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Lobo

Terror. Fantástico Will Randall es un ejecutivo de mediana edad, un tanto apocado, que trabaja en una importante editorial. Conduciendo su coche, en una noche de luna llena, se ve obligado a pararse a causa de la nieve. Al bajarse del vehículo, un lobo le muerde una mano. Pronto empieza a notar extrañas transformaciones en su cuerpo coincidiendo con las fases de luna llena. (FILMAFFINITY)
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Críticas 40
Críticas ordenadas por utilidad
17 de agosto de 2018
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lo primero que me pregunto al terminar "Lobo" es cómo Jack Nicholson y Michelle Pfeiffer han aceptado participar en semejante película. No porque sea una película mala -o sí, ahora lo debatiremos-, sino porque ambos son actores de primera línea, los mejores en lo suyo, y parecen ser exquisitos con los productos que escogen. Me pregunto qué proceso mental lleva a la mujer que rechazó "El silencio de los corderos", "Thelma y Louise" e "Instinto básico", entre otras, a decir que sí a esto.

Dejo claro que tanto Nicholson como Pfeiffer son dos de mis actores favoritos, y aunque no comprenda su participación en "Lobo", se lo agradezco. Muestran valentía y flexibilidad artística al hacerla. De sus interpretaciones no hace falta ni hablar, estupendos como siempre. Sobre todo él, ya que su papel es más agradecido, y se entrega hasta el fondo. Peor parados quedan los personajes de Stewart, que se le ve venir de lejos, y Charlotte, que actúa sin demasiada lógica. Will y Laura, en cambio, sí son interesantes. Él no es el típico hombre de éxito engreído y chulesco y ella no es la típica chica tonta o embobada.

Una película sobre un hombre lobo es, de por sí, fácilmente catalogada como "mala". Como las de tiburones, pirañas o tsunamis. A parte de eso, el argumento y desarrollo de "Lobo" es muy simple. Cumple con lo prometido y poco más. Se salva porque es entretenida y porque también queremos cine así, sin dobles fondos, para pasar el rato pero sin la necesidad de que sea de serie B y con niñatos jugando a ser actores.

En el apartado técnico, los efectos especiales son muy malos. Además, demuestran tener poca vista, los directivos digo, porque si ves que algo no te sale bien, no lo explotes hasta la saciedad, y Nicholson se pasa media película saltando por los aires. El final es extraordinariamente chusco. Y obvio. Pero necesario. Si haces una peli sobre hombres lobo, pues con ello hasta la muerte.

PD: qué título más soso, por el amor de Dios.
Jaime Flores
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5 de marzo de 2012
7 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Patética película que ridiculiza el mito del hombre-lobo en una parodia no intencionada, con un lamentable dúo de pobres hombres-lobo, a cual peor: James Spader, sin camara de video ni stargates, y un cómico, a su pesar, Jack Nicholson, que parece el joker peludo, dando saltos sin que el lumbago ni la ciática de su edad le afecte. Más que el hombre lobo, parece el león cobarde de el Mago de Oz, de hecho, éste es más creible.

Aunque Nichols es un excelente director, aquí no da la talla, poco ayuda su ambientación en la actualidad; Un hombre lobo americano en Londres, con su humor y terror, consigue mucho más que esta burda y olvidable película.
Quinto Sertorio
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23 de enero de 2014
7 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Recuerdo que cuando la vi en su momento me decepcionó. ¿Por qué? El motivo es que si esperas algo truculento, pavoroso y sangriento te vas a quedar con las ganas. Más bien por lo que apuesta Mike Nichols es por la intriga, el drama psicológico o romántico con un barniz fantástico. En este sentido, el Este de los Estados Unidos es el terreno propicio para lo sobrenatural. Si en "El proyecto de la bruja de Blair" (1999) estamos en Maryland, aquí es el turno del norteño Vermont. ¿Dónde se va encontrar si no lo extraño? ¿En California, Texas o Mississipi (aquí por el vudú)? No, en la antigua Nueva Inglaterra.

Vero volviendo al tema, la mirada de Mike Nichols sobre el licántropo es suave e intimista. Por ejemplo, no hay una gran transformación sino leves cambios para convertir al afectado en una especie de Lobezno de "X Men" algo más bestia. La película arranca bien, se mantiene en la parte central pero al final nos sale con una cosa que me ha costado mucho encontrarle sentido (SPOILER). De todos modos, le falta fuerza a esta trama, un tono como más de terror y un poco más de inventiva aunque siempre se sigue con interés por el misterio que destila. Además el trío protagonista es de calidad. Merece la pena.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Reaccionario
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22 de marzo de 2011
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película poco querida por la crítica, peca de ser un poco pretenciosa, quizás la elección del director es de lo más criticable (¿Mike Nichols haciendo una película de terror?). Tampoco los efectos especiales ayudan, y el doble de Jack Nicholson se nota a la legua... pero a pesar de sus faltas me resulta un film muy disfrutable. Me gusta mucho el arranque, así como esa subtrama sobre los negocios editoriales. La interpretación de un Jack Nicholson pasado de rosca, la belleza de la Pfeiffer y la música de Morricone ayudan a levantar el conjunto.
jesito
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23 de agosto de 2012
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tras el éxito del Dracula de Bram Stoker dirigido por Francis Ford Coppola, se instauró a principios de los noventa la moda de que directores procedentes del considerado cine más serio se pasaran al fantástico para revivir los mitos clásicos del cine de terror. Así, en 1994 llegarían Frankenstein de Mary Shelley (dirigida por Kenneth Branagh) y Lobo, de Mike Nichols, el oscarizado realizador de El Graduado y ¿Quién Teme a Virginia Woolf? A diferencia de Dracula y Frankenstein, Nichols y el guión de Wesley Strick y Jim Harrison reviven a los licántropos para traerlos a la época contemporánea, con equipo artístico y técnico plagado de estrellas para poner la guinda al pastel a un proyecto que pintaba a peliculón memorable.

A Mike Nichols director, sumar intérpretes como Jack Nicholson, Michelle Pfeiffer, James Spader, Christopher Plummer, David Hyde Pierce, Richard Jenkins, la banda sonora de Ennio Morricone, el maquillaje del oscarizado Rick Baker, y para rematar, un presupuesto de 70 millones.

Will Randall (Nicholson), hombre de negocios en una empresa editorial, es atacado por un lobo en medio de la carretera, momento desde el cual empieza a sufrir de manera gradual una transformación física y de actitud, que le lleva a transformarse en hombre lobo. Tal cambio le servirá, por otra parte, a subir enteros en una empresa donde ha sido degradado por su jefe (Plummer) en beneficio del 'pelota' de Steward Swinton (Spader). Will incluso tendrá tiempo para ligar con una bella joven (Pfeiffer), que casualmente es hija del jefe.

De entrada se puede cometer el error de pensar que Lobo pertenece al género de terror, para nada. Lobo es una combinación de drama y thriller sobre un señor en plena decadencia (trabajo y amor), y como a raíz de la mordedura del animal su vida da un vuelco de 180º para coger las riendas de su vida y convertirse en un ganador. Es en esta parte de la película, la que ocupa la primera hora, la más acertada del trabajo de un Nichols que muestra la competencia en un mundo plagado de animales feroces capaces de cualquier cosa por ascender en una empresa. Son los momentos más terroríficos de Lobo, y lo son más como metáfora del mundo laboral animal en el que se desenvuelven sus personajes que como película de hombres lobo físicos.

En esta primera hora se encuentran los momentos plausibles, todos aquellos relacionados con los cambios que sufre el personaje de Nicholson (le crece pelo, aumenta su oído, el olfato...) y como se aprovecha de ellos para recuperar su puesto de trabajo. A retener en la memoria la escena con Nicholson orinando en los zapatos de James Spader para marcar territorio.

Como la película se llama Lobo y no Éxito a Cualquier Precio, en la segunda hora se olvida todo lo que sucede en la primera (muchos personajes incluidos) y pasamos a una trama romántica que viene de la mano con lo que es la película de hombres lobo propiamente dicha. Es a partir de que la Pfeiffer se lía con Nicholson cuando Lobo pierde el norte y se vuelve melosa, con un romance algo difícil de digerir, solo evitado ocasionalmente para ver un transformado Nicholson atacar unos chicos en un parque, o para verle torturarse por la maldición que le ha caído encima. Parece que la puesta al día de los clásicos del terror tuviera que venir incorporada la inevitable historia de amor.

Si bien en su tercer acto Lobo trata de reflotar con la aparición del cuerpo de policía investigando una serie de asesinatos cometido por lo que parece ser un animal, este tramo solo sirve para presentar el presumible villano al que el prota se enfrentará en el clímax en pos de defender a su amada. En este caso, retener el cara a cara entre los dos hombres lobo, más por la pésima realización y su abuso del slow-motion que por la calidad del mismo.

Mike Nichols no está del todo acertado en Lobo. Se nota que no se encuentra a gusto en el cine de terror, de ahí que parezca rehuir las escenas violentas (la del parque, que ni se ve) y en las que es más explicito (el citado clímax) demuestra no ser el hombre adecuado para llevar a buen puerto este proyecto. Si él no está atinado, lo mismo se puede decir de los que le acompañan, mención especial para la desigual música de Ennio Morricone, y sobre todo el maquillaje de un Rick Baker, especialista maquillador en el cine de licántropos (Un Hombre Lobo Americano en Londres, Aullidos, El Hombre Lobo), aquí cubriéndose de gloria con unos hombres lobo con patillas, lentillas, colmillos y poco más.

No solo el gran Rick Baker es culpable. Siempre se ha dicho que tales caracterizaciones son idea del estudio, que quiso aprovechar las facciones lobunas de su estrella principal, un Jack Nicholson de lo poco salvable junto al par de intérpretes que hacen de sus secretarios, David Hyde Pierce y Eileen Atkins. No así una Michelle Pfeiffer guapa pero florero y con protagonismo en la parte más aburrida de la película, y un James Spader que va de más a menos para acabar dando pena, si bien, las divagaciones de un guión que toca un exceso de géneros y la sarta de chorradas que les hacen decir no ayudan.

Recuerdo cuando vi de estreno Lobo en el cine Florida, un lunes de 1994 y lo poco que me convenció en su momento. Dieciocho años después he querido echarle un segundo vistazo para ver cuánto estaba de equivocado. Y no, no lo estaba, Lobo en 2012 es tan floja como cuando la vi por primera vez, lo que no quita que tenga alguna cosilla interesante en sus dos horas de duración, faltaba más, con todos los talentos involucrados en su creación.
David MS
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