En 2016, Nick Antosca y Syfy se aliaron para sacar adelante la serie de antología "Channel Zero", una forma de llevar a la pantalla en temporadas autoconclusivas algunas de las leyendas de internet (los llamados 'creepypastas') más conocidas y aterradoras. Si algún día se hiciera algo parecido en España, sería "Campamento Albanta", porque a nivel de medios, ejecución e incluso construcción de personajes viene a ser básicamente lo mismo. ¿Su mayor pega? Que no se ha estrenado en Netflix y por tanto no la ha visto casi nadie.

La idea no es mala: un montón de chavales llegan a un campamento donde van a tener que superar sus traumas del pasado, y su único objetivo más allá de esa especie de terapia de grupo será mantener encendido el fuego de una hoguera. Por el camino, puertas que aparecen en mitad del bosque y llevan a otra dimensión, un misterio a resolver y numerosos guiños y acercamientos a la ficción norteamericana, que funcionan de forma competente no por su originalidad sino por su eficacia. ¿El problema? Que quiere ir más allá.

En "Campamento Albanta" hay una necesidad, forzada y torpe, de dar un pasado a sus personajes y profundizar en torno a ellos al estilo de "Perdidos", con flashbacks y una narración desordenada. Pero llega muy tarde, lo hace sin especial gracia y en muchos casos los traumas son tan extremadamente burdos o directamente están tan mal ejecutados que casi dan vergüenza ajena. O sin el casi. Por suerte el nivel de locura y tontunas es suficientemente elevado como para que se pueda pasar por alto este intento de (mala) ficción social y es posible refugiarse en la valentía de sus creadores al mezclar tantas cosas y que más o menos sea entretenida mientras dura. Seis episodios que se ven en un suspiro y que tal como está la cosa, tampoco es como para quitarle mérito, la verdad.