Tener y no tener

Uno de los iconos del séptimo arte como es Lauren Bacall, no pudo imaginar ni en sus mejores sueños tener un debut tan perfecto. Por la puerta grande y atreviéndose incluso a cantar.

Maravillosa película del más auténtico cine negro en la que todo funciona a la perfección gracias a un magnífico guión, a un acompasado ritmo narrativo y a unos fabulosos diálogos adelantados a su tiempo. Y gracias también a su pareja protagonista y a unos espléndidos actores secundarios. Todo ello te engancha sin remisión a la butaca ya desde el minuto uno.

Puedo decir, sin temor a equivocarme, que la pareja Bogart-Bacall nunca podrá ser superada por ninguna otra.....sus miradas, su manera de encender un pitillo, sus insinuaciones, su altanería.....ellos son el cine en estado puro.

Recomendable 100% para los amantes del cine clásico y de los auténticos mitos.


P.D. “Si me necesitas silba, sabes como se hace, juntas los labios y soplas”.

Desde luego que Tener y no tener tiene el ambiente antecesor de Casablanca, del café de Rick en Marruecos, llega hasta ella el calor desértico del otro escenario y rápido las preferencias de la gente se inclinan hacia lo irrebatible, hacia lo constatado por la mayoría, como pasa en la vida cotidiana, el origen de la vulgaridad; y claro, no se repara que Tener y no tener no es una película de inferior categoría, pero bueno, eso va a gusto del consumidor.

Por ir un poquito a contracorriente, que siempre está bien, y tener la costumbre de ser abogado de las causas perdidas, a los comentarios realizados en las críticas añadiré el contrapunto que no figura en ninguno de ellos:

Continuación del argumento/mismo escenario histórico-distinto escenario geográfico:

-Más atractivo y romántico el mar de las Antillas que un café en el Sahara. Con la posibilidad de la pesca del pez espada.
-Sin desmerecer a Ingrid Bergman, que no lo haría nunca, Bogart hace mejor pareja con Lauren Bacall. Incuestionable.
-El ambiente en el café de Rick, agobiado y triste, es mas cutre que el de la Martinica, el cual dispone de amplias habitaciones con servicio y un salón más espacioso en el restaurante. Por supuesto, los blues al piano del maestro Cricket, que goza además de la participación ocasional de la señora Bacall, son superiores a los de Sam, el negro pianista. Sin discusión.
-En Casablanca, Rick revive un amor pasado con una mujer comprometida que en el fondo está deseosa de salir de aquel agujero y marcharse en el avión con el héroe de la Resistencia gala, o con quién sea, no lo sé exactamente. En la Martinica, el capitán Morgan le dice a Marie que se de una vuelta a su alrededor a ver si ve alguna cuerda que le tenga sujeto a alguien, y Marie se da la vuelta y sigue enamorada de él sin condiciones.
-El ambiente de niebla, de calima (ayudaron a disimular un pobre decorado) en Casablanca me gusta menos que las imágenes románticas de las habitaciones en sombras con las franjas horizontales de la luz que dan las persianas.
-También es importante la diferencia indicada en el spoiler.

Hay más comparaciones pero con estas basta. Hawks. Película espléndida. Superior.

Fantástica película, en la línea del mejor Hawks, y que se queda un pelín por debajo de "Casablanca", con la que guarda cierta similitud. Leyenda a parte sobre que en ella se conocieron Bogart y Bacall, lo que es cierto es que la química que hay entre los dos es elocuente, pero no es menos cierto que no se puede ignorar la gran actuación de Walter Brennan, un secundario de auténtico lujo. A mi forma de ver, como cualquier buena película de cine negro, lo más importante no es el argumento y la historia (que aquí es un tanto sencillo), sino los diálogos y la atmósfera que se emana de la película, y en esto sí se iguala a otros films míticos de Hawks o Curtiz por poner sólo un ejemplo. Aunque pongo en duda que sea una obra maestra, sí entiendo a todos aquellos que así lo crean; seguro que todos son fans de Bogart, el mejor.

Y yo no tengo dudas de que ese peligroso Notable se debe a mi parejita Bogat-Bacall y a la dirección de Hawks. No tenéis autocontrol.

Hombre, yo a la química y a la física de Humphrey y de Lauren le daría un diez, porque se lo merecen. Ya sé que no tiene mérito que transmitan tanto porque eso es cuestión de sentimientos, pero, oye, que lo hacen genial, que el amor compenetrado y vívido es digno de admiración. Presenciamos en directo a una Lauren que con veintidós añitos conquista al maduro Bogart dándole clases de cómo silbar. Y Bogart sonríe.

La trama no tiene ni pies ni cabeza y sólo me ha quedado claro que están en La Martinica y que la Resistencia anda dando vueltas. Plomizo. Un aburrimiento total que con otros actores sería infumable. El alcohólico no tiene gracia, la llegada del matrimonio no aporta intriga, la evolución de los personajes es desastrosa, los villanos son horripilantes; horripilantes por malvados y desagradables, no hay ritmo y el desenlace es ese, pero podría haber sido otro cualquiera. Además, es larguísima, ¿o sólo me lo ha parecido?

En fin, no tengas prisa por verla. Créeme.

Sin desmerecer las virtudes de la película, también creo que los años han contribuido a crear una mitología en torno a ella que nos hace olvidar demasiado generosamente sus carencias. La crítica tradicional no considera “Perdición”, de Billy Wilder, como una obra maestra, y habitualmente carece de adjetivos suficientes para elogiar esta de Howard Hacks que basa su encanto casi en exclusiva en la aportación de Humphrey Bogart y una Lauren Bacall que realmente está bellísima.

La trama está bien hilvanada indudablemente, consecuencia de la eficacia literaria de la novela de Ernest Hemingway de la que procede y de la capacidad cinematográfica de Hacks. El conjunto funciona, y hay momentos excelentes, como no podía ser de otra manera. Pero lo fundamental aquí es la interpretación de ambos, ese coqueteo entre la bella y la bestia y en donde el resto de personajes apenas tienen una relevancia anecdótica, casi como figuras decorativas. Todo lo demás es secundario, demasiado secundario.

Hay quien ha alabado el trasfondo ideológico, y en concreto el posicionamiento ante el fenómeno de la resistencia. Eso es muy claro en la novela, de la que, por cierto, el propio escritor no se sentía demasiado satisfecho, pero no en la película. Yo creo que un espectador no demasiado avisado no entendería fácilmente ese trasfondo. El llevar a señores de un país a otro es aquí una aventura más o menos interesante y peligrosa, más pensada para que suene algún tiro de vez en cuando, y para que el borrachín tenga su momento de gloria y su porqué en este puzzle dramatúrgico.

Poco más. Y ya puestos a decir, el trabajo de Bogart me parece insuficiente. Creo que se limita a repetir un arquetipo que parece que le iba a acompañar el resto de su carrera y del que había dado ya perfectamente el perfil dos años antes en “Casablanca”, de Michael Curtiz. Siempre me pareció un actor limitado, sobrevalorado también por la neblina de los años, y en “Tener o no tener” creo que eso es objetivo y demostrable. No hay más que verle sonreír.