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El hombre y la bestia

Terror Famosa adaptacion del clásico de Robert Louis Stevenson, en esta ocasión con John Barrymore como el amable doctor jekyll que sufre de un terrible trastorno de doble personalidad que le hacer convertirse de vez en cuando en otra terrible persona que se hace llamar Mr. Hyde.
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Críticas 11
Críticas ordenadas por utilidad
19 de febrero de 2010
16 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
Dr. Jekyll y Mr. Hyde. Mr. Hyde y Dr. Jekyll. Sus imagenes me resultan familiares gracias al videoclip de Under Preassure (Queen y David Bowie) en el que aparecen imagenes de esta película junto con otras grandes obras del cine mudo como "Nosferatu". La película cuenta una gran historia con pocos medios. Muchos temas existenciales y morales subyacen al argumento para plasmarlos en una película muda. Pero ésta cumple. Va de menos a más, eso sí.
La actucación de John Barrymore es sobresaliente en las dos facetas de su personaje. El bondadoso doctor Jekyll es interpretado con sobriedad mientras que al maligno señor Hyde le dota de una mirada y expresión escalofriantes. Ayuda bastante a la película su moderna posición con respecto a varios aspectos: visitamos lugares bastante vulgares como un fumadero de opio y un prostíbulo (donde hay que destacar el escote bastante descubierto de la prostituta italiana), introduce temas psicólogicos como el de la doble personalidad, así como reproduce escenas de elevada violencia para la época y un excelente y sombrío final. Una película con mérito y entretenida que merece la pena ser vista, desde luego. Un mito de la literatura que da el salto al séptimo arte no convirtiéndose en una obra maestra pero con brillantez y, por supuesto, con una destacable interpretación de John Barrymore
adrian vigo
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5 de abril de 2020
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
84/04(04/04/20) Primera versión en largometraje de la famosa novela de 1886 “El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr Hyde” del escocés Robert Louis Stevenson de las que ha trascendido (hubo algunas más coetáneas, como una del mismo año de Murnau, The Janus Head, pero se han perdido), dirigida de modo silente por John S. Robertson, Clara Beranger escribió el guión, basado en la obra teatral de 1887 de Thomas Russell Sullivan, que a su vez se basó en la novela. Donde lo más importante, lo destacado es la gran actuación del majestuoso John Barrymore, siendo icónico del Séptimo Arte la primera parte de la transformación inicial de Jekyll en Hyde, en una toma ininterrumpida, que se logró sin maquillaje, basándose únicamente en la capacidad de Barrymore de contorsionar su rostro y cuerpo, con esa imagen tras la metamorfosis, con cabello largo desaliñado, dedos con una cuarta falange, cráneo puntiagudo, caminando encorvado, hombros caídos, adornando su y amable con una perversa sonrisa, ayudando a estos impactantes secuencias una exquisita iluminación expresionista. Aclamado por sus inmensos dones teatrales y criticado por supuestamente recostarse sobre ellos, Barrymore se deleitó y se burló de su imagen como un amante apuesto, ardiendo como Don Juan un minuto y luego desfigurando perversamente su famoso "gran perfil" con barbas puntiagudas y narices.

El tema nuclear de la historia está presente en la dualidad y complejidad de toda persona, albergando en su interior el ‘Yo’ público buenista (El Bien), el idealista, el altruista, el solidario, y ocultando su ‘Yo doppelgänger’ de carácter primario-animal (El Mal), el que deja salir a la luz nuestras perversiones ocultas tras el escaparate de principios morales que nos hemos auto-impuesta en nuestra civilización, provocando una batalla entre los ‘dos protagonistas’. Teniendpo un inicio sugerente en la tóxica relación del padre de Millicent con el Dr. Jekyl, pues le ataca en su carácter de solidaridad y altruismo, le pica con frases tan puntiagudas como "La única forma de deshacerse de una tentación es ceder ante ella". Lo quiere llevar a sentirse tentado por sus instintos básicos, llevándolo a tugurios lujuriosos en los bajos fondos. Lo cual incita y deja traslucir las grietas en un tipo que parecía íntegro. Lo que será el aliciente para intentar buscar su posible otro Yo (en realidad una análisis del consumo de drogas, y como mestas inhiben tus escudos éticos). En este tránsito en realidad también se adentra con el clásico mantra de muchos relatos de terror, como es el del Mad Doctor que juega a ser Dios.

Pero el director aparte del Barrymore, se queda cojo en una recreación del relato demasiado teatral y estática, no me vale que era el año 1920, pues ya se habían hecho grandes films como los de Griffith “El Nacimiento de una Nación” e “Intolerancia”, demostrando las innovaciones técnicas existentes ya en el cine, por lo que condescendencia la justa, y que aquí sobresalen por su ausencia. Y es que la película posee un ritmo letárgico, con inserciones tan estridentes como unb flash-back sin venir a cuento sobre el renacimiento para mostrar algo a todas luces diáfano (el anillo con compartimento secreto), con un desarrollo de personajes muy simplista, apenas descritos como los son los de las dos mujeres que aparecen, esbozos a los que no hay metraje para darles alma por la que sentirnos empatizadas con ellas. Hay una cámara inerte, con una edición nula, con una generación de tensión e intensidad impuesta forzadamente por aquello del imperativo del guión súmese la abundancia de intertítulos que solo hacen brillar la incapacidad-inseguridad del realizador en su narración. Apenas se ahonda en la bipolaridad de la relación de Jekyl con la Sta. Millicent para confrontarla a la de Hyde con Gina, esto queda en los márgenes que el espectador debe rellenar, todo esto muy difuso y cogido con pinzas en este sentido.

La película se esfuerza en ofrecernos un reflejo de la sociedad victoriana de Londres, con su vestuario cuidado, con niebla, los barrios marginales, las tabernas licenciosas, los apartamentuchos deprimentes. El decorador del set Charles Seessel (“Las dos tormentas”), y los no acreditados directores de arte Clark Robinson y el tri-oscarizado William Cameron Menzies (“Tempest”, “The Dove” y “Lo que el viento se llevó), hacen un buen trabajo construyendo los sets en los niveles superiores de la Ópera Amsterdam Opera House de Manhattan, para hacer posible que Lyonel Barrymore pudiera filmar durante el día y continuar su trabajo en Broadway por la noche. Ello bajo la cinematografía de Roy F. Overbaugh (“Lo que quieren los hombres”), que sobresale en la iluminación de las trasformaciones, por su singular modo de exponer exteriores (filtro azul) de interiores (filtro de color ocre), lástima que su manejo sea tan estancado.

En una escena, cuando Hyde vuelve a Jekyll, uno de los dedos protésicos de Hyde se puede ver volando por la pantalla, sacudido por las convulsiones de Barrymore.

Stevenson construyó la novela como un misterio, con todas las voces cambiantes, POV e historias dentro de las historias que uno esperaría de famosos escritores de misterio. Se supone que la verdadera naturaleza de la relación de Jekyll y Hyde es un giro impactante de última hora, pero el spoiler de que Jekyl y Hyde eran la misma persona destruyó la capacidad de que esto fuera una historia detectivesca ‘whodonit’.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
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8 de marzo de 2012
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Dr. Jekyll y Mr. Hyde es a mi parecer la primera gran película de terror. Que sin embargo ha sido despreciada y casi olvidada.
Esta película cuenta con muy buenas actuaciones, buena dirección, un guión adecuado y técnicamente esta bien lograda y a pesar del paso del tiempo es una película que sigue dando miedo hoy en día.
Una de tantas películas infravaloradas pero que a logrado sobrevivir gracias a su excelente manufactura.
fgonKa
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14 de marzo de 2013
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Basada en la magnífica obra que Robert Louis Stevenson tuvo a bien escribir en 1886, “Strange Case of Dr. Jeckyll and Mr. Hyde”. Con mayor o menor fortuna, la novela ha sido adaptada en multitud de ocasiones al teatro, al cine e incluso para la televisión. Queda patente el gran interés que despierta el eterno conflicto entre el bien y el mal que coexiste en el interior de todo ser humano. La película que nos ocupa es la versión de 1920 dirigida por John S. Robertson, realizador de una notable trayectoria profesional. En su haber cuenta con obras como Beyond Victory (1931) o The Crime Doctor (1934), ambos metrajes de notoria repercusión por aquel entonces.

Resulta sorprendente observar el buen hacer de los cineastas de la época, a la hora de crear cine mediante los limitados recursos que disponían. La hipocresía habitual en la sociedad del periodo victoriano queda descrita de manera contundente. Y el hecho de ser una película muda no es impedimento alguno para dar a entender el claro mensaje implícito: mantener la respetabilidad externa, para en la intimidad rendirse a la más absoluta de las lujurias. La premisa dista mucho de pasar de moda, sólo hay que ver el efecto de ciertas drogas que son consumidas en la actualidad, bajo sus efectos el individuo que las utiliza se torna bastante más sociable y atrevido. Para, con su abuso continuado, llegar a desarrollar algún trastorno de carácter bipolar similar al que padece nuestro protagonista.

El beato Dr. Jeckyll es un palpable reflejo del pensamiento de la burguesía occidental a finales del siglo XIX. Retraído y timorato, encuentra una fuente inagotable de placer al dar rienda suelta a sus instintos más bajos, por mediación de su alter ego, el conocido como Mr. Hyde. John Barrymore, un experimentado actor teatral, que también cuenta con diversos trabajos en cine como Grand Hotel (1932) o Maria Antonieta (1938), interpreta de forma magistral a los dos personajes. Pero dando vida al malicioso Hyde es cuando sale a relucir todo su talento. Se muestra histriónico, obsesivo y es capaz de resultar espeluznante aun hoy en día.

Londres, postrimerías del siglo XIX. El doctor Jeckyll está convencido de poder separar el bien y el mal que toda persona lleva dentro. Por mediación de un nauseabundo brebaje que el mismo ingiere, se transforma en un ser de gran perspicacia y maldad. Jeckyll siente que a través de Hyde es capaz de conseguir todo lo que se proponga. Aunque pronto descubrirá con horror, que el doppelgänger se está apoderando de su endeble personalidad.

Sin lugar a dudas, una de las mejores adaptaciones para el cine de esta novela que en su tiempo causó un gran revuelo y que todavía hoy es motivo de debate, dado lo actual de su argumento. Cualquier espectador con un atisbo de curiosidad disfrutará viendo como se producía cine de terror hace casi 100 años.

http://www.terrorweekend.com/2012/09/dr-jekyll-and-mr-hyde-retro-review.html
TerrorWeekend
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20 de noviembre de 2020
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
El hombre y la bestia es la primera adaptación cinematográfica de cierta enjundia de la archiconocida novela de Stevenson "Dr. Jekyll and Mr. Hyde", y debo de reconocer que no es la mejor versión que ha llegado hasta nosotros. Me quedo con la que rodó en 1931 Robert Mamoulian.
La presentación de la película es prometedora. La descripción de un científico filántropo que, tentado por un aristócrata que le incita a descubrir y explorar su lado oscuro, decide desdoblar su personalidad, conservando él su prístina pureza moral, mientras su alter ego da rienda suelta a sus más bajos instintos. La única manera de vencer la tentación es dejarse vencer por ella. El doctor Jekyll pasará a convivir con Mr. Hyde. La mano se torna garra, la mirada se vuelve lasciva, y la rectitud de un cuerpo elegante se deforma. La maldad se identifica con la fealdad. El protagonista cree que puede controlar a la bestia, pero como preveíamos, el monstruo termina siendo indomable.

Lo terrorífico del caso es que la historia nos obliga a enfrentarnos con nosotros mismos, tal como adelanta el texto que sirve de prefacio a la película, y a reconocer en nosotros mismos esa doble naturaleza: lo apolíneo y lo dionisíaco de Nietzsche, los dos corceles de Aristóteles. Lo que mira al cielo, lo que se asoma al infierno. De que sepamos integrar ambos aspectos de nuestra personalidad en una vida más o menos ordenada depende en parte nuestro bienestar mental.

Pero tras un comienzo esperanzador, el desarrollo de la película es precipitado y torpe y no logra aprovechar la fuerza argumental de la historia. Además, aunque sea una obra temprana, el Cine ya había demostrado tener la suficiente madurez como para aportar algún valor añadido a otras artes, y la película, con una puesta en escena totalmente teatral, no lo consigue en ningún momento.
No obstante, la película deja su poso, y tras su visionado quedará la pregunta resonando en nuestro interior...¿qué haces tú con tu lado oscuro?
AdolfoOrtega
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