After Life: Más allá de mi mujer (Serie de TV)

Profundiza en temas tabú de algunos aspectos de las depresiones emocionales pero peca de ser un tanto inocentona en la forma de presentar algunos personajes marginales y por cómo se desarrollan algunos conceptos en su segunda mitad, siendo la resolución final bastante floja. Sin embargo el conjunto está realmente bien.

Creo que la gente que no haya querido vivir en el fondo del abismo no comprenderá lo certeras que son las máximas existenciales que suelta Gervais.

Sin duda es totalmente recomendable.

Es una serie que reúne todos los condimentos necesarios para hacer reír y llorar, viceversa y en simultáneo. El personaje de Ricky Gervais muta de una temporada a otra pero sin perder excelencia en lo que desea transmitir. El hecho que dure dos temporadas resulta perfecto para dejarnos saboreandola como se lo merece.

Primera temporada.
Para los que no conocíamos al actor de “After Life” la primera temporada de 6 capítulos nos pareció genial. En todos sus aspectos. Obvio, con temas que tocan a la edad adulta y no a los jóvenes. El tratamiento de la muerte, el suicidio, el cáncer como enfermedad terminar, cómo continuar la vida después de un hecho extremo, para que vivimos y como ser feliz. Única y genial en su conclusión. Ser feliz es hacer feliz a los demás.
Todo los temas, cómo los actores, historial colaterales están tratados muy bien y con mucha ironía, al estilo de una comedia negra.
Pero he escuchado a muchos que ya conocían al actor, que se repite y que esta serie After Life los aburrió.
La segunda temporada que la vimos de un tirón, no logra aportar nada nuevo más que un gag cómico muy bien logrado cuando va hacer “yoga” con su cuñado. El final tipo Hollywood en dejar a todos emparejados y comieron perdices, para que todos terminen con la moral alta es muy simplón y tradicional. Hay que notar que todas las parejas son heterosexuales, lo cual en 2020, no es políticamente correcto. Ver BatWoman una supuesta serie de acción en que el drama principal a través de sus 20 capítulos es el amor entre dos mujeres, por encima de las anécdotas de BatWoman.

No me esperaba el tono que ha proyectado Gervais para su nueva serie. Porque, precisamente, no parece su tono. El más irreverente de los cómicos, se vuelve pausado y melancólico.

Crea, y para mí es lo mejor de la serie, una galería entrañable de personajes secundarios con los que es muy fácil empatizar. Incluso el suyo. El más huraño, y el más sufrido. El que vive sin objetivos.

A veces resulta repetitivo y roza lo cursi, pero lo solventa con la expresión de las pequeñas cosas: los paseos con su perra, las charlas con los compañeros, las visitas al padre. Una perspectiva de pequeñas cosas. Lo que viene ser la vida.

Compuesta por los pros y contras que la hacen sobrevivir a las series 'kitsch' que intentan sobrepasar la radicalidad para tener el minuto de gloria. Un comienzo prometedor, que se diluye en la trama, que aunque mezcla generosamente lo intimista con lo dramáticamente cruel, va perdiendo fuelle en la no relevancia de sus protagonistas, que sucumben, se eclipsan ante el exacerbado protagonista. Entendemos y nos recreamos en su idiosincrasia, pero a pesar de que coge vuelo en la parte final echamos en falta una simbiosis, una ecuánime distribución, que no equitativa, de sus subtramas. Los diálogos, situaciones y críticas son bienvenidas y con carácter y color. Una forma de ver la transición que vive el protagonista desde la diferencia y el respeto. Gana enteros con su fotografía, con sus paisajes y su carga emocional plasmada en una banda sonora intensa y vivida. Un acierto partir de un formato clásico y añadirle valor a todos sus elementos.