Habemus Papam

Nanni Moretti dirige una película que toma como punto de partida una elección similar a la de Juan XXIII (falta de consenso y elección de un cardenal de edad avanzada y aspecto bonachón que dirija un papado transitorio) y le da completamente la vuelta, pues si Juan XXIII escondía un Papa enérgico y renovador, Melville es un hombre inseguro, indolente e incapaz de asumir la tarea encomendada.
Esto ya implica una pregunta clave que golpea la línea de flotación de la Iglesia. Si en teoría Dios elije a sus representantes, ¿puede haberse equivocado? ¿Puede este hombre asustado y confuso hasta extremos enfermizos ser infalible en materia de fe?
Se hecha en falta algo de profundización en el personaje de Piccoli, al que durante toda la cinta vemos alucinado y aterrado. Lo único que sabemos de él es que es cardenal y que ser actor le hubiese colmado de felicidad (otro torpedo vitriólico a la Iglesia, comparada constantemente con una obra de teatro, con una farándula en la que el Papa es el personaje protagonista).
Es una sátira bastante contundente, que no salvaje, que queda un tanto disminuída bajo el peso de sus limitaciones, plasmadas en un desarrollo algo errático y no muy fluido que digamos.

Destacaría, aparte del principio, un final que resume la esencia de la película a la perfección, aunque queda algo abrupto.

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Lo siento por Nanni Moretti, que tan bien me cae, pero este sainete que abrió la Seminci del 2011 no está a la altura de su categoría y esta esperpéntica recreación de una equivocación de Dios, por mano de sus arzobispos y cardenales, resulta en algunos momentos peripatética.

Tiene, en su primera parte, instantes ingeniosos y de apreciable comicidad, desvirtuados posteriormente por el exceso y el errático guión; cosa, esta última, extraña al contar con tres escritores, uno de ellos el propio Woody Allen italiano.

Resulta extraño que una historia que venía como anillo al dedo del denunciante más iconoclástico del cine italiano haya quedado en una comedieta deslavazada y con los cuernos afeitados. ¿Sigue el Vaticano teniendo la capacidad de amedrantar como para que Nanni Moretti se muerda la lengua y perdone en la suerte máxima?
En definitiva, fumata negra para este proyecto: "non habemus film".

Moretti tiene gracia cuando es o aparenta ser natural, cuando se fija en lo cotidiano, cuando es capaz de ver lo cómico en lo normal.
Aquí no se sabe a qué juega. Ha sido muy original, pero de ese tipo de originalidad que es tan peculiar de uno, tan poco compartible, que al final resulta insulso, raro, malo.
Es verdad que la película promete en la primera parte, aunque no mucho, pero se hunde de manera calamitosa en lo que sigue.
No acabo de entender cómo alguien tan fino, tan de matiz, haya filmado este sinsentido.
O quizá, eso paso, es e la gente que ya ha dicho lo que podía decir.
Da un poco de pena Michel Piccoli teniendo que poner su clase al servicio de este esperpento.

Papam está en latín, para ser exactos, en acusativo del singular de la primera declinación. Eso quiere decir que se trata de un objeto que recibe la acción directamente, sin que haya intervenido su opinión o preferencias. Esto es lo que le pasa al cardenal elegido Papa en la película de Nanni Moretti. Y cuando uno se encuentra con esto sin esperarlo pueden entrarle dudas. Esta es la premisa ocurrente y divertida y por la que transcurre la primera media hora, que es lo mejor del film. El desarrollo posterior y resolución final no está a altura de su inicio, pero no por eso dejamos de estar ante una más que aceptable comedieta italiana que se salva sobre todo por el fino humor que destila y por ese zoom hacia el primer plano del nuevo Papa en cuanto hay fumata blanca.

No puedo acabar sin destacar el papel que interpreta Nanni Moretti de psicoanalista narcisista. Realmente gracioso e impagable.

Interesante, pero sin llegar a ser ni siquiera una buena película. Es pesada y cuando ha transcurrido más o menos la mitad del filme se comprende que el director anda más perdido que el mismísimo personaje del Papa que él proyecta.

Por ejemplo, toda esa parte del torneo de voleibol es tan ridícula y fuera de lugar, que sociológicamente sólo se le puede ocurrir a un director que tiene poquísima idea de cómo son los "príncipes de la Iglesia" y que más bien se limita a caer en tópicos inconsistentes sobre los cardenales. Vamo, es que no cuela ni siquiera en una comedia.

Morettí tenía en principio un buen tema, pero no lo sabe desarrollar, le queda demasiado grande y hace en lugar de un sabroso, crítico y salado filme en torno a un Papa recién elegido, hace una especie de historia pamplinosa, empalagosa, repleta de topicazos sobre los sentimientos de un tipo que acepta ser nombrado Papa y más sosa que un un huevo sin sal que encima salió sin yema.