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España España · Madrid, Jaca
Voto de jaly:
8
Drama Sandra dispone sólo de un fin de semana para ir a ver a sus colegas y convencerlos de que renuncien a su paga extraordinaria para que ella pueda conservar su trabajo. Su marido la acompaña para apoyarla. (FILMAFFINITY)
28 de octubre de 2014
15 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Relacionar al cine social con un cine que está despojado de cualquier ornamento, parece que es la primera idea que a uno lo asalta cuando se encuentra con este sub-género. También parece que siempre, siempre, habrá un posicionamiento de víctimas y verdugos, de subyugados por entes más grandes e injustos que privan a cualquiera de la dignidad familiar, laboral o personal.

Pero sin embargo, en esta crónica de la crisis actual sobre una cabeza anónima que hacen Jean-Pierre Dardenne y Luc Dardenne, estando presente la austeridad en adornos, no hay verdugos, aunque sí víctimas. Cercana casi al cine dogma, Dos días, una noche, persigue a su protagonista en un fin de semana, y como ejercicio sólo de observación, nos enseña la prueba de dignidad que ella realiza.

Lo más grande, el verdadero espectáculo que supone Dos días, una noche, es cómo expone y desarrolla el conflicto central de la película. Hay que ser muy buen director y guionista para mantener el interés en una historia que repite una misma escena de guión unas 6 veces en su metraje. Y hay que ser muy buen actor para repetir ese conflicto dramatico haciendo que cada vez sea en realidad una situación diferente. El conflicto en cuestión es ver al personaje de Marion Cotillard pidiendo a sus diferentes compañeros de trabajo que renuncien a una prima laboral para que ella pueda conservar su puesto trabajo. Pero el sublime trabajo de guión de los hermanos Dardenne, y la naturalista y sobrenatural composición de Cotillard hacen que esa prueba de dignidad sea eso, una lucha, silenciosa, natural, honda, por el respeto a uno mismo por encima de aquel lema de “El trabajo nos hará libres”.

En esta pequeña historia, cerrada en el rostro de sus personajes, o casi exclusivamente de su protagonista, los hermanos Dardenne retratan las miles de luchas anónimas que nuestro sistema ha provocado. Lo hacen sin cargar las tintas ni juzgar a sus antagonistas, sino, simplemente, exponiendo el conflicto y dejando que todos valoremos qué haríamos en su lugar. Es en la falta de pretensiones morales, y en la lúcida, honesta, sencilla y profunda interpretación de esa magistral actriz que es Marion Cotillard (ya no tiene que demostrar nada, es una de las grandes), donde se nos evidencia la completa humanidad de esta película: pequeña, áspera, dura, pero que dignifica las decisiones personales por encima de cualquier crisis (o asalto a mano armada) estructural.
jaly
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