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España España · Málaga
Voto de Lukas:
7
Romance. Drama Suzanne es una joven de 16 años que, a pesar de su edad, tiene una vida sexual muy activa, pero sus relaciones con los chicos no van más allá del sexo; para ella son simplemente una forma de encontrar alivio de su estresante familia parisina. Su ambiente en casa es todo menos agradable: tiene una madre neurótica, un padre dominante al que no le gusta su manera de ser y un hermano que la golpea. (FILMAFFINITY)
29 de enero de 2023
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película en apariencia ligera, que esconde un drama poderoso en su interior. Lo que empieza en forma de comedia de corte teatral, poco a poco se va enredando, y el espectador se mete de lleno en un drama familiar, ese tema tan concurrido. En realidad, lo que tenemos aquí es el retrato magistral de una jovencita de 16 años, que se encuentra, como todos los jóvenes de esa edad, un poco perdida en la vida. Estamos en 1983, además, un tiempo remoto carente de las tecnologías tontas de hoy en día. Es decir, un tiempo natural, de aventuras al aire libre, teléfonos fijos nada más, coches vulgares, y machismo rampante. Todo eso hemos de tenerlo en cuenta, para no juzgar con la óptica actual estas imágenes de hace ya cuarenta años.

Para contar la historia de Suzanne, su devenir sentimental, Maurice Pialat cuenta con una joven actriz, Sandrine Bonnaire, sin cuya naturalidad y fuerza expresiva no es posible llevar adelante semejante empeño. Ella es, casi todo el tiempo, el centro de la imagen, presente en casi todas las secuencias, de un magnetismo tal, que hechiza la pantalla. Se mueve como pez en el agua por todos los caminos, es la presencia ineludible, es la chica mágica de la fiesta, es la que se acuesta con todos. ¿Qué quiere Suzanne?, sentirse libre, despejarse un poco, liberarse de ese agobio, esa atmósfera opresiva que es su casa familiar: un padre tiránico (el propio Pialat), una madre histérica, un hermano pegado a las faldas de la madre y que se cree que la puede proteger a base de guantazos. Lo bueno del director (del guión, en general), es que la historia se cuenta de menos a más intensidad: suave comedia, enredos eróticos, y luego el dramón familiar. Así, cuando llegamos al clímax, ya podemos entender por fin por qué actúa así nuestra heroína, por qué esa promiscuidad.

Podemos hacer muchas interpretaciones, de todo tipo, del comportamiento de Suzanne. Lo que importa aquí, para el espectador medio, es que estamos ante una obra especial, de gran calado, que se agranda cuando ya se acabó, y sigue viviendo en nuestra memoria. Como ya han señalado otras críticas, hay secuencias estupendas, que dejan huella. Tal vez la más honda, de una melancolía fatal, es ésa de S. bajo la lluvia, mientras suena “The Cold Song” de Purcell, con Klaus Nomi. Toda esa parte final, que muestra a las claras, de forma descarnada, el desastre familiar, es excelente, y más si luego sabemos que fue improvisada, en parte. Es esa naturalidad que respira el filme, desde su inicio, lo que le da su grandeza. Cuarenta años después, sigue siendo un testimonio maravilloso sobre las dificultades de hacerse mayor.
Lukas
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