La ventana indiscreta

Si nos reponemos del trauma tan desagradable que supone ver a la bellísima Grace Kelly en manos del meapilas oficial del reino, James Stewart, podremos disfrutar medianamente de este gran clásico, que no sé si porque está envejeciendo mal, cada vez que la veo me parece peor. Podemos decir que la "La ventana indiscreta" tiene como tres temas que se entrecruzan: la relación del fotógrafo postrado en silla de ruedas con una pierna escayolada, Jefferies (James Stewart) y Lisa (Grace Kelly), el voyeurismo del protagonista y el supuesto crimen cometido por un vecino. Sobre lo primero, de momento diré que es indignante y sobre lo segundo, que tiene escasísimo interés. En cambio, la parte estrictamente de intriga tiene su aquel pero a la postre te parece bastante aparatoso el comportamiento de Lars Thorwald (Raymond Burr), con una serie de idas y venidas, fintas y coartadas, todas ellas fabricadas como si supiera que Jefferies le estuviera espiando. Encima el final es tan burdo y estúpido que desinfla cualquier pretensión de suspense. Entre una cosa y otra, la torpeza del vecino, la lentitud de la narración (más de media hora para que se intuya de qué va la película), la dificultad de llevar una investigación sin moverte del sillón y la falta de emoción, pesan como una losa a la hora de construir una intriga lo suficientemente atrayente.

Dicho lo cual, la película es como un dolor de muelas al ver a una chica como Lisa con un tipo como Jefferies. Porque ella es directamente perfecta, guapa, rica, educada, con clase, encantadora, muy femenina, etc. y él en cambio es un auténtico bobo, un idiota sin apenas virtudes, pero que va de listo y de gran hombre. Bueno, el típico personaje de James Stewart, para qué vamos a decir más. Pero la cosa es peor aún. Pues el tal Jefferies en vez de estar aplaudiendo con las orejas, va y no para de rechazarla. Que no quiere casarse, ni cambiar su aventurera vida, dice ¡Sera tonto! Pero si por una mujer así tendrías que estar dispuesto a cambiar de lo que hiciera falta. Claro que ella no le pide eso sino que encima le "invita" a que ejerza su profesión en cosas más pausadas y más beneficiosas económicamente como política o sociedad, en vez de ir arrastrándose por medio mundo como corresponsal de guerra o lo que se le antoje. Pues no, que no quiere. Y si ella lo deja, pues le da igual que para eso tiene su ventanita par fisgar. Y es que ver a una mujer, y encima a esta pedazo de Grace Kelly, arrastrándose, amoldándose, doblegándose, mendigando afecto ante un mequetrefe como Jefferies, me hace hervir la sangre. Como único remedio me esforzaré en pensar que a ella se le cae la venda de los ojos y que al final manda a paseo a un memo tan grande como éste.

Lo que no entiendo muy bien es como Alfred Hitchock no se dio cuenta del filón de argumento que tenía entre las manos con esta historia de "La ventana indiscreta". Vamos a ver, un sencillo test de psicología asociativa. Descubrid dónde está la gracia en el siguiente caso: un hombre inmovilizado de cintura para abajo con una aparatosa escayola y una mujer imponente que lo desea. Exacto, pues que por culpa de dicho accidente, no hay manera de que haya tema entre ambos por mucho que quieran. Claro que para que se den situaciones divertidas y haya tensión sexual hace falta que los protagonistas se deseen, cosa que por parte de él, no pasa aquí. Yo en vez de este pánfilo de Jefferies hubiera creado otra historia con un personaje loco por Lisa, a la que pondría por otro lado un poco menos fogosa, y con ardientes deseos de... casarse, que estamos en 1954. Y bueno, de "lo otro" también. Menudo morbazo que habría y menuda ansiedad por quitarse la dichosa escayola. Afortunadamente con este cambio, prescindiríamos de la incompatibilidad de caracteres de Lisa y Jefferies que aquí aparece y la consiguiente degradación de ella para estar a su altura, para dar lugar una cinta más alocada, más intensa y seguramente más agradable de ver.

Es impresionante, realmente increíble, las maravillosas críticas que han dado a esta porquería.

Al final de la cinta me quedé sorprendido, precisamente por eso. Digo, por la película no puedo más que sentir que vivi una terrible pérdida de tiempo.

Aburrida, ridícula. El que diga que hay suspenso es un hipócrita, el final.. sin palabras.

Lo que me llevo son las carcajadas que tuve al comentarla al final con mis amigos (no se pierdan la comiquísima caída de James Stuart al final) y la confirmación de que aunque todo el mundo afirme una cosa, no tiene que porqué ser de ninguna manera cierta.

El bueno de Gordan nos ha vuelto a hacer la pascua.
Recalcitrante por repetitiva, predecible desde antes de sentarse a verla. Obvia, de perogrullo.

Un nuevo bodrio del nefasto Alfred. Me dormí en seguida. Alguien más prólijo que yo tal vez diría que, en resumen, esta película produce sueño (del latín somnum, raíz original que se conserva en los cultismos somnífero, somnoliento y sonámbulo) que designa tanto el acto de dormir como el deseo de hacerlo (tener sueño). Pero por otra pienso que estas explicaciones no añaden nada a lo que ya había comentado cuando dije que me quedé aletargado al poco de comenzar a verla. Por lo tanto no la recomiendo excepto para echar una siesta.