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España España · Rivas-Vaciamadrid
Voto de Quinto Sertorio:
5
Western Tras haber peleado al servicio de los ejércitos de la Unión en la Guerra de Secesión, el mestizo Keoma (Franco Nero) emprende el regreso a su pueblo, a donde llegará en compañía de una bella mujer embarazada (Olga Karlatos) a la que ha rescatado en el camino de quienes pretendían aislarla por considerarla poseedora de la peste. Tras reencontrarse con su padre que lo tiene en alta estima (William Berger) y con sus tres hermanastros que ... [+]
4 de abril de 2021
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Mugre-western. La estilización final del spaguetti. Si ya en los filmes de los 60, los personajes que salpicaban los filmes hispano-italianos parecían tener fobia a un baño, como los Armónica y Cheyenne de "Hasta que llegó su hora" o el Tuco de "El bueno, el feo y el malo" (¡aunque conseguía bañarse!) y tantos y tantos buenos y malos de este tipo de filmes, cuyas pieles sudorosas brillaban como un efecto más de estos filmes y esa roña les dotaba de personalidad. Keoma, es sin duda, el máximo exponente de la mugre en el cine.
Franco Nero interpreta a un personaje sucio y andrajoso, aunque, curiosamente, lleva una larga cabellera, limpia con acondicionador y que luce tan bien como el pelo de los miembros del grupo "Europe". Medio indio, vuelve a su pueblo, donde tiene cuentas familiares pendientes, y se lo encuentra transformado en una especie de villa del Medievo, asolado por la peste y por un latifundista inmundo.

Enzo G. Castellari intenta rodar un filme de autor, con unas curiosas transiciones entre secuencias, encuadres artísticos, uso del slow-motion a lo Kurosawa y Peckimpah, unos exteriores espectaculares -rodados en Campo Imperatore, en el gran Sasso italiano- y una banda sonora irritante, fruto de los hermanos De Angelis (AKA Oliver Onions) que repiten insistentemente unos aullidos que parecen decir "Keoma, Keoma!". Y todo ello acompañado de un guión bastante simple, lleno de diálogos pretendidamente sesudos y referencias mesiánicas que no vienen a cuento.

Castellari nos ofrece un extraño pastiche, dicen que el último gran "spaguetti-western", aunque a mí no me lo parece, ya que está muy alejado de los conceptos rompedores e irreverentes del género, acercándose más a una suerte de artificioso melodrama, pretencioso y hasta ridículo. Si bien los personajes de Leone y sus diálogos eran de todo menos tópicos y más propios del teatro de Ibsen, en el filme de Castellari su exageración supera el límite de lo aceptable alcanzando lo grotesco y risible.

Con todo, como ejercicio artístico puede verse y recrearse con esa melena al viento de Franco Nero ¡Quién la tuviera!
Quinto Sertorio
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