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España España · Madrid, Jaca
Voto de jaly:
10
Comedia. Drama Después de hacerse famoso interpretando en el cine a un célebre superhéroe, la estrella Riggan Thomson (Michael Keaton) trata de darle un nuevo rumbo a su vida, luchando contra su ego, recuperando a su familia y preparándose para el estreno de una obra teatral en Broadway que le reafirme en su prestigio profesional como actor. (FILMAFFINITY)
10 de enero de 2015
20 de 27 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si hasta ahora las emotivas (y aleccionadoras) historias de Alejandro González Iñárritu tenían como escenario “El Mundo”, y como temas, grandes aspiraciones universales, con Birdman (o la inesperada virtud de la ignorancia; qué hermoso título), Iñárritu encierra a sus personajes en la laberíntica casa de muñecas de un vetusto teatro, y en los recovecos que quedan desde el proscenio hacia detrás, es donde el grand guiñol de Birdman cobra una altura humana tan o más grande que el de sus cintas con mayores aspiraciones.

Porque Birdman, extraordinaria película, la mejor de la carrera de su director, una de las grandes de este año, y una obra maestra de su temática y género, es muchas cosas, empezando por un apasionante ejercicio de estilo y continuidad, en lo que al gran plano secuencia se refiere, en el uso de una música apenas melódica, casi psicológica, que acosa a sus personajes, y sobre todo, en el planteamiento de género y tema, una suerte de Cisne Negro convertido en sátira irónica y mordaz sobre el mundo del espectáculo de hoy, sus vicios, virtudes, fantasmas, dioses y semidioses de la escena y de todos aquellos que pululan a su alrededor.

Porque la forma en que Iñárritu capta las esencias, el carácter, los arquetipos de toda la gente que divaga entre las candilejas como modo de vida, es apasionante. El inherente desequilibrio de la gente de esta profesión, la sensibilidad llevada hasta el paroxismo, la ambivalencia de los afectos, el acoso constante de la expectativa, los dardos de la crítica… todo es expuesto de una forma tan real y a la vez tan estilizada en su sátira, que Birdman se convierte en un irresistible y revelador retrato de un mundo tan oscuro como aditivo.

Y además de dar en la diana con cada construcción estética y dramática de la historia, Birdman consigue con la elección de su reparto y de su protagonista metatextual, el calado, la hondura, la humanidad y espontaneidad que hacen de ella una indiscutible obra maestra. Porque todos sus actores son extraordinarios (Amy Ryan, Zack Galifianakis, Andrea Riseborough se lucen incluso con menos minutos); otros como Lindsay Duncan dan un puñetazo de verdad con su única escena (aquella que envuelve a la crítica y la estrella en la barra de un bar, soberbia en la construcción del conflicto, ganador en ambas partes); Naomi Watts vuelve a fascinar con la concentración de todas las inseguridades y desequilibrios que tienen (tenemos) los intérpretes; Edward Norton, un actor magistral que se prodiga poco, resulta irrepetible y divertido como nunca con su estrella de las tablas; Emma Stone crea a una mujer que conmueve con su dejadez, cuyos ojos hablan sin descanso, cuyo discurso hacia su padre tan directo como doloroso y verdadero; y por supuesto el anunciado comeback de Michael Keaton es algo difícil de describir.

Nunca le consideré un gran intérprete, ni añoraba particularmente verle en pantalla. Pero con la hiperenergizada, adrenalínica, trágica, carismática y valiente interpretación que hace de Birdman, su intérprete, su álter ego, su declive, su caída y su éxtasis, entra de lleno en la galería imaginaria de los grandes personajes, convirtiendo a éste en un Dios de ese crepúsculo tan irresistible como oscuro que es el arte.
jaly
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