La trama se desarrolla en una distopía en tiempo presente que parte de una epidemia que se contagia entre humanos y que provoca mutaciones progresivas hacia una apariencia y un comportamiento de un animal en concreto. Aunque la primera respuesta de las autoridades es inclusiva y de búsqueda de una solución medicalizada, el peligro físico, el temor a la alarma social y la posible propagación hace que se opte por un confinamiento selectivo en un espacio amplio y cerrado . Ante esta posibilidad, François y Émile, padre e hijo, optan por seguir a la madre afectada para no perder el contacto e intentar una liberación.

El director Thomas Cailley ya trató muy acertadamente el tráfico hacia la madurez en "Les combatens" (2015) para adentrarse esta ocasión en otro tipo de cambio que supone también un camino arduo y doloroso donde la aceptación y la tolerancia deben ponerse en modo activo para superar miedos y prejuicios. El director opta en las primeras escenas por abrir múltiples temáticas de actualidad en torno a las servidumbres del progreso urbanita y desconectado de la "madre naturaleza", de la medicalización excesiva, de los conflictos generacionales o de las contradicciones diversas en torno a las "tendencias " dentro de la salud y la alimentación. Las temáticas anteriormente citadas serán tratadas con mayor o menor amplitud o acierto durante la película hasta el punto en que, a veces, tienes la impresión de perderte un poco aunque de todas formas y finalmente conseguiremos quedarnos con un par de mensajes lo suficiente claros y comprensibles.

Se acierta del todo cuando navega dentro del marco de la ambientación y la fantasía sugestiva dentro de una atmósfera intrigante y poética en torno a estas personas en mutación, sus comportamientos y su progresiva conversión. Unos efectos especiales que hechizan y se ajustan a un guion bien trabado sin hacer en ningún caso un uso abusivo de los mismos.

Una película distinguida en los festivales de Cannes y Sitges que, a partir de una entretenida fábula fantasiosa y de aventura, nos interpela directamente a abrirnos y aceptar una diversidad que siempre enriquece, a cuestionar el progreso sin alma o a plantear otra relación con la naturaleza. La sana reflexión y el disentimiento están servidas. (7)