¿Qué tiene de mexicana Bajo la sal? Podríamos cambiarle el lenguaje y pasaría desapercibida entre tanto thriller norteamericano. El guión, la forma de montaje y la estructura narrativa son el abc del cine mainstream explotation, pero no el abc por respetar las convenciones, sino más bien por trasladarlas a rajatabla como quien come por primera vez palomitas de maíz.

Como país latino sometido, entre tantos otros, parecería que hay que dejar de lado ciertas cuestiones localistas o bien morir en el terruño antes de que la obra vea la luz más allá de sus propios límites. Bajo la sal presenta su lado familiar, orquestado con una grandilocuencia irritante, los actores haciendo poses ante la cámara y recitando el guión de la forma más maniqueísta posible. La trama se enloda por momentos, diálogos que intentan ser intimistas y profundos o bien se encasillan en un cliché constante, o bien están tan remarcados que desfazan a la historia principal, que termina por perderse de todas maneras por otros carriles.

Cuando quierer mostrar lo distinto, subordina la claridad o la calidad en pro de lo extravagante: escenas terroríficas de muñecos animados que se pueden sacar como apósitos o panorámicas haciendo uso de los numerosos recursos que presenta la peli.

Como quien diría: cuando expone su verdadera cara, no es mexicana y como thriller hollywoodense otras obras discretas le pueden pasar el lustre, y cuando tiene la oportunidad de dispararse hacia otros caminos opta por jugar, elaborando ejercicios de estilo. Una enorme mentira.