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Argentina Argentina · Buenos Aires
Voto de María:
7
Comedia. Drama. Romance Cansado de fingir ser un modélico y convencional padre de familia, Steven Russell decide que su vida deje de ser una farsa y le cuenta la verdad a su mujer Debbie (Leslie Mann): es homosexual y lo sabe desde niño. Se entrega entonces a una vida disipada, pero, para poder cubrir sus gastos, comete una serie de fraudes que lo llevan a la cárcel. Allí mantiene una relación amorosa con su compañero de celda, Phillip Morris (Ewan McGregor). ... [+]
26 de septiembre de 2010
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si bien ha parecido aburrida a algunas personas, considerando que se trata de una historia REAL, no tiene sentido opinar al respecto.
Como resultado de mis experiencias de vida y de la observación de la vida de los demás, hace bastante tiempo descubrí que existen dos clases de manipulación: perversa-agresiva, y perversa-afectuosa. La primera es obvia; la segunda, peligrosamente sutil e invisible. Ambas, perjudiciales y funestas, por supuesto.
Es común hallar ejemplos de manipulación negativa en los ámbitos familiares, laborales y en los vínculos de amistad y pareja.
Además de haberse escrito una vasta literatura al respecto, hay una película que podría considerarse el “Manual del Buen Manipulador”.
Esta película es horrible, malísima, pero muy útil a la hora de espabilarse y aprender a identificar a los manipuladores y a cómo conducirse sabiamente con ellos. La película es “Basic Instinct II”.
El perfil psicológico de Catherine Tramell aparenta ser ridículamente exagerado, sin embargo, en la realidad todo es posible. Lo que sucede es que no nos enteramos o no prestamos atención.
En el film puede verse con total claridad las tres actitudes posibles hacia un manipulador: enfrentamiento, cuya consecuencia incluye riesgo de violencia explícita; indiferencia, la reacción perfecta; y la atracción, la peor decisión, porque aniquila en vida.

La segunda modalidad de manipulación es, como ya comenté, peligrosamente sutil, porque se basa en las emociones y afectos. ¿Cómo puede ser posible que el amor cause tanto caos y sufrimiento? En realidad, no es amor. El amor es inequívoco, estable, positivo, nos inspira alegría, paz, felicidad, nos hace sentir buenos, generosos, eternos, potenciando lo mejor de nosotros mismos y de los demás.
Casos como el de “I love you Phillip Morris”, conozco a montones. Personas que sin haber resuelto su identidad, sin haber superado los conflictos de la infancia, del pasado, se largan a la vida a provocar, inconscientemente o no, el mismo sufrimiento que han experimentado desde siempre.
Tan peligrosa y demencialmente manipuladora es esta clase de gente, que el personaje de Ewan Mc Gregor, después de decirle unas cuantas verdades y alejarse prudentemente de él, termina claudicando y ensalzando sus “cualidades”.
Un proverbio árabe dice: “La primera vez que me engañes será culpa tuya. La segunda, será culpa mía”.
Todo aquel que no acepta y supera su pasado, es decir, que no MADURA, se convierte en manipulador y verdugo de todos a quienes se acerca: mentiras, estafas, aniquilación en vida. Hay que estar muy atento y tomar las decisiones adecuadas para no caer en sus redes. Para ello hay que, fundamentalmente, amarse a sí mismo, a fin de respetar el primer y único mandamiento: vivir una vida sana y plena, basada en el verdadero AMOR.
María
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