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El autor

Drama Álvaro (Javier Gutiérrez) se separa de su mujer, Amanda (María León), una exultante escritora de best‐sellers, y decide afrontar su sueño: escribir una gran novela. Pero es incapaz; no tiene talento ni imaginación... Guiado por su profesor de escritura (Antonio de la Torre), indaga en los pilares de la novela, hasta que un día descubre que la ficción se escribe con la realidad. Álvaro comienza a manipular a sus vecinos y amistades para ... [+]
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Críticas 114
Críticas ordenadas por utilidad
18 de octubre de 2017
14 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tras el primer éxito de la programación, retomamos la Sección Oficial a las 19:00 sin movernos de sala para echar una mirada al cine patrio que viene: El autor, de Manuel Martín Cuenca, adaptación de la novela de Javier Cercas. Álvaro (un Javier Gutiérrez que vuelve a lucirse) es un notario que lleva años asistiendo a clases de escritura, sin experimentar grandes progresos debido a su falta de talento. Su profesor (un detestablee interesado Antonio de la Torre) le fustiga, y su mujer (María León, divertida y ridícula), escritora de Best-seller, le infravalora. Hastiado, se muda en soledad a un nuevo apartamento, dónde decidirá convertir a su nueva comunidad de vecinos en el objeto del libro que siempre ha querido escribir. Y por el bien de su relato, plegará la realidad que le rodea a su antojo, usando para ello las malas artes del chismorreo y la manipulación.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Néstor Juez
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17 de noviembre de 2017
13 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
El Autor, basada en la primera novela de Javier Cercas, “El Móvil”, está dirigida por Manuel Martín Cuenca, y cuenta con Javier Gutiérrez, como protagonista, junto a María León y Antonio de la Torre, los mexicanos Adriana Paz y Tenoch Huerta y la malagueña Adelfa Calvo. Llega a las carteleras de cine españolas tras su participación en la Sección Oficial del reciente Festival de Cine de San Sebastián y recibir el prestigioso Premio Fipresci en el pasado Festival de Toronto. Además, El Autor ha sido seleccionada en el World Cinema del Festival de Busan, en Corea del Sur, considerado el festival más importante de Asia.

A la hora de hacer una crítica, es complicado encontrar las palabras que expresen exactamente lo que quieres decir sin dar lugar a dobles lecturas. Y el duro proceso de encontrar esas palabras lo que refleja El Autor, lo fundamental que es a la hora de poner en pie un proyecto, que cada personaje tenga un habla veraz, auténtica. Una forma de hablar ligada a su pasado, que represente su presente, y que no se limiten a ser unas frases en la boca de un actor o de una actriz recitadas con mayor o menor credibilidad. Porque es el objetivo principal de una película, que el espectador se olvide de que es una representación y crea que lo que está viendo es real.

El guion es el pilar de toda película, sin un buen guion no puede haber una buena película. El Autor cuenta con ese buen guion. Un guion mimado, cuidado, en el que no hay una palabra o una coma fuera de lugar, todo está donde debe estar. Es decir, donde estaría si fuese real. No existe ninguna fisura, ningún descuido… en definitiva, es un guion redondo.

Es complicado atribuirle un género cinematográfico a la película. Si tuviésemos que compararla con alguna película, sería una mezcla entre “La ventana indiscreta” de Hitchcock y “La Mejor Oferta” de Giuseppe Tornatore. Pero compararla no hace justicia, porque es una película única.

Otro de los discursos que sostiene la película es que la vida de uno mismo siempre es dura, pero si se ve desde fuera, todos tenemos episodios o personajes alrededor que nos hacen reír. Ir a ver esta cinta con la predisposición de ver una película de humor es un error, ya que no lo es. Es una película que retrata la vida de un hombre, con todos los momentos divertidos que esta pueda tener, pero sin buscar la risa a través chiste fácil. Un humor como el de Almodóvar en “Volver” o como el de Guillermo Fesser en “Cándida”. Justo cuando parecía que el humor español estaba encajado en tópicos sobre andaluces y chistes de cromañón, llega El Autor, con humor que no se podría definir con otra palabra que no sea “puro”.

Pero ese mimo se ha aplicado a todos los aspectos de la película, porque para sostenerla, es necesario un increíble elenco actoral. Todos y cada uno de los actores están brillantes en sus actuaciones. Pero la actuación de Javier Gutiérrez en particular es soberbia. Ya en “La Isla Mínima” nos demostró que es capaz de encarnar papeles dramáticos y alejarse de esos papeles cómicos con los que se dio a conocer (aunque en está cinta aparezca cierta vis cómica). Con El Autor se vuelve a postular como candidato para llevarse a casa el que sería su segundo premio Goya.

En definitiva: una película hecha con muchísimo cariño a la propia cinta y al mundo de contar historias, una de esas imprescindibles.

¿Lo mejor? Una magnífica actuación de Javier Gutiérrez. Y la crítica de Antonio de la Torre a esa extraña manía de poner a personajes de obras españolas, nombres en inglés.

¿Lo peor? Por ponerle alguna pega, la música.

Escrito por Juan Anselmo Rodilla

https://cinemagavia.es/pelicula-critica-el-autor/
Cinemagavia
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2 de marzo de 2020
8 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un descubrimiento que no hay que dejar pasar. Y digo acertado aunque un par de cosas que me han parecido desacertadas. La primera es que en la presentación como en los créditos finales cante el agónico y depresivo señor José Luis Perales, a quien no aguanto, pero es cuestión de gustos por lo que no debe repercutir en el valor de la película. Lo otro, que ya me parece más grave, es que en una película tan seria y tan delicada en cuanto a interpretaciones, se haya proporcionado un papel, y además bastante importante, a la señora María León, que por supuesto no la pega nada ya que interpreta a una escritora de estas prepotentes y exitosas del estilo Almudena Grandes o Lucía Etxebarría, cuyo ego debe desbordar sabiduría y autoridad y por supuesto María León se queda muy lejos de dar esa impresión, creo que más allá de sus anuncios chorras o de los papeles con su hermano en comedias revenidas con ínfulas no hace más que desentonar y aquí más, estropea al personaje bastante, más que nada porque parece no haber cogido la onda de a quién tiene que interpretar.

El autor es en sí mismo una obra escrita, una novela más que una película, donde la cámara está casi siempre clavada porque son los diálogos los que crean la acción. Paso a paso se nos introduce en una mente obsesionada por crear, por crear en el más amplio sentido de la palabra, en una lucha por crear un mundo y confirmar, y esa creación va "creciendo" mediante la "confirmación" de un profesor de taller interpretado por el grandísimo Antonio de la Torre en un papelón, que a golpe de almuerzo aumenta aún más el esfuerzo del novelista y al mismo tiempo el suspense del espectador.

La psicología es abrumadora y el terror nace de esas mismas voces, no ya diálogos, si no esas voces que surgen de las puertas y de las paredes, del patio de luces, ese: "Álvaro, soy yo, abre, abre" es evidentemente un momento de pánico que se traslada a nosotros al menos con inquietud. El autor es un producto original que demuestra cómo hay que trabajar para hacer películas, hay que crear, no contar estupideces, hay que hacer cine así, creando situaciones de personajes que sepamos lo que quieren y a partir de ahí, presentar el drama según le van surgiendo los impedimentos y cómo los va superando.

El final es lo más flojo, aún así válido, tiene un pase, no sé si es el que corresponde realmente al drama acontecido, me ha parecido algo artificial, pero es el que hay, no está mal tampoco pero podía haber sido más sutil, más maquiavélico o de una perversidad más refinada ya que al novelista se le supone que va superándose. El autor es una película valiente y profunda que anima al cine español a tirar por ahí, por la imaginación, que es lo que se necesita para hacer una novela.
floïd blue
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21 de noviembre de 2017
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Con todo, Manuel Martín Cuenca ha sabido, inexplicablemente, mantenerse en el precario mundo de la industria audiovisual de este país. Incluso con cierto lustre en sus películas, trabajando con lo más granado del mundillo, desde Luis Tosar a Javier Cámara, Leonor Waitling o Antonio de la Torre. Y en su favor, hay que reconocer que su último trabajo protagonizado por Javier Gutiérrez es su mejor apuesta, lo que no quiere decir que sea una buena apuesta. ¿Es interesante? Si. ¿Tiene buenos momentos? También. ¿Tiene -incluso- gracia? Pues también. Pero... ¿Es una buena película? Pues no, mire usted.

Y no lo es porque Martín Cuenca solo ha acertado en realidad una vez en el cine, con "La Flaqueza del Bolchevique", basada en una novela de Lorenzo Silva. Fue una película de esas que a uno le salen casi sin querer, pero que da en toda la diana; conjunción de factores, momento adecuado, sitio adecuado... el caso es que le granjeó del tirón toda la credibilidad de los profesionales del cine en este país, cuando no de la dramaturgia, de la literatura...convirtiéndolo del tirón -e injustamente- en un director de culto. Quizás ese éxito y prestigio le diera alas para poder seguir haciendo lo que él consideraba -a mi juicio, equivocadamente- el mejor cine. Y lo que es peor, utilizando los mejores recursos para sus películas (por ejemplo, "Caníbal" tiene una fotografía y producción exquisitas, amén de la brillante interpretación de Antonio de la Torre y es una auténtica tortura para el espectador, y no ya porque el protagonista sea un psicópata, sino porque como película es un plomo insoportable).

Martín Cuenca vuelve a tomar a la literatura como punto de partida, ya que la novela del siempre magnífico Javier Cercas sirve como pretexto para ahondar en la vida de un mediocre absoluto con ínfulas de autor, de esos que pasan a la historia. Y claro, las ganas, porque en realidad es un empleaducho de notarías que encima ve cómo el éxito literario le llega a su mujer con una novelita que se convierte en un best-seller. Y cuando ella le pone los cuernos, decide irse a vivir solo a un edificio para buscar "su voz interior" como escritor, y es entonces cuando se desatan todos los acontecimientos...

El recurso de mostrar el ecosistema de un edificio, como hicieran en su día Jeunet y Caro en "Delicatessen", Alex de la Iglesia en "La comunidad", o si nos ponemos más exquisitos, Polanski en "El quimérico Inquilino" es de lo más agradecido, sobre todo por asomarse a las miserias y grandezas del género humano, que intenta cuidar su "cueva" igual que ancestralmente lo hacían los hombres de neanderthal y Cromañón. La gracia aquí es que nuestro protagonista se erige como una especie de bardo que utiliza todos esos fragmentos de realidad para hacer su propia elegía de la humanidad. Y cuando no coincide con sus planes, pues nada, manipula, tergiversa, utiliza y destroza todo lo que le conviene para que encajen las cosas, como una especie de perverso maestro de marionetas. O sea, como hacen todos los autores al fin y al cabo ¿no? De hecho, su visión psicopática de todo, prevaleciendo su interés por encima de sus vecinos, observados como insectos desde la óptica de un microscopio, es algo que podría haberse utilizado mejor para bucear en la mente del autor, y que a la postre, ha quedado trazado con unos cuantos brochazos. Claro que la diferencia está en la realidad y la ficción... ¿o no?

Aunque la austeridad narrativa y visual de Martín Cuenca sigue presente, hay una cierta evolución y alegría en las imágenes, que encima son de Sevilla, dotando al producto de vistosidad. No obstante, esa parsimonia en la factura por una vez funciona para el discurso que intenta articular y donde sin lugar a dudas la excelente interpretación de Javier Gutiérrez supone un pilar básico y fundamental de toda la historia. Impresionante trabajo de Gutiérrez, que nos hace ver que es sin lugar a dudas uno de los mejores actores que existe en nuestro país. Tampoco podemos olvidar a Antonio de la Torre, que brilla como siempre con un excelente registro.

Sin hacer aspavientos, "El Autor" es una película que tiene su gracia, devanada entre una mordaz comedia vodevilesca, donde en una casa se abren y cierran puertas, entrando y saliendo personajes a cada cual más rocambolesco -impagable la portera del edificio...- y una visión negrísima de la sociedad, desde dentro y desde fuera, en una mirada tan escéptica como ácida y desesperanzada.
Federico_Casado
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21 de marzo de 2018
7 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me reafirmo en mi idea de que el cine, hoy por hoy, carece de buenas y/o grandes historias porque "basta" con esa minucia para montar una buena película por muy bajo que sea su presupuesto. Rectifico. Una buena historia y unos actores como la copa de un pino. Evidentemente cuando el dinero para producir escasea no queda más remedio que centrarte en lo "barato". Sin efectos especiales, sin grandes escenas de acción, sin paisajes virtuales... Ese es el binomio (guion-actores) donde se han sustentado clásicamente las películas. Es necesario tirar de un buen guion y sobretodo esas interpretaciones de dos tipos que ya han demostrado bastante en el cine español. Javier Gutiérrez y Antonio de la Torre son de lo mejor que hay actualmente.
Javier Gutiérrez (hasta el nombre no le va) hace un papel propio de obra teatral, parecido al que realiza en la serie "Vergüenza". De don nadie, fracasado, lastimero y vilipendio social que mete la pata continuamente. Hasta su cara y cuerpo están hechos para ese personaje. Y se nota. Lo clava. La diferencia respecto a dicha serie es que la trama se va oscureciendo a medida que avanza.
Sobre Antonio de la Torre, bueno. Solo me remito a que vean su primera intervención en la película y punto. Los actores secundarios están bastante bien, destacando a la portera (vaya caraoque de diez) y dejando en el banquillo a María León, no acabo de encontrarle un personaje de drama notable a excepción de las 13 Rosas, para comedias échales todas las que quieras.
Todo el largometraje se desarrolla en Sevilla aunque bine podría ser Cuenca o París da igual. Son cuatro planos en las afueras que deja a las claras que todo se cuece dentro. En la intimidad de un bloque de vecinos donde cómo bien dicen, las paredes hablan.
La película tiene un ritmo pausado, no llega a lenta porque gira y mantiene una ligera sensación de que algo va a ocurrir hasta que, cercano el final, ya puedes adivinar cuál de las tramas se convertirá en la principal y producirá el desenlace. Que le faltarán cosas pues por supuesto. Que podría haber sido mejor si esto o aquello, pues claro. Como casi todas las películas. Pero se merece una buena puntuación porque por sencilla que parezca todo lo hecho esta bien.
En esencia, esto es cine.
Limonde
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