegido plantel de actores tan desconocidos como solventes (haciéndole la cobra al tirón comercial), goza de ese tono cómico socarrón, irreverente y exasperantemente cotidiano que caracteriza al estilo cinematográfico de los Coen: satisfacer sin lujos.
Por encima de todo, en esta cinta, los Cohen miran a las creencias religiosas con sarcasmo, en este caso a su impuesta fe (aceptan el misterio), el judaismo, y el resultado es una diatriba (desde dentro) sibilina de dicha fe, que considero imposible que pueda ofender a nadie.
Especial mención merece la interpretación del protagonista, simbólicamente caracterizado como el personaje bíblico Job, que, amén de su infinita paciencia, no se tambalea su filosofía de seguir adelante a cualquier precio aunque la vida no se lo ponga nada fácil.
No será la película más aclamada de los Coen, pero es una obra que, sin fuegos de artificio, entretiene por inesperada y hace pasar un buen rato.
"Choque de culturas".