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¿Qué pasó ayer? Parte III

Comedia. Acción Tras la inesperada muerte de su padre, Alan (Zach Galifianakis) es llevado por sus amigos Phil (Bradley Cooper), Stu (Ed Helms) y Doug (Justin Bartha) a un centro especializado para que mejore. Esta vez no hay boda ni fiesta de despedida ¿Qué puede ir mal? Pues que cuando estos chicos salen a la carretera, y sobre todo cuando aparece Chow (Ken Jeong)... la suerte está echada. Tercera entrega de la franquicia iniciada en 2009 con ... [+]
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Críticas 89
Críticas ordenadas por utilidad
30 de mayo de 2013
10 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay dos maneras posibles y lógicas de analizar The Hangover Part III. Una es como representación física e imparable de la fuerte influencia de las series de televisión en el panorama cinematográfico actual, tanto en el terreno de la comedia como del drama. Y la otra apunta directamente al nacimiento de The Hangover (Todd Phillips, 2009) como respuesta inmediata a la revolución Apatow. Empecemos por esta última. Hace unos años, en la segunda mitad de la década de los 2000, la comedia americana sufrió una beneficiosa transformación tanto a nivel narrativo como moral y, sobre todo, pasó a ser consciente de si misma. Eran las comedias dirigidas, escritas y producidas por Judd Apatow y su cuadrilla, integrada por nombres como Steve Carell, Jason Segel, Seth Rogen, Paul Rudd, Jonah Hill, Greg Mottola, Nicholas Stoller o Evan Goldberg, entre muchos otros. Muchos de ellos salidos del longevo show televisivo americano Saturday Night Live o de sus dos series anteriores, Freaks and Geeks (1999) o Undeclared (2001). Comedias como Superbad (Greg Mottola, 2007), Knocked Up (Judd Apatow, 2007) o The 40-Year-Old Virgin (Judd Apatow, 2005) mantenían el gamberrismo y la fidelidad hacia el eslogan "sexo, drogas y Rock and Roll" tan característico de los años noventa. Pero, a su vez, incorporaron elementos diferenciales al resto de producciones mayoritariamente dirigidas a un público adolescente. Cierto existencialismo perseguía a los personajes, culpabilidad, un concepto de la madurez propio de The Breakfast Club o Ferris Bueller's Day Off (ambas de John Hughes, 1985, 1986) y, sobre todo, una vulnerabilidad emocional que permitía que los sentimientos fluyeran de los personajes al público sin ningún tipo de intermediario. ¿Dónde quedaban entonces directores como Adam McKay, los hermanos Farrelly, el propio Phillips, o productos como American Pie, Dude, Where's my Car? o Not Another Teen Movie? Eso mismo debió pensar Todd Phillips, que contempló como sus chifladas Starsky & Hutch (2004) o School for Scoundrels (2006) nacieron con una prematura fecha de caducidad, frágiles en comparación con propuestas más sustanciosas. Ante este panorama, tomó una decisión inteligente. Junto a los guionistas Scott Moore y Jon Lucas, dieron forma a una especie de National Lampoon's Animal House (John Landis, 1978) con The Hangover. No solo crearían la fiesta de todas las fiestas, sin ningún tipo de rubor ni conflicto ético en sus protagonistas, sino que se valieron de la conocida técnica del flashback para deconstruir el relato y aportar una elasticidad narrativa que le proporcionaba al film un toque fresco y descarado. Phillips, ya como guionista junto a Scot Armstrong y Craig Mazin, repitió la jugada un par de años más tarde con la segunda parte, con una estructura idéntica y buenos resultados. Había conseguido plantar cara al equipo de Apatow en su terreno y, al mismo tiempo, parecía estar reclamando y reivindicando el lugar que la comedia norteamericana desvergonzada de los últimos treinta años había ocupado. Pero claro, en esta segunda parte no solo se repite esquema sino que se desarrolla en Tailandia, después de que la primera fuera en Las Vegas. ¿Cómo superar eso sin qué parezca simplemente una versión más grande y extendida de las dos películas anteriores?

Pues lavándole la cara a tu producto y "aliarte" con tu "enemigo" Apatow. Nada de deconstrucción ni alteraciones temporales o espaciales de la historia. Phillips ha optado por una de sus especialidades, la road movie, y por sanar el síndrome de Peter Pan del wolf pack, haciéndolos madurar a golpes. Y el veredicto es positivo porque sus personajes siguen una evolución natural desde la primera película (pretendido o no, es lo de menos). Si bien Stu (Ed Helms) y Phil (Bradley Cooper) vienen representando la sensatez y el más o menos buen juicio (al menos cuando no están borrachos, drogados o bajo la presión de mafiosos...) desde la primera entrega, es en Alan (sensacional de nuevo Zach Galifianakis) donde vemos personificada la inmadurez, el desconocimiento y la ausencia total de responsabilidad. Es en The Hangover Part III cuando la relación con su padre (Jeffrey Tambor), su extravagante amigo Mr. Chow (interpretado por un Ken Jeong absolutamente desmadrado y acertado) y alguna que otra relación amorosa, le harán plantearse seriamente su estilo de vida, las consecuencias de sus actos y las repercusiones que estos tienen en sus seres más allegados. Se incorporan, por lo tanto, algunos elementos dramáticos a la trama, aunque sin abandonar nunca el tono de comedia. Es en realidad la relación Alan-Mr. Chow el motor de la trama, la que posibilita que todo avance, dejando algo más de lado al resto de personajes, seguramente conscientes de que tanto Galifianakis como Jeong poseen un don para la comedia natural, física y verbal con la que es complicado competir. Helms lleva años exhibiendo sus enormes habilidades cómicas en The Office y todos sabemos de lo que es capaz el bueno de John Goodman con su arrollador carisma y presencia sin igual. Con todo ello, hay argumentos lógicos para creer que Alan-Mr. Chow es una gran sociedad y, de hecho, producen la mayor parte de risas de la película. Es entonces cuando hay que analizar lo anunciado al principio del artículo, la influencia televisiva en el séptimo arte. Es innegable que las comedias de situación han evolucionado desde la época de las Frasier, Friends o Seinfeld a nuestros días, donde productos como Community, The Office, 30 Rock o Modern Family, entre otros muchos, hacen de la parodia, la farsa y la verborrea inteligente su razón de ser. Pero, ¿En qué contribuyen este tipo de series al cine actual y, sobre todo, a la película qué nos ocupa? En casi todo. Desde las elecciones del reparto a la construcción de los gags, la realización y, en algunos casos, hasta la fotografía.

Sigo en spoiler sin ser spoiler
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Jlamotta
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6 de junio de 2013
8 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
No creo engañarme a mí mismo, ni quiero, afirmando que Resacón 3 es una buena película. Una buena película en su género. Yo no puedo dar de lado a esta gente que me sorprendió en su momento con un par de historias porque cada uno es como es y si uno ha nacido así ¿qué se le va a hacer? No los voy a traicionar ahora y menos por una cosa tan insustancial como una película. Una película de este género, repito.
En este caso me caen bien todos. Phil el primero, y admito que Alan es un poco cargante pero hay gente que le parece que es un tío divertido.
Atención: ¡Ha cambiado el formato con respecto a las 2 primeras! ¡Qué cosas! ¡Qué desgracias ocurren en la vida, señores! Resacón 3 no es como la 2 y la 1. Si fueran como la 2 y como la 1 los mismos de siempre dirían: ¡Otra vez lo mismo! Como ves… No hay manera de acertar. Pues sí, ha cambiado el formato; la historia no es ahora el componer el puzle de una noche de la que nada se recuerda. Es muy duro comprobarlo… Pero así de puta es la vida: las cosas suelen cambiar. Yo recuerdo que una vez Tarzán fue a Nueva York. Algún usuario se va a morir del susto cuando vea esa película y compruebe que le han quitado a Tarzán la selva de fondo. Vaya drama. Dirá: ¡Me han cambiado la película!
Supongo que el espectador avezado se habrá imaginado además que las tonterías de este Resacón 3 van de lo mismo que las anteriores y que hay uno del grupo que hace más el tonto que los otros. Es Alan. Creo que ha sido exigencias del guión. Hay guionistas que son unos cabrones, ¡mira que aprovecharse del gordito para hacer las gracias! ¿Por qué no se aprovechan del guaperas de Phil? Siempre marginando al que peor pintas tiene… Cómo es la gente. Es injusto meterte con Alan porque hace el idiota. Ahora bien, si yo hubiera sospechado que Alan en vez del idiota iba a hacer de Marcelo Mastroianni igual me niego a ver la película. Soy así de tajante. Y canta con playback en una secuencia muy solemne, ¡otro fraude más! Personalmente agradezco a Alan que gracias a él haya vuelto a escuchar a Harry Nilson y me haya rescatado del olvido a Billy Joel... ¡Qué momento!
Se podía haber exigido algo más al trabajo de los actores, puede que sí, mayor implicación, pero por otro lado la película no escatima esfuerzos en crear escenas más que dignas y divertidas; dentro del género que representa la película; y que conste que estamos hablando del género cómico-despiporre, por favor, que no tiene nada que ver con dramas como El apartamento por ejemplo, u otras comedias románticas o dramas románticos por mucho que el señor Chow sea un auténtico drama para todos.
Personalmente me gustaba el tono desesperado, y contenido, cuando Phil anunciaba por el móvil que la situación se les había ido de las manos, con esa mirada lejana y sin ver solución al entuerto. Pero bueno, han vuelto y… si te quieres reír, te ríes.
floïd blue
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28 de mayo de 2013
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
No sé si habré escuchado más de tres o cuatro carcajadas generales durante la proyección de la tercera entrega de ‘The Hangover’ (‘R3sacón’). Lo que sí es seguro es que las risas no sonaban demasiado sinceras, sino entrenadas para negarse a reconocer que la fórmula está agotada.

Todd Phillips ordena a sus actores con los mismos recursos de las citas anteriores, convirtiendo esta tercera parte en la más predecible y aburrida de la saga. El humor, manido a rabiar y excesivamente gratuito, aparece con cuentagotas y tiene más que ver con el slapstick que con el texto. Ni siquiera Galifianakis parece estar cómodo en un papel absurdo y sin chicha.

Solo alguna secuencia liderada por Ken Jeong logra aliviarnos del tremendo sofoco. Sin llegar a ser del todo infumable, esta tercera parte es uno de los grandes patinazos de la temporada. Todas las virtudes que encumbraron con justicia su primera parte, aquí desaparecen por completo. Incluso la banda sonora deambula con torpeza.

La comedia casi siempre se basa en la repetición, pero nunca en el hartazgo. Todd Phillips no ha jugado con fuego sino con hielo, que también quema. De lo más radical que encontraremos en la nueva sección de ultracongelados. Ojala y solo sea una mala resaca.
Melón tajá en mano
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5 de julio de 2013
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lo que hace cuatro años vino como algo fresco, divertido y diferente, hace dos como algo repetitivo pero ameno, ahora no es más que una trilogía más del montón. Y es que Todd Phillips no ha sabido culminar con grandeza la resaca de su peculiar manada, convirtiendo en esta tercera parte en una película más del montón, que a pesar de no ser mala no se acerca a lo que fue 'Resacón en Las Vegas'. Su película está bien trenzada, sus actores siguen a buen nivel (especialmente Zach Galifianakis), pero el nivel de carcajadas del espectador es casi inexistente, ese el gran problema de esta parte final. 'Rescón 3' es una comedia que morirá en el desierto de películas olvidadas.
prosikito88
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31 de mayo de 2013
8 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Decía Winston Churchill que "el humor es una cosa muy seria", seguramente por la importancia que tiene afrontar la vida con una buena dosis de comicidad. Abundando en esa idea, rodar una comedia es un propósito que, para que salga bien, debe tomarse muy en serio. Del mismo modo que un buen musical no se reduce a juntar unas canciones con otras, una buena comedia no consiste en una simple concatenación de “gags”, dejando al margen si las situaciones plasmadas en la pantalla son graciosas o no. Cada persona tiene su particular sentido del humor y lo que a algunas les hace reír, a otras les produce la indiferencia más absoluta. Me refiero a narrar una buena historia con maestría, contando con personajes interesantes y, además, provocando risas y sonrisas durante buena parte del metraje. En definitiva, divirtiendo al público. Sin embargo en este caso, como en tantos otros, no se parte de una idea brillante que, una vez desarrollada, se convierta en largometraje. Aquí, simplemente, se reitera la intención de utilizar una fórmula que años atrás ya generó cuantiosos beneficios. Se trata de exprimir al máximo la gallina de los huevos de oro, aun a riesgo de que el animal fallezca.
En el año 2009, los inesperados y deslumbrantes resultados de “Resacón en Las Vegas” sorprendieron incluso a sus propios creadores. Con un coste de apenas treinta y cinco millones de dólares, recaudaron mundialmente más de cuatrocientos sesenta, además de obtener el prestigioso Globo de Oro a la mejor película en la categoría de comedia. Visto lo visto, su segunda parte apenas tardó un par de años en llegar a las salas de proyección. En aquella ocasión, y pese a contar con el doble de presupuesto, redujo sus ingresos en el mercado estadounidense, si bien su rentabilidad continúo siendo muy elevada. Por eso, y sólo por eso, se estrena ahora el tercer “Resacón”, con el triple de inversión (sí, han leído bien, más de cien millones de dólares ha costado su rodaje) y con unas cifras en taquilla nuevamente a la baja tras su primer fin de semana de exhibición. No obstante, sospecho que hasta que los productores no vislumbren los números rojos, no estarán por la labor de frenar sus aspiraciones de hacer caja.
Reconozco que algunas escenas tienen su gracia pero son cada vez más escasas y con peor fortuna. Rozan el ridículo con mayor frecuencia y su contenido carece de importancia e interés. La única pretensión se centra en reunir a los mismos personajes de antaño con la esperanza de que, llevados por la inercia, los espectadores adquieran de nuevo una entrada. Se juega con la baza de que vayan con la sonrisa puesta de antemano, animados por el recuerdo de las dos primeras entregas, pero la decadencia se ha adueñado de forma innegable de esta última parte de la trilogía. Por ello, aventuro que la sensación de la inmensa mayoría al salir del cine será peor que al entrar.
El equipo artístico repite, con Todd Phillips como guionista y director y con los actores Bradley Cooper, Ed Helms y Zach Galifianakis dando vida al alocado trío protagonista. También aparecen en papeles secundarios John Goodman y Heather Graham. Ninguno de ellos consigue evitar el regusto a refrito, similar al que resulta de cocinar la cena con las sobras del almuerzo. “La vida tiene un pésimo sentido del humor” decía Patrick Swayze al final de "Le llaman Bodhi". En mi opinión, algunos cineastas también.
www.cineenpantallagrande.blogspot.com
@gerardo_perez_s
gerardops
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