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The House I Live In

7.3
429
Documental Documental que disecciona las entrañas de la máquina de guerra estadounidense. La batalla contra las drogas, una guerra menos visible, pero que está costando más vidas, la destrucción de más familias, y convirtiéndose en un azote en el alma de la sociedad estadounidense. (FILMAFFINITY)
Críticas 5
Críticas ordenadas por utilidad
21 de abril de 2013
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Defender una película como The house I live in supone una decisión que arrastra cierta polémica, pues hablamos de un documental en cuya tesis no caben los grises ni posicionamientos ambiguos. En cualquier caso, tomada la decisión de defenderla, parece que solo existen dos caminos a seguir. El primero, tal vez el más sencillo, es el de alegar que, en todo caso, lo que se nos dice es cierto, como suelen hacer los seguidores de Michael More y aquellos que se emocionaron con la galardonada The Cove (Louie Psihoyos, 2000). El segundo, aparentemente más objetivo, consiste en apelar a los tecnicismos de la película y asegurar que, como sucede en este caso, se trata de un gran trabajo de documentación, dirección y montaje. En mi opinión existe un tercer camino para defender la pieza que nos ocupa, pero antes de exponerlo veamos cuanto podemos extraer a los dos ya mencionados.

Que la guerra contra el narcotráfico ha ocasionado numerosos episodios dramáticos - de consecuencias incluso peores que los efectos de la propia droga - es un hecho que hoy en día conoce casi toda la población. En realidad, esta no es ni mucho menos la primera película que hace referencia al problema; ahora mismo y sin pensar demasiado me viene a la memoria la muy respetable Traffic (Steven Soderbergh, 2000). La novedad de este título se da en que esta vez no nos hablan de un problema que se esté afrontando de forma equivocada, sino que más bien se nos presenta la droga como un concepto no mucho peor que un resfriado. Un resfriado que desde el principio ha sido estigmatizado por cuestiones raciales, estigma que hoy en día interesa mantener por cuestiones económicas. Hasta cierto punto un servidor puede estar de acuerdo con este anunciado, la discrepancia aparece en el momento en que la droga es despojada de toda responsabilidad.

Por supuesto que el tráfico representa un enemigo para el gobierno que legitima infinidad de actos atroces en realidad ideados únicamente por una cuestión monetaria. De hecho, en este aspecto es justo decir que el film de Eugene Jarecki da en el clavo: el director nos muestra con absoluto detallismo todo el proceso histórico que siguió el tráfico de drogas hasta colocarse en la posición en la que hoy en día se encuentra; de lo que resulta una interesantísima lección histórica, ya no solo concerniente a las drogas sino también a las tendencias políticas de distintos períodos y al miedo xenófobo tan característico del ser humano. El problema se da cuando llega el momento en que los psicotrópicos casi son enfocados como inofensivas golosinas cuyo único problema es el trato que reciben por el gobierno. Cuidado, pues no debemos olvidar que las sobredosis no las provoca la corrupción (por más que las desee).

Sobre los tecnicismos, lo único que se puede decir es de The House I live in es que es una película excelente, brillantemente estructurada y que no resulta repetitiva en ningún momento. El director logra un fantástico resultado de su apuesta por partir de lo particular y terminar con lo general. Debe decirse, además, que las entrevistas están escogidas con tal maestría que uno debe hacer un esfuerzo si quiere dar un paso atrás para ver el hecho con completa objetividad (si bien es cierto que el documental se sirve en todo momento de información totalmente veraz). Por ejemplo, se nos muestran distintos casos de jueces y policías disconformes con el sistema, algo que es de agradecer si tenemos en cuenta la moda vigente según la cual todo ser viviente perteneciente al sistema debe ser tachado de corrupto.

Tal vez el documental de Jarecki simplifique considerablemente el problema conocido como “la guerra estadounidense contra la droga”. Tal vez sea cierto que la droga en sí sea más responsable de las catástrofes ocasionadas por la misma de lo que el director pretende vendernos. Pero en todo caso no cabe ninguna duda de que existe un alto grado de verdad en el discurso de Eugene Jarecki a la que a día de hoy se está prestando escasa atención. Y allá va mi camino particular: solo por el hecho de ofrecernos un punto de vista totalmente legítimo que ayude a equilibrar balanzas de responsabilidades (es decir, las drogas tal vez sean problema, pero es hora de comprender que es mucho peor la estigmatización que el gobierno nos ha impuesto hacia ellas) The House I live in ya merece ser tratada como la valiente propuesta inconformista que en realidad es.

http://cinemaspotting.net/2013/04/21/the-house-i-live-in/
Martí
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14 de noviembre de 2013
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Estupendo documental que expone un muy interesante punto de vista sobre la lucha contra las drogas. ¿Hasta qué punto las leyes anti-droga son una herramienta para combatirlas o el eslabón necesario para esconder la basura de un sistema clasista? Son especialmente chocantes y reveladoras las perspectivas históricas que presenta y las comparaciones que propone. Y al final de todo permanece una duda: ¿Son las drogas las causantes de la problemática social o la consecuencia de esas problemáticas? ¿Son las drogas un problema o depende de quién las tome?

En cuanto a la película, yo no exijo imparcialidad a los documentales (raramente ninguna película de cualquier tipo es imparcial). Lo único que les pido a los documentales es que me expongan una tesis de manera competente, bien estructurada y honesta. Que no me tomen por imbécil, vamos. Y esta película deja mucho en lo que pensar.
Farero
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17 de mayo de 2020
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Este documental lleva como título una vieja canción que hizo muy conocida Frank Sinatra y el de un cortomometraje que resulta un panegírico al "way of life" norteamericano de convivencia en la otredad, un demos alucinado de plena paz al mismo tiempo que una exaltación del "american dream" en la voz aterciopelada y joven del icono neoyorquino: "¿saben de qué está hecho este país?" le dice Frank a un turba de niños "nazis" que persigue a otro por su condición religiosa; "está hecho de cientos de tipos de gente, de cientos de maneras de hablar, de cientos de maneras de ir a la iglesia". La escena es rematada con la melodía de la citada canción que invade el callejón y la voz pura y sincera de Frank. Si prestamos atención al arreglo musical podemos escuchar un redoble de trompetas que llaman a la guerra inmediatamente después de la palabra "democracia". No es casual como tampoco lo es el ejemplo con que ilustra la convivencia plena de religiones en EEUU: un presbiteriano y un judío arrojando una bomba sobre un buque de guerra. El corto panfletario acaba con la aceptación de la diferencia entre los niños. Pero claro, ninguno de ellos es negro.

Pero...¿qué hay de cierto debajo de esas bien construidas capas de supuesta democracia y sueño americano de autorrealización y bienestar social? ¿Cuál es el velo que debemos correr? ¿Qué nos propone esta película y su particular mirada política? La guerra contra las drogas -esa fracasada política mundial que se gestó en norteamérica- refunda un nuevo ciclo de persecución racial, de vidas destruidas, de comunidades diezmadas que no es ni más ni menos que una nueva era de sutil esclavitud. El film parece decirnos, emulando la frase de Carl von Clausewitz, que la cárcel es la continuación de la esclavitud por otros medios. Las drogas, la construcción sutil de un imaginario massmediático sobre ellas, justifica un paradigma político que habilitó el control social y desarrolló una economía pujante basada en la racialización punitiva de grandes márgenes de población que ya no tenían acceso a ese sueño americano de trabajo y realización, de vivir, crecer y morir en la comunidad en que nacieron y cuya única alternativa de vida eran las economías ilegalizadas de venta y consumo de droga, en un constante ciclo de pobreza y castigo.

Excelente documental, dinámico y comprensible para quienes tengan aún un poco la mirada enternecida por el dolor de otros
mobyder
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16 de marzo de 2017
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Eugene Jarecki hace un seguimiento a lo que ha venido ocurriendo en "su casa" en los últimos años. Tal labor lo lleva a entrevistar diferentes personajes involucrados en lo que hoy puede ser el panorama de las drogas y su tráfico. Consumidores, traficantes, presos, pasan por el lente del documentalista para dejarnos una noción un poco triste de los usos y abusos de las drogas. No obstante, además de lo anterior, el momento más interesante del trabajo de Jarecki es el momento en el que logra plantearnos cuestionamientos fundamentales acerca de la historia misma de las drogas y la lucha que se ha dado contra su uso. Allí sentimos la persistente doble moral de los gobiernos que han perseguido y encarcelado a tantas personas de cuenta de una imagen pública. Muchos hombres han pasado toda su vida en prisión porque a unos legisladores les ha dado por apelar a la mano dura en unas partes, cuando antes y después de las decisiones las cosas siempre estarán variando. La aparición de David Simon como invitado al documental -él es el creador de la gran serie The Wire- también nos ayuda a comprender lo que realmente ha ocurrido en esas funciones (teatrales) sociales sobre los usos de las drogas.
Valetamayo
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24 de marzo de 2013
0 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
En los últimos años se están rodando muy buenos documentales y en todos los casos están centrados en historias de un personaje y no de un grupo de gente muy amplio con problemas. En este segundo caso se han hecho documentales como The invisible war y How to survive a plague, que se centran en un problema conocido de un amplio grupo de población pero te intentan manipular siempre de la misma forma, " los politicos del mundo y en concreto de los Estados Unidos son la cusa de todos los problemas en el mundo ".
En el documental de Andrew Jarecki ocurre lo mismo, ya que todos sabemos que existe venta de droga, gente que se droga y mucha gente encarcelada por ese motivo, pero pensar que desde 1930 todos los males se deben a los políticos de Estados Unidos y que la única solución sea " la legalización de las drogas " me parece una forma simple que queda bien , pero que en mi caso ya aburre.
La diferencia de este con los otros documentales citados anteriormente es que en The house i live in la estructura y el ritmo de la película son perfectos, va mezclando comentarios con imágenes de época tanto en blanco y negro como en color, el orden de lo que te cuenta tiene lógica, la fotografía está bastante bien. Deberían haber planteado el tema desde un punto de vista más objetivo contando con comentarios de las dos partes, ya que no creo que todos los policias y jueces de Estados Unidos estén en contra de las medidas anti-drogas, como los que salen en el reportaje.
WILLY74
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