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El hombre de la pistola de oro

Aventuras. Acción El superagente británico 007 habrá de vérselas ahora con el más peligroso asesino a sueldo del momento: un hombre llamado Scaramanga, más conocido como el hombre de la pistola de oro, que tratará de deshacerse de James Bond con los más sofisticados recursos... (FILMAFFINITY)
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Críticas 54
Críticas ordenadas por utilidad
15 de diciembre de 2014
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
El número 1 es la Unidad, la Unicidad, el Todo, el triunfo… y es la probabilidad de un suceso que de seguro va a ocurrir. El número 3 es la ley constitutiva del universo, la tríada generadora de los más grandes hechos, número de suerte y de acción. Cuando el tres va adelante del uno es la 31 (treintaiuna): meta, conquista, logro. Pero cuando es el uno el que va delante del tres, es el número 13: causa frecuente (aunque revertible) de mala suerte, final trágico de un camino torcido, el mal paso.

Al historial negativo del número 13, se suma la 13ava novela de Ian Fleming, “El hombre de la pistola de oro”. Fue tan floja, repetitiva y mal narrada, que los editores se estaban haciendo los locos para publicarla… y Fleming, que tan solo tenía 56 años, se murió ¿de vergüenza? ocho meses después de haberla escrito (el 12 de agosto de 1964) y su novela fue entonces publicada al año siguiente, con la esperanza de que el insuceso favoreciera su venta.

En lo que cuenta, James Bond ha desaparecido en Japón luego de haber asesinado a Ernst Stavro Blofeld. De pronto reaparece, se reencuentra con su jefe M e intenta asesinarlo… tras lo que se comprueba que, al salir de Japón, cayó en manos de la KGB (¡como por variar!) y estos le lavaron el cerebro para que cometiera el asesinato. Le “ponen” entonces otro nuevo cerebro (por eso será que, cinematográficamente ha entrado ya Moore que es mucho más simpático) y M lo envía de inmediato para que acabe con Francisco Scaramanga, otro asesino, ¡esta vez cubano, también para variar! quien está al servicio de… a ver si adivinan… ¡Claro, de la KGB! ¿No era "genial" este escritor? Es que denigran por denigrar.

Al adaptar esta novelita al cine, Richard Maibaum y Tom Mankiewicz, se vieron bien a oscuras para mejorar el cuento… y entonces se sirvieron de la crisis energética que, por aquellos años, tenía tan preocupadas a las grandes potencias, y se inventaron la búsqueda de un valiosísimo dispositivo, conocido como Agitador Solex, que sirve para el almacenamiento y aprovechamiento de la energía solar. Este dispositivo, ¿adivinen que pasa con él?… ¡sí, por supuesto, ha caído en manos de Scaramanga!, “el hombre de la pistola de oro” que a todos despista con un arma de un solo tiro bañada en ese metal, cuando lo que él llama, “pistola de oro”, es algo mucho más poderoso con lo que sabe que puede hacer mucho daño.

Guy Hamilton, el director en turno, parece estar al mismo nivel de inspiración que estaba el pobre de Fleming, y su historia nada en la inanidad; con un Moore tan apagado que ni siquiera tiró el sombrero en la percha de la oficina de Moneypenny; las escenas de acción no motivan ni a los fanáticos de Chuck Norris; los toques de comedia que se ponen de nuevo en manos de Clifton James (el sheriff J. W. Pepper), flojos, ¡pero que flojos! Y las chicas -un par de suecas- ni fu ni fa (la Britt Ekland que vemos aquí, luce a leguas de la que vimos el año anterior en “The wicker man”, y Maud Adams, tan fría como el hielo).

Christopher Lee, el legendario intérprete de los Drácula y otros seres oscuros de la Hammer, es aquí el hombre de la tercera tetilla (¡otra idea de "genio", como esa que ha surgido recientemente de pintarse los pelos de las axilas!), pero apenas suma otro crédito a su favor, porque la tetilla no lo favorece en nada (aunque lo prometen) y la historia no le reclama otra cosa diferente a armar… y armar… y armar, su fea arma tipo Lego.

Todo esto nos lleva a sentir que, “EL HOMBRE DE LA PISTOLA DE ORO”, ha quedado en la lista de los peores filmes de James Bond.

Título para Latinoamérica: “OO7 Y EL HOMBRE CON EL REVÓLVER DE ORO”
Luis Guillermo Cardona
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17 de julio de 2014
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Con "Vive y deja morir", Roger Moore hizo de James Bond un personaje cómico, pero que aún conservaba la fuerte presencia del espía al que anteriormente había dado vida Sean Connery. No obstante, con "El hombre de la pistola de oro", James Bond se convirtió en un personaje sin gracia que se veía envuelto en una aventura muy disparatada.
Tiene un argumento bueno, como es habitual en las películas de "James Bond" producidas durante la Guerra Fría, pero el guión no lo supo aprovechar bien, creando escenas tan forzadas que parecían ser de relleno.
Lo más inspirado de esta película fue, sin lugar a dudas, la elección de Christopher Lee para dar vida al villano principal.
Ojo de Horus
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16 de noviembre de 2015
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Desde el principio, el villano es el protagonista, no el héroe.
En una isla perdida, Francisco Scaramanga se relaja en su playa privada, mientras su enano sirviente trama un asesinato para quedarse con sus propiedades. Un mercenario se presta a matar a su señor y cuando cree tenerlo indefenso... entonces no hay escapatoria posible, pues ya se ha metido hasta el cuello en un laberinto de los horrores, de formas afiladas y visiones fantasmales, que culminan en una bala de oro disparada directamente a su pecho, sin que el pobre desafortunado haya llegado a saber qué pasaba exactamente.
Scaramanga entonces revisa su pistola con porte superior, como si hubiera sido un simple juego, mientras su sirviente, leal hasta el final, limpia el cádaver.

Este prólogo, y el título 'El Hombre de la Pistola de Oro' podrían preludiar otro tipo de historia, basada en un asesino de gustos particulares.
Pero no, porque es otra misión de James Bond, con la salvedad de que esta vez no hay misión: tan solo la arrogancia de un asesino proclamando que sería un verdadero placer medirse con el famoso agente de licencia para matar. Un verdadero reto, y orgullo.

No se esconde la semejanza entre ambos, entrenados para ser los mejores en su campo, que no deja de ser el de acabar con objetivos humanos siempre que la situación lo requiera.
La diferencia es que mientras Scaramanga dispara con evidente sádica satisfacción es muy difícil pensar en el más que nunca encantador Bond disfrutando al quitar vidas humanas. Roger Moore empezaba a sacar todas sus armas de comedia al ruedo en un Macau de estatuas de sumo vivientes o asiáticas desnudas en la piscina, y lo cierto es que solo queríamos saber más de ese hombre de la pistola de oro, un inofensivo caballero inglés que tan pronto parece estar calmado como al siguiente apunta con un brillo mortal en la mirada.
Cosa complicada de conseguir, apoyar al héroe y mantenerse fascinado por el villano.

Christopher Lee se quitaba así la espinita de no haber sido 007, contentándose con ser un reverso tenebroso del mismo, tal como Ian Fleming imaginó.
Incluso en sus conquistas, James Bond flirteaba con la inocente Goodnight mientras le distraía más la atormentada Andrea de intensos ojos azules, a la que Scaramanga seducía con inconfundibles ademanes vampíricos. Ambos las condenaban a un capricho pasajero, pero ambos sabían como tratar a una dama (Goodnight además, siendo la primera precursora de chica Bond fascinada por el héroe pero consciente de donde poner los límites).
Como otro villano de dorada asociación, Scaramanga consigue la atención de Bond cuando por fin demuestra que su desprecio por lo humano alcanza hasta a sus amantes, y no tiene reparos en que sufran una muerte silenciosa rodeadas de gente. Sin perder la elegancia, claro está.

Casi es terrible la invitación del villano a su isla solitaria, pero el humor irónico que recorre toda la visita de Bond mientras aquel le presenta sus métodos a un igual tiene la rara cualidad de dar ligereza a algo que no lo es (Britt Ekland en un bikini gratuito probablemente ayude).
El esperado duelo entre caballeros tiene algo de circense cuando se desarrolla en ese laberinto de los horrores que ya hemos visto, pero el villano subestimó un detalle: que un asesino cuente con código moral no le impide ser igual de agudo que otro.

Confirmado Roger Moore, llegaba otro villano implacable para poner a prueba su James Bond.
Y, por una vez, no tiene nada de malo fantasear conque Christopher Lee fuera un agente secreto de dorada pistola y violentas maneras.
Charles
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27 de diciembre de 2015
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
"El hombre de la pistola de oro" es una de las películas más famosas de James Bond, y vuelve a contar con la dirección de Guy Hamilton. Un director que ya ha participado en varias entregas de esta saga, y que en esta ocasión decidió centrar su historia en el sureste asiático.
Nuevamente nos encontramos ante una película que decepciona gracias a que en mi opinión no ha conseguido soportar muy bien el paso del tiempo. Los años que han trascurrido desde que se produjo le han pasado bastante factura, y resulta en cierto modo decepcionante.
En esta nueva película se intentó dar un incentivo contando con el fantástico actor Christopher Lee para dar vida al villano. Un villano que sinceramente decepciona un poco y no por la interpretación, sino porque en mi opinión se espera en todo momento mucho más de lo que luego es.
Roger Moore por segunda vez se mete en la piel del agente británico, y nuevamente nos ofrece un personaje que sigue sin convencer. El personaje se basa en todo momento en la seducción, resultando en cierto modo un poco plano sin que uno acabe de involucrarse.
Por otro lado, el tema de la acción sigue sin conseguir impactar. Algunos momentos puntuales son los que consiguen enganchar; pero dichos momentos son muy puntuales. Prácticamente toda la película está montada de tal manera que la acción no te pega al asiento.
En fin, "El hombre de la pistola de oro" es otra película de James Bond que consiguió un gran éxito en su momento y que seguramente para sus fans sea de su agrado. Pero la verdad, es que nuevamente es otro film que ha perdido calidad con el paso del tiempo, y no convence salvo en momentos puntuales.
icaro_81
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3 de abril de 2020
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Roger Moore nunca igualó a Sean Connery y su éxito como 007 se debió en buena parte a que supo adaptar el personaje a su sentido del humor británico, casi paródico, y a unos artilugios que no dejaban de sorprendernos con cada entrega de la serie, alejándose tanto del Bond de Connery que al final, si comparas una película de uno con otra del otro, parecen franquicias distintas. Esta fue su segunda aparición como agente del MI6 y, aunque Moore está todavía bastante rígido, empieza ya a mostrarnos cómo desarrollará su personaje en los futuros episodios de la serie.

El primer Bond de Moore ("Vive y deja morir") no es una gran película, ni tiene gadgets para recordar, ni localizaciones exóticas (la isla de Saint Monique no alcanza el nivel de una localización Bond). Es como si los productores hubieran querido "probar" cómo encajaba el público al nuevo agente secreto con licencia para matar, y no hubieran querido tirar la casa por la ventana. Eso sí, para acompañar a Moore contrataron a dos actores fiables y solventes, como son Jane Seymour y Yaphet Kotto. En este segundo Bond de Moore, se mejora el tema de las localizaciones (la isla del Villano es de gran belleza) y el Hong Kong está muy bien retratado, a Bond lo acompaña el gran actor Christopher Lee, y por fin las chicas Bond están a la altura en cuanto a físico (Jane Seymour era muy buena actriz, pero no tenía el físico que requiere una chica Bond).

Como aspectos positivos de esta cinta (que los tiene), destacaría especialmente:
- La puesta en escena, con la presentación de los personajes, especialmente la de Scaramanga como el hombre de la pistola de oro, en su isla, en un duelo a muerte mano a mano, con un asesino profesional, sólo para entrenarse.
- Las localizaciones en Hong Kong y Tailandia son de gran belleza. Especial mención la morada del malo, en la isla tailandesa. No se me ocurre otro lugar en donde reposar mejor junto con tu amante después de cada asesinato. Un 10 para el localizador de exteriores.
- Roger Moore, que no es un buen actor si lo sacamos de la comedia ligera, se empieza a sentir cómodo en su papel, y va alejándose del Bond de Connery, y eso se nota. Le va cogiendo el ritmo al personaje empieza a hacer de Bond un asesino menos viril y menos duro, con mucho más humor inglés. Alguna vez oí decir que cuando Connery mataba a alguien, el público estaba seguro que éste no se levantaba. En cambio, cuando lo hacía Moore, estabas esperando que alguien dijera "corten" para ver cómo el cadáver se levantaba sin ningún rasguño.
- Las dos chicas Bond (suecas en este caso) son bellísimas, además, aparecen en espectaculares bikinis. Sin embargo, mientras Maud Adams está espléndida en su breve papel (posiblemente por ello repitió en "Octopussy"), no podemos decir lo mismo de Britt Elland, quien está muy mona en bikini, pero poco aporta a la trama y su interpretación, pretendiendo ser graciosa, al final es demasiado simple y absurda. Es una pena, porque metraje tiene para hacer algo más.
- El malo interpretado por el gran Chistopher Lee es el mejor intérprete del film, aunque ello no sea suficiente para que la película sea redonda. La escena del duelo a muerte con Moore es lo mejor del film.
- El actor francés Hervé Villechaize está muy gracioso en el papel de enano cabroncete Nick Nack, aunque no tiene la fuerza intimidatoria de los esbirros del malo que requiere una cinta de Bond, y muestra cómo la franquicia empezaba a entrar en el peligroso mundo de la parodia.
- Apenas hay los habituales gadgets de la serie. Aunque la pistola de oro del malo sea ya de por sí el mejor gadget visto en una película en mucho tiempo.

En el aspecto negativo, destacaría:
- Al guión le falta fuerza. Además, hay escenas gratuitas metidas con calzador sólo para alargar la cinta (la escena de la escuela de karate china, por ejemplo, no aporta nada, y le da un punto de parodia que no es bueno).
- Las sobrinas chinas del inspector de policía no sabemos muy bien porqué forman parte de este film. Tampoco aportan nada a la trama, ni pasan por la cama de Bond. Por tanto, están fuera de lugar en una película de 007.
- Falta un esbirro del malo que se enfrente a Bond como es debido (el encuentro al final con Nick Nack no merece calificarse de "enfrentamiento", y es más cómico que creible).
- ¿Por qué tiene que volver a aparecer el Sheriff J. W. Pepper. (Clifton James)? Es que no nos habían martirizado ya suficiente con su aparición en la anterior "Vive y deja morir"?. Supongo que a alguien le parecería gracioso. No a mí.
- La falta alarmante de gadgets, como sucedió con la anterior "Vive y deja morir". ¿Es que no había más presupuesto?

Lo mejor: Roger Moore va cogiéndole el punto al personaje del agente secreto.
Lo peor: Hay escenas que están allí para rellenar, y que podrían formar parte de cualquier otra película.

Le pongo un 6 siendo generoso, ya que en realidad no podría pasar de 5. Al menos sirvió para que los productores se dieran cuenta que algo tenía que cambiar en la serie, porque si no, el público se cansaría. Afortunadamente, la serie dio un giro de 180 grados con la siguiente "La espía que me amó", el mejor Bond de Moore y uno de los títulos más recordados de toda la franquicia.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Francesc
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