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Argentina Argentina · Lomas de Zamora
Voto de Repoman:
3
Serie de TV. Comedia 8 episodios. Sigue los procesos de un jurado americano a través de los ojos de Ronald Gladeen, un joven miembro del jurado que desconoce que todo el caso es falso. Todos, menos él, son actores y todo lo que sucede está cuidadosamente planificado. (FILMAFFINITY)
15 de enero de 2024
6 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cada tanto me vuelve a pasar: alguien, en alguna reunión, me habla de una serie. Yo ya se que no me gustan, que no me enganchan, que no les encuentro la gracia. En este caso se trataba de una comedia. "Llorábamos de la risa, a moco tendido" me juraron. Me dijeron que era sobre un jurado muy diverso, que todos son personajes hilarantes, que está filmada como un falso documental, que están implicados los guionistas de The Office (tampoco soy un fan, precisamente...). En fin, pensé que podría regalarme a mí mismo unas lindas risas, teniendo en cuenta que la cosa está ahí, subida en el Amazon Prime.

Pensé mal. Un episodio, se presentan personajes, se presenta la situación general. Mmm, nada me llama la atención, todo me tiene sin cuidado. Segundo episodio, los supuestos chistes pasan de largo. Las situaciones, algo absurdas, deberían parecerme graciosas. Nada. Tercer episodio: ¿Qué hago viendo a este puñado de estadounidenses que no me interesan para nada? Las cartas están desplegadas, son las mismas de siempre. El tímido timorato, el arrogante desconsiderado, la señora mayor, etc. El protagonista es un muchacho promedio, sin defectos ni excentricidades visibles, que presta sus gestos faciales para conducirnos emocionalmente por el universo presentado. Esto no es comedia, esto es un audiovisual que combina lo peor de la telenovela con lo peor del reality show. Una suerte de gran hermano ficcionalizado por comediantes, demasiado liviano como para hacer reír. Cada personaje tiene una línea argumental que debería interesarme, pero no me sale. El sólo hecho de, entre comillas, "conocerlos", no me alcanza para tener interés. El formato documental, se supone, debería situarme ahí, entre ellos, de manera cercana y cómplice. No les encuentro gracia, son sólo doce estadounidenses que no me importan. No quisiera estar ahí entre ellos, ni mucho menos quiero saber qué les pasa. Y menos que menos quiero estar viéndolos cuando podría estar mirando cualquier película del mundo. Después del tercer episodio me doy por vencido.

Me quedo pensando, ¿qué le ven a estos engendros televisivos? No logro entender, por qué deberían importarme estas historias. A riesgo de ser un soberbio insoportable voy a decir lo que pensé: cuando hay hambre no hay pan duro. A las personas les presentan un puñado de situaciones y personajes tibios, y ya se enganchan con la telenovela. No piden nada, sólo que les den un pequeño universo al que seguir. Sospecho que si esos personajes son de Estados Unidos, mejor. Hay algo en el idioma que los engancha. Un tono, un color, un acabado que suma al escaso contenido que contienen estos audiovisuales. Una vez metidos en el rollo, se disparan los resortes chismográficos, y lo supuestamente gracioso quizás les saque una sonrisa, y los vaivenes de cada sub trama quizás les resulten mínimamente emocionantes. Y así pasan las horas, los días, los años, en los que los consumidores de estos anodinos semi realitys no se sienten menos solos (y efectivamente no lo están), pero al menos adhieren su cerebro a algo ajeno, que les permita no andar pensando en la deprimente soledad que los corroe. Ya no se qué estoy diciendo, pero es que no lo logro entender. ¿Qué le ven?

En fin, lo dicho, un remedio genérico. Un ansiolítico para barrer la depresión tenue, bajo la alfombra de la corteza cerebral.
Repoman
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