El castillo de la pureza

Esplendida película que nos relata una historia basada en hechos reales ocurridos en los años cincuenta en pleno centro de la ciudad de México, esta historia fue ofrecida primeramente a Buñuel quien no la acepta y al caer en manos de Ripstein éste se empapa de los diarios de esa época y con la ayuda de José Emilio Pacheco (otro de los grandes de la cultura mexicana) logra un magnífico guión que narra el drama ocurrido en el seno de la familia de un hombre trastornado-- interpretado magníficamente por Claudio Brook-- quien mantiene cautiva a su familia “alejándoles de la maldad humana y de los placeres pecaminosos”, haciendo de esto no solo un hecho aborrecible por si mismo sino que muestra la doble moral que alimenta a este hombre enfermo, pues siendo él el único miembro de la familia que sale al mundo exterior éste da rienda suelta de sus deseos y frustraciones. La ambientación en la vieja casona nos adentra a un mundo sórdido y decadente donde sólo la pureza de los hijos del maniático logran inyectarle un soplo de esperanza. Es cuando los hijos mayores despiertan a la adolescencia cuando todo se empieza a tambalear con terribles consecuencias.

Esta semana por cuestiones de nota roja (en que los medios son especialistas), se captó otro caso similar al del guión extraído de un hecho real de esta película, en donde a más de 35 años, volvió a ocurrir, mujeres pidiendo ayuda por medio de papelitos tirados hacia la calle y ser rescatadas de un retrógrado viejo, por eso esta crítica.

Efectivamente es cierta y cruel la realidad de está familia, impuestas por un nefasto hipócrita que rige la vida de sus hijos con ejemplos de moralidad inquebrantable; el pecado no entra a su casa, se queda afuera (según él) pero que tal es cuando sale, acosador e intrigante para cuando sus propuestas solo se ven expuestas al fracaso.

Ripstein logra con el Castillo de la Pureza, sumergirnos en la doble moral y la rigidez que esta contrae; una ambientación idónea para recrear la vida de cuatro integrantes; actuaciones inigualables Rita Macedo y Claudio Brook, sin olvidar al resto del elenco hacen un filme sórdido convirtiéndolo en un filme clásico de los 70’s.

Gabriel el papá estricto, Beatriz la mujer abnegada a su marido, Porvenir (hombre) y Utopía (mujer) los hijos adolescentes y Voluntad (la hija menor) la niña de la familia. A esta mezcla hay que agregarle un encierro de muchos años en una casa que bien parece un castillo forjado por el padre.

La familia (de la cual los hijos no conocen el exterior, la madre evidentemente si hasta que su marido decide que debe mantenerse en la casa) vive totalmente aislada, bajo la incesante lluvia que transcurre durante todo el metraje, trabajan haciendo un tipo de raticida (es el sustento de la familia).

Cada cierto tiempo tienen descansos, donde aprovechan para jugar, además estudian, Beatriz les habla a sus hijos sobre la vida exterior y su padre sobre el peligro de ese lugar lleno de pecado y personas malas. Los castigos son recurrentes al igual que las agresiones físicas. Gabriel le niega placeres a su familia, placeres que él satisface en la calle.

La familia es educada bajo ciertas máximas: “El hombre de recia voluntad moldea el mundo a su gusto” “Para hallar a los hombres es necesario volver la espalda a la humanidad” “Todos los hombres son comunes, los extraordinarios son los que están seguros de serlo” a fin de cuentas todo es un lavado de cerebro.

Gabriel ha logrado mantener a su familia en esas condiciones durante muchos años, sin embargo, la entrada a la adolescencia de sus hijos mayores hace que comiencen a haber problemas de forma más recurrente, ya sabemos la rebeldía por esas edades entre otras cosas que emergen en ese momento.

Ripstein, un director clásico mexicano logra un film sólido, con un Claudio Brook en estado de gracia, una historia terrible y angustiante ante una situación tan decadente. El Castillo de la pureza es una excelente película. Como nota mencionar que su planteamiento es muy similar a otro muy buen film, en este caso griego, Kynodontas (Canino, 2009) de Giorgos Lanthimos.

Basada en un hecho real de los cincuenta fue ofrecido primero a Buñuel quien rechazo llevarlo al celuloide. Ripstein junto al gran José Emilio Pacheco (en el guión) se empaparon de la historia y lograron una gran película que en su tiempo causo grandes controversias. La doble moral, el fanatismo y la locura se bañan en la misma fuente: la de la pureza.

Un hombre tiene encerrados en su casa a su esposa y a sus tres hijos desde hace dieciocho años, para protegerles de la maldad humana. Allí fabrican raticida en polvo, que el padre sale a vender por las tiendas.

En base a un caso verídico, el cineasta Arturo Ripstein y el escritor José Emilio Pacheco concibieron el guión de este clásico de la filmografía mejicana, galardonado con cinco premios Ariel. Una metáfora malsana que se desarrolla mayormente en el interior de esa casona lúgubre y decrépita, bajo una lluvia incesante, donde el autoritario cabeza de familia verá inútiles sus esfuerzos por preservar la pureza de los suyos, puesto que el mal anida en todas partes. La interpretación protagonista, a cargo de Claudio Brook, es en verdad magnífica, tanto como la fotografía del veterano Alex Phillips.




"Por las ratas he aprendido a conocer a los hombres."