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Voto de Ferdydurke:
2
3.4
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Drama. Romance
El legendario torero Manolete, además de revolucionar el arte del toreo en la posguerra española, mantuvo con la bella actriz Lupe Sino una relación amorosa que desafió todos los convencionalismos de la época. Ambos vivieron un intenso amor dominado por la pasión y los celos, al que pondría fin el trágico final del torero en la plaza de toros de Linares (Jaén). (FILMAFFINITY)
28 de agosto de 2017
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
La idea: doblar la platea, espatarrar al espectador, tumbar al crítico, engolosinar a la audiencia a través de un inusitado afán de trascendencia y de la creación de una historia de amor imperial entre un novio de la muerte y una mujer fatal.
Un héroe trágico del pueblo, virginal, balbuciente, inopinadamente pazguato y atontado que bebe los vientos por una mantis religiosa de nombre sandunguero Lupe que es en verdad, todo hay que decirlo, buena y fresca como la leche recién sacada de la teta de la vaca en la primera hora del alba, como solo sabe serlo la mujer española cuando a ello se pone con tanto ahínco en estos casos toreros.
El sexo, la parca, el rito, el mito, el fatalismo y la tragedia en amalgama escaharrada de símbolos, pasiones y martirios.
Un gusto esteticista y relamido y muy cursi y bastante pueril que en su intento sublime se da de morros con un colosal ridículo, sutil y cachondo a su manera inflada y hueca. Que no excede lo previsto, solo cumple con lo anunciado.
Por lo menos se entiende lo que propone, la historia de un hombre pobre, rodeado de una familia ávara, que se entregó a la muerte como único modo de supervivencia. Y que cuando estaba a punto de sazón, metido en medio de un gran lío, se encontró/topó con una hembra de mucho tronío que fue su felicidad y su perdición, su destino marcado desde hace tanto y su zona sagrada, su paz y oscuridad, donde el camino da la vuelta y la vida expira, ese instante infinito y, sí, algo, también bastante risible.
Un héroe trágico del pueblo, virginal, balbuciente, inopinadamente pazguato y atontado que bebe los vientos por una mantis religiosa de nombre sandunguero Lupe que es en verdad, todo hay que decirlo, buena y fresca como la leche recién sacada de la teta de la vaca en la primera hora del alba, como solo sabe serlo la mujer española cuando a ello se pone con tanto ahínco en estos casos toreros.
El sexo, la parca, el rito, el mito, el fatalismo y la tragedia en amalgama escaharrada de símbolos, pasiones y martirios.
Un gusto esteticista y relamido y muy cursi y bastante pueril que en su intento sublime se da de morros con un colosal ridículo, sutil y cachondo a su manera inflada y hueca. Que no excede lo previsto, solo cumple con lo anunciado.
Por lo menos se entiende lo que propone, la historia de un hombre pobre, rodeado de una familia ávara, que se entregó a la muerte como único modo de supervivencia. Y que cuando estaba a punto de sazón, metido en medio de un gran lío, se encontró/topó con una hembra de mucho tronío que fue su felicidad y su perdición, su destino marcado desde hace tanto y su zona sagrada, su paz y oscuridad, donde el camino da la vuelta y la vida expira, ese instante infinito y, sí, algo, también bastante risible.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Él se parece al difunto real. No más. Ella está hermosa. Así es. Los dos juntos dan bien para la foto.
Echanove y Segura hacen de palmeros simpáticos y esforzados, a las risas y los lloros. Todo lo demás, hasta las imágenes de archivo, chirría, adolece de engolamiento altisonante. Además contrasta su unción con su prisa, su pesado melodramón con su ligereza a la carrera.
En fin, claro que sí, sin solución mala. Pero no demasiado. Solo lo justo y necesario, no hay tanto regodeo. Qué pena.
Nota: Los toros solo pasaban por allí los pobres animales.
Echanove y Segura hacen de palmeros simpáticos y esforzados, a las risas y los lloros. Todo lo demás, hasta las imágenes de archivo, chirría, adolece de engolamiento altisonante. Además contrasta su unción con su prisa, su pesado melodramón con su ligereza a la carrera.
En fin, claro que sí, sin solución mala. Pero no demasiado. Solo lo justo y necesario, no hay tanto regodeo. Qué pena.
Nota: Los toros solo pasaban por allí los pobres animales.