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Alcarràs

Drama La familia Solé lleva varias generaciones cultivando una gran extensión de melocotoneros en Alcarràs, una pequeña localidad rural de Cataluña. Pero este verano puede que sea su última cosecha: la fruta ya no renta y los paneles solares están sustituyendo a los árboles.
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Críticas 127
Críticas ordenadas por utilidad
1 de mayo de 2022
252 de 400 usuarios han encontrado esta crítica útil
Le sobran escenas y en otras el montaje extiende su duración innecesariamente. La idea, interesante en principio, se queda en nada. La denuncia social queda diluída, la tensión familiar y a la que se ve sometida esta familia de agricultores se queda en nada. Es una lástima porque un guión apropiado con más entraña y más tensión podría haber conseguido una buena película. La sinopsis no me llamaba la atención de entrada pero decidido a no dejarme llevar por los prejuicios, y dado que se había llevado el Oso de Oro en la Berlinale y tenía una puntuación superior a 7 en Filmaffinity, decidí ir a verla, dispuesto a dejarme seducir. La película fue pasando mientras esperaba y esperaba a que se desatara la tensión. Hasta que aparecieron los créditos y me quedé con un palmo de narices. Posiblemente un documental sobre este asunto hubiera despertado en mi más emociones que este insulso montaje.
farnaizib
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29 de abril de 2022
152 de 247 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hemos visto la imagen centenares de veces. Agricultores lanzando toneladas de fruta ante grandes cadenas de distribución para denunciar que pierden dinero con las cantidades ridículas que reciben a cambio de su esfuerzo. 15 céntimos por quilo. Parece mentira que sigan existiendo supervivientes que aún no lancen la toalla. Detrás de esos tractores y de toda esa fruta vertida existen familias que llevan generaciones viviendo del campo, personas que asisten atónitas a las contradicciones del progreso. Y sobre ellas ha querido centrar su segunda película Clara Simón, tras aquella Verano 1993 que también rezumaba nostalgia por los cuatro costados.

La denuncia de un sector que se asfixia por las fauces del capitalismo salvaje se consigue precisamente poniéndole rostro a los damnificados. Y no cualquier rostro. El gran acierto de Alcarràs ha sido contar con un plantel de actores no profesionales que parecen justo lo contrario. Porque por mucho que un intérprete del método trate de sumergirse en el mundo rural, al final hay que saber recoger melocotones, matar plagas de conejos, preparar caracoles a la brasa o cortar la fruta para mermelada. Y no solo eso. Los lazos que se establecen en una familia dedicada por completo al cultivo o en una pequeña comunidad con el mismo modo de vida solo logran transmitirlos quiénes los llevan estrechando desde pequeños.

De ahí los destellos de autenticidad de una película con la que resulta prácticamente imposible no sentirse identificado. Porque más allá del trasfondo social, el mérito de la propuesta de Simón recae nuevamente en los lazos familiares, en esa recreación cotidiana de tres generaciones. Las cabañas con contraseña que construyen la pequeña Iris y sus primos conviven con las coreografías electrolatinas de su hermana adolescente y las conversaciones sobre las diferentes maneras de cocinar un fricandó de las abuelas. Todos conviviendo bajo un mismo techo con diferentes actitudes ante el inminente cambio que supondrá la venta de sus tierras a una empresa de placas fotovoltaicas.

El que lleva el peso de ese giro trascendental en sus vidas es el patriarca de la familia, un Quimet que se resiste a renunciar a su modus vivendi (el único que conoce) y que vierte toda su rabia contenida a todo el núcleo familiar, desde el abuelo que no firmó por escrito la propiedad de sus tierras al hijo que apechuga con la herencia de hacerse cargo del negocio y que busca constantemente el beneplácito de su padre. Como le ocurriera a Frida, la niña protagonista de Verano 1993, el dolor acumulado termina sobresaliendo de la única forma posible.

Pero ¿cómo se consigue un personaje tan auténtico y entrañable como Quimet? La pregunta es extensible al resto del reparto, una labor de casting mayúscula, cuya química termina convirtiéndose en el alma de la película. Si en su debut la directora hizo convivir previamente a los actores durante semanas, esta vez ha echado mano de personas reales que han nacido y viven del campo. Sin artificios, sin la mirada condescendiente del urbanita, sin dramatismos ni apenas acentos, con la ausencia casi total de una banda sonora. Con una mirada prácticamente documental pero con la sensibilidad de quien simplemente ha querido plasmar todo el cariño hacia sus orígenes y, en definitiva, el origen de todos nosotros.
polvidal
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20 de agosto de 2022
133 de 228 usuarios han encontrado esta crítica útil
Por alguna razón intuía que esta película... Tenía mis dudas. No sé por qué. Y también muchas ganas de verla. Porque Verano... La he visto cuatro o cinco veces. Y siempre descubro algo. Y siento al verla que Carla Simón está a otro nivel de cine.

Y aquí no me creo nada. En los primeros cinco segundos intuyo más seriamente que la película no me va a gustar. No me creo a esos niños jugando en el coche... Y es raro, ¿no?, no creerse a unos niños que juegan. La película me produce un rechazo enorme y me resisto a admitirlo. Así que la sigo viendo, intento no hacer caso de la sensación que va aumentando a medida que pasan los minutos. No me creo a ninguno de los personajes y todo me resulta forzado, truculento. Me gustaría saber qué piensan las actrices y actores que han estudiado años, que se dejan la piel para hacer verosímil un argumento, para crear magia en los ojos del espectador, al ver esta película.

En el minuto diez me levanto porque ya no puedo esforzarme más por seguir viéndola y entro aquí a ver si hay alguien a quien le ha parecido lo mismo que a mí. Y sí. Afortunadamente no soy la única persona del mundo a la que la premiada última película de Carla Simón le parece un auténtico aburrimiento. Alguien por ahí, leo, dice "fea". Pues sí, eso también. El 95 por ciento restante, que llega a calificarla de obra maestra, me deja boquiabierta. ¿Hemos visto la misma película? ¿De verdad que hay alguien a quien todo esto, no solo le interesa, sino que le emociona?... Igual mañana lo vuelvo a intentar. Igual es que no estaba yo esta noche en mi momento óptimo para mirar cómo se mueven los tractores y las ramas de los melocotoneros y oír a un hombre blasfemar cada dos escenas mientras los niños comen melocotones y corren los conejos y hay tiros y firmas de papeles y parece como si a todos les hubieran extraído el alma.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
sofía
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7 de mayo de 2022
98 de 170 usuarios han encontrado esta crítica útil
No recomiendo a nadie que pierda 2 horas de su tiempo viendo esto. Apenas hay historia, la cámara quiere provocar sensaciones intensas y sentimientos profundos donde no hay prácticamente ningún motivo para ello, y se enfoca de forma mareante y abrumadora a centímetros de todo; resultando en una filmación obsesiva e indigesta. Tiene toques costumbristas y tal, pero para eso te ves un documental. No hago spoilers porque no hay nada que “espoilear”. Los actores son planos, y, o bien parecen zombies, o se pasan la peli chillando y diciendo tacos. Después está la cosa de “provocar solidaridad “ con los agricultores, que para esto sería mejor hacer un documental-denuncia o lo que sea, pero no meternos un truño de historia que pretende ser conmovedora y que sólo te hace mirar el reloj para ver cuándo va a terminar. ¡Y lo peor es que dura 2 horas!
Santisan
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22 de septiembre de 2022
87 de 150 usuarios han encontrado esta crítica útil
La vi por la crítica y los premios. Tengo que decir que es toda una sorpresa que Berlín haya premiado este bodrio. Un rato en el pueblo sin hacer nada que merezca la pena, escuchando a la abuela y viendo a las niñas bailar reggaeton. Aburrida hasta la extenuación, el problema de los agricultores pasa a un segundo plano porque la trama es tan mala y las actuaciones tan cutres que borran cualquier trasfondo. La puse en castellano pero con semejante vocalizacion da igual verla en ruso. Una vez más, guiarse por los premios es una siesta segura.
Documentalover
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