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España España · Málaga
Voto de Nuño:
5
Comedia. Drama Mientras el mundo se enfrenta al apocalipsis, un grupo de viejos amigos se reúne para celebrar la Navidad en una idílica casa de campo en Reino Unido. Incomodados por la idea de la inevitable destrucción de la humanidad, deciden afrontar la situación con tranquilidad, abriendo otra botella de Prosecco y continuando con la celebración… Pero, por mucho que quieran fingir normalidad, tarde o temprano, tendrán que hacer frente a la idea de ... [+]
2 de enero de 2022
20 de 33 usuarios han encontrado esta crítica útil
Camille Griffin advierte que 'Silent night' fue finalizada cuando la ahora ubicua enfermedad de Wuhan no pasaba de ser un brumoso localismo exótico sólo ligeramente amenazante y difícil de situar en un mapa.

Además, la alusión a la niña Greta y la forma tan gráficamente atmosférica que adopta el apocalipsis —una suerte de ponzoñosa nube tóxica pavorosamente letal—, nos permiten situarla no tanto como grito contestatario contra unas sospechosas cataplasmas de AstraZeneca o Pfizer sino como respuesta al proceso iniciado en 2019, cuando el Parlamento Europeo decidió inaugurar formalmente el "estado de emergencia climático", renovando la enjundia del asunto, "gubernamentalizándolo", y coincidiendo, más o menos, con el culmen del Bréxit.

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Es de perogrullo señalar que el clima nunca deja ni ha dejado de cambiar. Los mamuts y renos en Navarra o la probada humedad del Sahara hace unos 20.000 años lo atestiguan. Y también obvio resulta decir que los medios de comunicación han vaticinado, con delectación y con mucha, escasa o nula aquiescencia de la "comunidad científica", variados, y a veces contradictorios, apocalipsis a conveniencia del dictamen de turno. El mantener a la población en un estado de pánico sostenido, sin desbordarlo, es una base idónea para poder operar con ella a voluntad.

En cualquier caso, 'Silent night' no pone su acento en estas cosas, ya que el ominoso cirro de la película es razonablemente pernicioso para quien lo respira —aunque no sea mortífero— , sino en la obediencia ovina del común de los ciudadanos y en la rotundidad con que acata la norma incluso cuando esta —y la película aquí lo lleva al paroxismo— nos exija acabar con nuestra vida por nuestro bien. Esa es la paradoja que plantea la película: nos dejaríamos conducir a la muerte por nuestra salvación. Es una metáfora simple, pero llamativa, que es fácil suscribir con indignación.

En cierto momento, un personaje reduce la cuestión a un mero accidente electoral: "malditos conservadores, ojalá hubiesen ganado los verdes". La solución al apocalipsis ha de venir si no de éste, de aquel partido político, lo cual no deja de tener su gracia. La Europa del post-nihilismo sólo acepta dioses laicos y pastores seculares.

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El problema de la estimulante 'Silent night', a mi modo de ver, es la indigesta mezcolanza de tonos y la insignificancia de sus —bien interpretados— comensales navideños. Los personajes parecen estar empujados por un guion insistentemente procaz y ácido, que les hace perorar sin mucha gracia como unos gamberros cualesquiera de 'South Park', para luego revestirlos de dignidad humana y obligarles a compadecerse entre ellos por su indigno destino. La bisagra tonal no está bien engrasada.

En una película coral como esta, donde la pegada habría de venir de la relación entre los personajes y de unos matices bien imbricados con la idea central, me parece un fallo terrible.

Gracias.
Nuño
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