'Book of Blood' es la prueba de que los trucos de la vieja escuela, y la redundancia en ellos, no son necesariamente un mal endémico del horror film actual. Una vez más, no es el qué, sino el cómo.

El magnífico relato que sirve prólogo a los cuatro 'Libros de Sangre' escritos por Clive Barker (para los profanos, digamos que es el alter ego británico de Stephen King, de cuya mente han salido los sonados éxitos comerciales de Candyman o Hellraiser), ha sido reorganizado y adornado con cierto ingenio, de cara a las exigencias de un film comercial, respetando la esencia del cuento original y añadiendo detalles efectistas que en el fondo agradecemos los entusiastas del género.

Es posible que la necesidad de convertir en película un relato de diez páginas haya lastrado el desarrollo de la misma, pero también es posible que esto sea una apreciación personal de alguien que ya había leído la obra original. Como fuere... Le reconozco un buen trabajo de dirección, de interpretación y en general, de diseño de producción, llegando a construir imágenes realmente perturbadoras.

Puede que algunos de los recursos estéticos de imaginería barroca estuvieran ya muy superados en el 2008 y choquen con la estética sobria y moderna del resto de la película, pero ese clasicismo quizá era la opción más segura, y en el radique parte del encanto y ese aire a cuento de fantasmas.

Incluso habiendo leído el relato, me mantuve espectante, me divertí, y experimenté un par de sustos genuinos. Eso ya es mucho para el cine de terror actual, en un espectador tan anestesiado a sus viejas fórmulas como quien os escribe.