The Thompsons modifica la propuesta original de su antecesora y se vuelve diplomática, gradual, lamentablemente insípida. Hay relaciones familiares, extraños tratos con desconocidos, hay una carencia actoral de esas que ponen en juego la credibilidad de tal o cual situación. En su defecto podemos decir que hay un trabajo detrás, bastante focalizado en volver elegante a esta secuela, quitarle todo rasgo bizarro, y de clase b. Como resultado final no solo no satisface, sino que ata el potencial salvaje de unos vampiros que han elegido lo forzado de sus palabras por sobre sus impulsos naturales.

La idea era clara: cambiar la naturaleza, el tono, el estilo, la onda de este mundo oscuro. El problema es que al lograr un gris opaco la sangre siempre esperada se queda seca.