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Una pareja dispareja

Comedia. Drama. Romance Cansado de fingir ser un modélico y convencional padre de familia, Steven Russell decide que su vida deje de ser una farsa y le cuenta la verdad a su mujer Debbie (Leslie Mann): es homosexual y lo sabe desde niño. Se entrega entonces a una vida disipada, pero, para poder cubrir sus gastos, comete una serie de fraudes que lo llevan a la cárcel. Allí mantiene una relación amorosa con su compañero de celda, Phillip Morris (Ewan McGregor). ... [+]
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Críticas 87
Críticas ordenadas por utilidad
3 de julio de 2010
99 de 132 usuarios han encontrado esta crítica útil
La película es MUY BUENA, es un sube y baja permanente, y tanto Carrey como McGregor la bordan. El guión es en verdad una GRAN historia que pasa de lo cómico a lo trágico en segundos, y tiene un ritmo permanente que nunca decae (realmente no entiendo algunas criticas de aquí de gente que dice que se aburrio…).

Bueno, hay para todo, en mi caso fue todo lo contrario SUPER-entretenida, fue totalmente inesperada también, pensaba que seria una comedia facilona al estilo Di que Si, pero realmente no fue así. Es un drama tragicómico que va avanzando todo el tiempo y se va poniendo cada vez más complejo. A mi gusto lo mejor, la actuación de McGregor interpretando un personaje gay, lo hace perfecto, no se pasa ni le falta nada, un actorazo.

En síntesis mi opinión es que vale la pena verla, sobre todo si se tiene la cabeza abierta y no se tiene ningún prurito con las películas que incluyen algún contenido gay.
osotebravo
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19 de agosto de 2010
62 de 80 usuarios han encontrado esta crítica útil
(El título solo se entiende si se ha visto el film, no es ningún insulto)

'Phillip Morris ¡Te quiero!' es una película realmente entretenida que combina el drama con la comedia. Si tuviera que concretar un poco más diría que se trata de un drama con unas cuantas situaciones humorísticas o, simplemente, una comedia un tanto rarita.

En mi opinión, lo más destacado del film es la forma de tratar la homosexualidad. Se hace de una forma natural, un tanto divertida, y lo más importante, sin caer en lo ridículo. Algunas escenas sexuales (tampoco alarmantes) que podemos observar en la película no suelen verse en otras. Otro tema importante es, desde luego, que dos actores de la talla de Jim Carrey y Ewan McGregor se hayan atrevido a figurar en la película. ¿Por qué atrevido? Muy sencillo. Porque en una sociedad tan desarrollada y moderna (ironía) como la estadounidense, una película en la cual sus dos principales personajes sean gays es una auténtica osadía. Por desgracia, la homosexualidad aún es un tema tabú en ese y otros lugares. Como iba diciendo, ambos actores, a sabiendas de las malas críticas que iban a recibir (y de hecho han recibido, y muchas) por haberse prestado a interpretar esos papales, lo hicieron, y además realizando buenas actuaciones.

Jim Carrey es, con el permiso del señor McGregor, el protagonista de la cinta. Aquí no intenta hacernos reír con su extensa gama de inconfundibles muecas (que, todo sea dicho, son geniales), sino que nos muestra, al menos en un 60%, su otro registro: el dramático (como ya hizo en 'El show de Truman' y de manera excelente). Como he comentado antes, lo hace de manera eficiente aunque, personalmente, lo prefiero en sus "otras" actuaciones ('Di que sí', 'Como Dios', etc.). El caso de Ewan McGregor (el segundo en discordia) es diferente, ya que se trata de un actor muy polivalente pero que no actúa (o no suele actuar) en comedias. Eso sí, cumple en cualquiera de las películas en las que aparece, y aquí lo vuelve a hacer, e incluso superando a Carrey. Realmente llegas a creerte su papel.

Por su parte, la banda sonora creada por Nick Urata es francamente divertida y nada convencional. La cancioncilla que acompaña casi todo el metraje se te queda en la cabeza y no te deja en paz incluso cuando ha acabado la película.

En definitiva, un film ameno, bastante divertido y, sobre todo, rompedor.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Danny Ocean
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16 de agosto de 2010
25 de 32 usuarios han encontrado esta crítica útil
La CBS anunciaba hace unos días la incorporación de dos personajes gays a sus series porque, al parecer, una asociación había denunciado que las otras cadenas norteamericanas le tomaban la delantera en cuanto a cuota homosexual. Pues bien, en el país donde las tramas sarasas se insertan con calzador para explotar una porción de mercado, donde subsistieron en canales de pago Queer as folk o The L Word, resulta que aún no se ha podido estrenar una película como Phillip Morris ¡Te quiero!. Contradicciones de la llamada doble moral estadounidense.

¿Será porque ‘chupar’ y ‘polla’ aparecen en la misma frase? ¿O porque ver a Jim Carrey haciendo de mariquita es un trauma difícil de asimilar? Polémicas incomprensibles aparte, Phillip Morris ¡Te quiero! nos cuenta la historia real de Steven Russell, un estafador que logró tomar el pelo a varias compañías falsificando sus currículums de abogado y contable, entre otras tantas hazañas, y que todavía permanece en prisión con cadena perpetua. ¿El motivo de las estafas? Impresionar a sus conquistas, todas ellas masculinas. Hasta que un buen día encuentra en prisión al hombre que cuestionará sus métodos para encandilar.

El gran problema de Phillip Morris ¡Te quiero! es su trastorno de personalidad. La película es a las claras una comedia pero le encantaría lograr el tono dramático de una gran historia de amor. La elección de Jim Carrey como protagonista, sin duda, no contribuye a alcanzar la mezcla, puesto que sus gestos y muecas vuelven a hacer acto de presencia tras años de letargo. Pero que no cunda el pánico. Su histrionismo aquí es de carácter leve, muy alejado de los brotes psicóticos que desprendía en La máscara o Ace ventura.

Aún así, el tímido retorno de Carrey al pasado le obstaculiza a la película cualquier posibilidad de tomarse en serio. Pero no toda la culpa es del actor. El guión pega brincos casi suicidas entre las escenas de comedia, como en la que el protagonista se presenta ante su madre biológica, y los momentos que podrían suponer excelentes clímax dramáticos. El inicio del romance carcelario entre Phillip Morris y Steven Russell, por ejemplo, pondría los pelos de punta en determinados momentos si no fuera porque a continuación podría aparecer otro giro cómico que enjugara las lágrimas de golpe. El espectador no sabe a qué atenerse.

Pero si en el casting encontrábamos uno de los errores del filme, también en ese apartado se encuentra su principal acierto. Ewan McGregor, el mencionado Phillip Morris, da una lección de interpretación a la altura de la que Sean Penn llevó a cabo en Milk. La capacidad de este actor para la polivalencia, tan pronto despunta en la piel de un yonqui en Trainspotting como canta de manera angelical en Moulin Rouge, le permiten a uno exclamar bien alto, sin miedo a ser censurado en los Estados Unidos, ¡Te quiero Ewan McGregor!
polvidal
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23 de julio de 2010
33 de 50 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un indicativo para saber si una conducta minoritaria se ha aceptado socialmente es observar el tratamiento que le da Hollywood. Hasta ahora la homosexualidad –no sólo en la meca del cine- ha sido carne de cine independiente con algunos hitos vía reconocimiento en los Oscars, como “Philadelphia” (1993) o “Brokeback Mountain” (2005).

“Phillip Morris ¡Te quiero!” marca un nuevo techo en esta carrera, aunque cuente con el antecedente de "Una jaula de grillos" (1996), porque se trata de una comedia romántica protagonizada por grandes estrellas. No va a ser el taquillazo del verano, porque su indefinición entre una versión cómica de “Atrápame si puedes” y una versión intelectual de “Mentiroso compulsivo” va a dejar descolocado a más de uno. No obstante, es el paso previo a una superproducción en la que la presencia gay no se reduzca al amigo de la protagonista. Todavía falta un tiempo para eso, pero significaría la normalización total, igual que hoy en día Will Smith es la estrella más taquillera siendo negro.

No es sólo una cuestión de mayor o menor comercialidad, es que "Phillip Morris...” no ondea ninguna bandera ni se dedica a reivindicar nada, sólo cuenta un drama en clave de comedia en el que, casualidad, los personajes pierden aceite. Y cuando un enfoque tan original se encuentra con dos actores con sentido del riesgo y sentido del humor, sólo puede salir algo bueno.
Felipe Larrea
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20 de agosto de 2010
18 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
Salir de esta película criticando la histriónica actuación de Jim Carrey es de cabestros. Si no le aguantas y te saca de quicio cada mueca, no entres en la película y punto. Porque Carrey es lo que es. Te puede gustar, puedes sentir indiferencia ante el o te puede producir sentimientos sanguinarios e impulsos asesinos. Yo entro en la 2ª categoría, por tanto mi indiferencia me permitió verla con tranquilidad y contribuyó por ello a mi disfrute.

En los tiempos que corren en los que las palabras «sentido del humor» se desvanecen hasta perder su significado, corriendo el riesgo de perderse por completo y caer en el olvido, películas con valentía y tan arriesgadas como esta se agradecen. Pues no buscan el humor absurdo ( o el NO SENTIDO DEL HUMOR), sino que busca comunicarse a traves del humor negro o irónico. Con esto no digo que lo consiga, pero el simple echo de intentar contar una historia de esta manera, ya tiene su merito. Sin embargo, lo consigue en varios momentos de la película. Sobre todo los primeros 20 minutos , divertidísimos. Luego el ritmo decae hacia lo trágico y nos metemos en una especie de montaña rusa que va de la comedia al drama y viceversa en cuestión de segundos. McGregor, magnífico. En su punto, como la carne, ni poco echa , ni pasada. Yo también le quiero.

En resumen una buena historia, contada con valentía y con dos buenas interpretaciones. Todo ello acompañado por una música muy bien elegida. Y donde , independientemente de los brotes asesinos que te puedan florecer a causa de Carrey, también corres riesgo de enfurecimiento repentino debido a las constantes imágenes congeladas que nos regalan cada dos por tres los directores. Quitando eso, o pasándolo por alto, nos queda una película entretenida y bastante divertida en ocasiones. Y eso es decir mucho a día de hoy. Phillip Morris... yo también te quiero.
play it again Sam
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