Días de radio

He de decir que Woody Allen no es santo de mi devoción. La mayoría de sus películas me parecen muy sobrevaloradas (como él como director) y no me suelen gustar nada, pienso que sus historias son más bien tirando a ridículas y faltas de interés, no entiendo como a mucha gente se le cae la baba con sus guiones aclamándolos como algo excepcional cuando a mí me parecen más simples que el mecanismo de un chupete.
Sin embargo me llevé una grata sorpresa con "Días de radio". La película me encantó. Es emotiva, por momentos tierna, cuenta con una decoración y ambientación excelentes, con buenos personajes (yo destaco al de Mia Farrow, que es graciosísima y está estupenda) y situaciones realmente divertidas unas y otras nostálgicas. Tal vez sea porque además Woody Allen omitió su presencia física en este film, porque como actor para mí es despreciable al máximo (siempre hace lo mismo), pero esta película la disfruté muchísimo. Es una vuelta al pasado, es mirar la Historia de forma diferente con un humor muy bien traído y alejado del típico humor de otras películas de Allen. Es espléndida, de verdad. Yo le habría dado el Oscar a la mejor película a este film antes que a su injustamente glorificada "Annie Hall" que me parece un film odioso hasta el extremo. "Días de radio" es magnífica.

"Aburrida, soporífera y con una trama carente de interés. Una historia coral situada a inicios de los años 40 cuando aún la TV, no existía y centrada en la vida de una familia de clase social trabajadora donde se nos muestra a un Allen de crio en su línea. El típico y apocado gafitas y enclenque del colegio, pero con bastante audacia e inteligencia. La historia no parece de Allen, salvo por ciertos toques ingeniosos en sus diálogos y lo único que provoca lejos de risa y carcajadas (se supone que es una comedia), es ganas de coger la cama rápido que es precisamente lo que me ha pasado a mí.

Comparada con "Annie Hall", para mí la mejor de Allen, es una mierda".

Eso escribí en Julio de 2011...

Curioso como el estado de anímico hace que trates una misma cosa de un modo u otro y ahora ya no la veo tan mala. Quizás es que se debe de ver las películas con un tono anímico correcto, porque de los contrario te puedes cargar la valoración de la misma. No es una película que sea la gran cosa y Diane West está muy correcta, pero Mia Farrow trabajó tanto con Allen por ser su esposa (o novia me es igual), ya que es insípida hasta el hartazgo. La historia tiene cierta gracia y una narración en voz en -off hecha por Allen que te lleva suavemente por esa época donde la radio era, según la historia narrada aquí, la banda sonora que siempre les acompañaba en la vida. Maravilloso retrato amable y algo cómico de la época según Woody Allen. Sin ser mucho, tampoco merece una crítica tan dura y por eso, tras verla ayer, consideré que debía cambiar mi opinión sobre ella en esta página. Sigo creyendo que "Annie Hall" está mucho mejor.

Una serie de anécdotas relacionadas con la radio que oía en su infancia, Woody Allen crea entre nostalgia y lucidez la historia de su infancia con la radio como hilo argumental y la importancia que tenía en esa época.

Tienes que ser muy bueno haciendo guiones para hacer algo así y casar historias, lo más interesante de la película es esto.
Mucha nostalgia y entretenida para una tarde, lejos de sus mejores películas.

Otra ración de Woody Allen, en el canal monográfico de Movistar +. Y, la verdad, esta vez tocaba aburrimiento. Tanto es así, que en el tramo final me dormí un poco, inevitable. ¿Qué tenemos aquí? El título ya lo deja claro: días de radio, no engaña. Desde el comienzo, con esa anécdota tan graciosa, Joe, nuestro narrador (voz del propio Allen), nos introduce en su infancia, ya lejana, en la que la radio era el electrodoméstico estrella, la radio el medio por el que uno se conectaba al mundo. Sin televisión, sin internet, sin móviles, todo era tan diferente en los años 40 del pasado siglo… Tal vez era mejor, más cálido, sin duda más natural. Yo, por no ir tan lejos, me crié aún con la radio como protagonista. Pero, a diferencia de Allen, que no tuvo otra cosa, en mis años jóvenes ya estaba la dichosa tele como el centro del salón y de la vida de la gente. Fuimos la generación, los nacidos a comienzos de los 70, de la televisión, “los niños de la tele”. Pues bien, Allen perteneció a la generación “de la radio”, y es por ello que aquí quiere hacerle un homenaje. Pues muy bien.

¿Qué le sale? Un churro, casi. Es una peli en la que, como bien dijo el crítico del Chicago Reader, “no hay nada fresco ni incisivo”. Otro espectador, en su reseña, dice que le recuerda a Amarcord, de Fellini. ¡Ufff, qué dices, chaval! ¡Pues no está lejos esta cinta de la obra maestra de Fellini! Es verdad que el neoyorquino admiraba al italiano, pero si aquí quería hacer su particular “sí, ya me acuerdo”, le salió el tiro por la culata. No basta con una buena ambientación, con una dirección artística buena, diseño de producción, vestuario, un repertorio de canciones excelente (September Song suena por ahí, al comienzo y más tarde, qué delicia), una buena fotografía de Carlo Di Palma… Hace falta chica, meter la sartén en el fuego, mojarse de verdad. Y lo que aquí hace nuestro hombre no pasa de ser un acercamiento al agua, en plan gato viejo. Así no vale, pequeño. O te tiras bien y te pegas un baño en condiciones, o mejor no lo intentes. Porque lo que sale es un quiero y no puedo…, y para eso, ya está la Historia del Cine llena de peliculitas como ésta, en la que todo sin buenas intenciones.

Un ejemplo de esa mediocridad es el papel que da a sus dos mujeres, Mia Farrow y Diane Keaton. La primera, como Sally White, una chica que empieza como vendedora de tabaco en un club nocturno, chuleada por unos y otros, y que al final acaba como una “dama de la radio”. Lo siento, Mia, pero no te creo nada. Luego, la otra: New Year’ s Singer. Venga ya. Si en Annie Hall no sabía cantar, aquí menos. Y encima, ya no está guapa. Por cierto, hablando de Annie Hall: al menos, hay una continuidad en sus recuerdos / ambientación. En la anterior peli, dijo que se crió en esa zona cercana a las atracciones, la montaña rusa justo por encima de su casa… ¡Y aquí aparece de nuevo, la Playland de marras! Me gustó Seth Green, como Joe, el Woody de pequeño. Y me encantó Dianne Wiest como Bea, la tía solterona, que siempre está a la búsqueda de su “caballero”, como las chicas de Meetic, qué bueno… Ella, y algunas secuencias / anécdotas graciosas, salvan la función. Por lo demás, esa radio dan ganas de apagarla.

Siguiendo con su filmografía, aquí Allien (con "i") vuelve a darnos un recital de costumbrismo neoyorquino de raíces judías pero más hueca y estéril que nunca. La madurez de los tempos sigue ahí (parece que la anterior etapa ya no volverá), pero se ha perdido chispa y sobre todo "sentido". Aquí todo está al servicio del ombligo del director que nos regala 1:30h de cine correcto y bien dirigido pero que no tiene mensaje alguno y además no es demasiado original ni arriesga absolutamente nada.

En fin, aquí el amigo Woody empieza a tocarme realmente la moral, y probablemente si la cosa no mejora pase a mi lista de "directores más sobrevalorados de la historia de la humanidad". El asunto ya empieza a parecerme cansino.

Paul Attanasio lo clava: "Buscas algo tras capas y capas de contenido para no encontrar absolutamente nada al final."