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La corta noche de las muñecas de cristal

Terror. Thriller El cadáver del reportero Gregory Moore es encontrado en una plaza de Praga y llevado a la morgue local. Pero el espíritu de Moore está vivo, atrapado dentro de su cuerpo muerto y desesperadamente recordando la desaparición de su hermosa novia, que está relacionada con una terrorifica conspiración de depravación. ¿Puede un reportero sin signos visibles de vida resolver este perverso puzzle antes de su última existencia? (FILMAFFINITY)
Críticas 4
Críticas ordenadas por utilidad
2 de julio de 2016
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
La bocina de una ambulancia acompaña los créditos iniciales de esta historia, a la vez que nos interna en las vetustas calles de Praga.
Se trata de un método eficaz de meternos en situación, por el que no reparamos que la bocina pasa a ser la respiración agonizante de un moribundo. No hemos notado ese inquietante detalle hasta mucho después, y de igual manera no notamos los inquietantes detalles ocultos en la ciudad.

'La Corta Noche de las Muñecas de Cristal' no es ninguna maravilla, hay que hacerlo notar.
Pero incluso partiendo de esa base, consigue rescatar algunas ideas interesantes, como es el hecho de que un extranjero en territorio ajeno probablemente se confía demasiado creyendo que conoce por dónde se mueve, y nunca debería ser así.
Dicho extranjero, Gregory Moore, es un periodista estadounidense trabajando en la ciudad, disfrutando de sus encantos y la compañía de su amante Mira, que le llenan de paz y tranquilidad. Sus recorridos tienen algo de cuento de hadas, en parte gracias a la propia ciudad, pero sobre todo por la cualidad que tiene Mira de meterle en una suerte de realidad alternativa donde solo importa su amor y nada más.

Cuando él por fin se decide a llevarla fuera del país es cuando empezarán los problemas: un día Mira desaparece, dejando pertenencias atrás y sin una pista clara de a dónde se podría haber dirigido.
Tan pronto como sucede la ciudad deja de ser un espacio encantado en el que pasar el día y se torna desafiante y oscura, acentuando los recovecos y las malas caras en las que Gregory no se había fijado, aumentando su sensación de extraño en un planeta lejano donde nadie le puede comprender.
Pronto se deja claro que sus compañeros de profesión, que también conciben Praga como un libre patio de juegos, solo se interesan por ellos mismos y nadie más, quizá dando a entender que el único motivo por el que Gregory está atormentado es porque cruzó la fina línea que separa la diversión sin prejuicios del contacto duradero y significativo.

El director Aldo Lado filma calles nocturnas, sin abusar del terror y simplemente desperdigando coletazos de un misterio que se nos escapa, como a ese periodista que ya solo en su apariencia se le nota perdido en su odisea.
Siguiendo las tenues pistas que recibe, Gregory llega al Klub 99, donde le reciben las blanquecinas caras de la tercera edad escuchando música de cámara, símbolo de una generación oculta de la vieja Europa que todavía sigue concentrando su poder, y que de alguna manera está relacionada con las desapariciones de muchachas jóvenes y llenas de vida que querían partir al extranjero como Mira.
Sobresale de fondo cierta perversidad social en forma de seguimiento de las tradiciones: Praga, la vieja Europa, no desea que sus frutos lozanos y bellos se vayan de sus garras, abandonando instituciones que tendrán que morir de antigüedad pero intentan por todos los medios agarrarse a una mortecina longevidad.

El delirio de sectas secretas entregadas a lo sexual y escabroso probablemente es demasiado loco como para tomárselo muy en serio, pero en él asoma cierta verdad que inquieta por su contundencia: la vieja guardia sigue vigilando, cuidando de que sus ruinosas tradiciones sean perpetuas a través de influencias y manipulaciones.
Y esa vieja guardia no entiende jóvenes bellas con ganas de cambiar su vida o periodistas extranjeros tratando de llevarse esas delicadas, únicas, muñecas de cristal.
Charles
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25 de julio de 2019
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
De la misma manera que "La corta noche de las muñecas de cristal" bebe de "La semilla del diablo", otras películas como "La centinela" o "Eyes Wide Shut" pueden haber bebido de ella. Todas las aquí citadas tienen un nexo común: la pretendida confusión entre realidad y no realidad y, la calidad de todas tiene que ver con la comunión, con el abrazo que se dan realidad y ficción. En este caso, Lado construye un punto intermedio que muestra durante toda la película. Construye una maravillosa reflexión sobre el poder bajo la escenografía clásica del giallo.
gpiqueras
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19 de enero de 2021
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una película interesante, con bastante intriga y con una manera más que original de contarla. El ambiente de paranoia, en el que uno de da cuenta de que hay ¨algo oculto más chungo de lo que parece¨ le da un toque que te mantiene pegado a la pantalla. Pasas toda la película preguntándote qué le pasa realmente al protagonista, hasta que por fin llega la parte final, realmente tensa y con un final que realmente no sabías si llegaría. Bastante decente.
TANOMUERTO
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30 de agosto de 2018
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Terminando de ver “La corta notte delle bambole di vetro” (1971) de Aldo Lado con Ingrid Thulin, Jean Sorel, Barbara Bach, Mario Adorf, entre otros. Película de terror italiano, del género conocido como “giallo” pero más enfocado en el misterio, la tensión y la paranoia, que en la violencia; sobre el espíritu de un cadáver que sigue vivo dentro de su cuerpo, que intenta destapar una terrorífica conspiración de depravación. ¿Podrá resolver el caso antes que le sea practicada la autopsia? El título se traduce como “La corta noche de las muñecas de cristal” como metáfora acerca de la fragilidad y la belleza de las mariposas, y sobre los miembros de una elite social, quienes no tienen inconveniente alguno en destruir a las generaciones más jóvenes, con tal de conservar su posición de poder; al tiempo que el filme combina conspiraciones políticas con el horror de lo demoníaco, siendo uno de los “giallos” más celebrados y poco convencionales por el giro inusual hacia el “thriller”, al basar la trama en una serie de “flashbacks” que sólo el espectador conocerá, siendo allí donde entra el suspenso de la historia, donde la tensión aumenta al tener al protagonista indefenso e incapaz de comunicarse; y a medida que la trama se desarrolla, va dando giros impredecibles que llevan a la historia a terrenos cada vez más sórdidos y extraordinarios, llenos de violencia y erotismo, con atmósfera terrorífica, misteriosa y onírica, donde el debutante director hace un buen dominio de la cámara y el encuadre para sugerir el horror a través de la elipsis, mediante los gestos y poses de los personajes para mostrar la realidad pesadillesca. Del reparto, Jean Sorel hace un trabajo bastante aceptable y logra llevar el peso de la cinta sin mucho problema con su rostro y sus ojos expresivos. Sin embargo, es opacado por la legendaria musa de Ingmar Bergman, la actriz sueca Ingrid Thulin, quien interpreta a su compañera y antigua amante, un personaje bastante completo a pesar de su poco minutaje, como una mujer dividida sentimentalmente; y Barbara Bach hace un trabajo efectivo, limitándose a lucir bien, logrando llenar la pantalla con su gran presencia; y del resto de las actuaciones están bastante aceptables. Cabe mencionar la gran banda sonora del Maestro Ennio Morricone, la cual se alza como uno de los puntos más altos del film. El problema es que el relato es poco creíble, llegando a la fantasía con momentos científicamente ABSURDOS, como el mismo estado del personaje, u otros ilógicos, como tomar el pulso del corazón en el lado derecho… hay muchas situaciones cuestionables, interrogantes sin respuestas y discutibles, así como momentos lentos, sin embargo nunca llega a ser tediosa o aburrida, debido a los constantes giros de la trama; todo ello tiende a privilegiar el misterio y la ausencia de las motivaciones, centrándose más en la problemática del “catatónico”; y en el fondo, el filme funciona como una alegoría a la naturaleza destructiva de los gobiernos totalitarios, como en la antigua Checoslovaquia, beneficiándose del clima político, convirtiendo su centro en la vejación hacia el protagonista extranjero, víctima de un determinado grupo de personas perversas que pretende mantener sus tradiciones y poder, como esa vieja Europa que no desea que sus frutos lozanos y bellos se vayan de sus garras, abandonando instituciones que tendrán que morir de antigüedad, pero intentan por todos los medios agarrarse a una mortecina longevidad. El final es de lo mejor… totalmente inesperado. Nos queda que “la vieja guardia sigue vigilando”
RECOMENDADA
NO tendrá nota en Lecturas Cinematográficas
http://lecturascinematograficas.blogspot.com/
Alvaro Zamora Cubillo
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