Black Mirror: Striking Vipers (TV)

Lo que me ha gustado

Está bien protagonizado por su par de principales, plantea de manera correcta el tratamiento de personajes.

El giro argumental que se convierte luego en la línea central del planteamiento es inesperado y rico en posibilidades. Muestra por momentos ese lado animal e irracional que tenemos de buscar siempre nuevas experiencias.

La fotografía y banda sonora no destaca tanto, pero cumple lo suficiente.

Este capítulo cumple con el uso de la tecnología como un elemento que se vincula a la narrativa, pero es eso, nada más un elemento facilitador, nunca el protagonista y eso se agradece.

Por momentos tiene aquella profundidad emocional de "San Junipero".

Lo que no me ha gustado

Queda corto en sus posibilidades, después de ampliar el universo de los personajes de esa manera, queda corta en su resolución que además parece extraña y contradice todo aquel dialogo del compromiso que tiene un personaje en cierto restaurante, también queda corta en explorar la verdad naturaleza de sus personajes, la sensibilidad de su sexualidad, de su gusto y su deseo. La idea era tremendamente buena, pero queda corta en el desarrollo de los 60 minutos del episodio.

Los efectos de las peleas en el mundo virtual no son para nada buenos.


Opinión Final: Aceptable episodio, pero lejos de los
mejores de la serie. Tiene una gran idea que luce temerosa de ser desarrollada, de explorar ese drama, del ser o no ser. Bien dirigida por Harris el episodio a veces luce repetitivo en su círculo de mostrar lo que le gusta sus protagonistas. La resolución no es satisfactoria. A su modo pone el debate en la mesa a un futuro cercano ¿Quiénes seremos en un mundo virtual?

Este es el único de los tres capítulos de la quinta temporada que guarda algo de la esencia de lo que solía ser Black Mirror.
El él nos encontramos a un par de amigos que a través de la inmersión total de los videojuegos, concretamente uno tipo street fighter, comienzan a experimentar otras realidades (por decirlo de alguna manera) que en el mundo real ni se plantean.
El planteamiento no está mal, y se podría decir que en cierto modo tenemos otro San Junipero (salvando las distancias) pero su ejecución ha sido bastante floja.
Al capítulo le falta la esencia. Ese estilo aséptico, ecléctico y frío que representaba la tecnología no se encuentra en este capítulo. Tiene casi más de telefilm que de serie de ciencia ficción, e incluso diría que el capítulo ha sido bastante repetitivo.
También hay varias incongruencias que hace que la historia se quede en una mera anécdota e impide que te metas, y sobre todo te creas, la historia que se cuenta.
A un planteamiento así se le podía haber sacado bastante más jugo, y con un buen guion como los de antes y un estilo bien hecho se podría haber quedado uno de esos CAPÍTULOS que representan la serie.
Sin embargo, dentro de lo que cabe sí es un capítulo que podría haberse dado en las anteriores temporadas, no sería de los mejores pero sí se puede meter dentro de lo que es Black Mirror (teniendo en cuenta la bajada de calidad).

De la quinta temporada ya en manos de Netflix este episodio es, a mi juicio, el que les ha quedado más redondo, en una trilogía en general flojita. El tema LGTBI viene a ser poco más que una anécdota ante el poder real y actual de lo virtual y de como puede sacarnos de nuestra propia realidad para abandonarnos de forma adictiva a otra ficticia. La necesidad de poder escaparnos de aquello que no nos gusta o poder acceder a niveles físicos o sociales de una forma barata, popular y sin esfuerzo con sucedáneos virtuales en los que la manipulación de nuestros sentidos pueda ser incapaz de distinguir lo real de lo “soñado” es un tema filosófico con consecuencias imprevisibles que las nuevas tecnologías ya han dejado sobre la mesa. Volviendo a la realidad más prosaica en las relaciones personales y sexuales la película apuesta por aquello que cantaba el tristemente desaparecido Aute: “O me llevo a esa mujer, o entre los tres nos organizamos, si puede ser”.

cineziete.wordpress.com

Es algo obvio que cuando haces una serie con una historia no lineal, algún día se acaban las ideas, y todo queda en episodios que se parecen a otros episodios, algunos buenos, pero otros muy malos. Un ejemplo más que conocido son "Los Simpson", pero que pasa cuando tu serie son episodios antológicos formando temporadas de menos de 10 episodios, es más algunas de ellas ni siquiera llegan a los 5 episodios. La respuesta podría ser que repetirse sea una tarea muy difícil. Pero al parecer, no es así, y este es el caso.

Danny (Anthony Mackie) y Karl (Yahya Abdul-Mateen II) son dos amigos que con el inevitable paso del tiempo sus vidas se han ido alejando aunque mantienen un tenue contacto, Danny ha formalizado un matrimonio con Theo (Nicole Beharie) con la que tiene un hijo y desean otro, mientras que Karl vive una vida más libertina con variadas relaciones.

Para el cumpleaños de Danny, su amigo le regala un nuevo videojuego de realidad virtual, este le da el título al capítulo y es una versión nueva de un clásico de peleas que jugaban siendo más jóvenes, ambos comienzan a jugar pero el realismo de este es abrumador, donde los protagonistas pasan al mundo virtual convertidos en los luchadores que escogen para pelear.

Escrito por Charlie Brooker creador de la serie, en uno de los capítulos donde lo referente al avance tecnológico y su impacto en la sociedad llega a cotas muy altas, convirtiendo algo en teoría simple y sencillo como un videojuego en algo alarmante, gracias a la interacción de los personajes con estos.

Un capítulo tan interesante como perturbador, bien actuado y dirigido con buen pulso por Owen Harris, experimentado director de televisión que previamente había tenido dos direcciones de muy buenos episodios de esta serie antológica: Be Right Back (S02-2013) y San Junipero (S03-2016).