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Sin pistas

Comedia. Intriga Después de crear el personaje de Sherlock Holmes, el doctor Watson (Ben Kingsley) necesita encontrar a un actor que esté dispuesto a encarnarlo. El problema es que el actor que contrata (Michel Caine) es mujeriego, bebedor y muy vago. Muy pronto Watson tendrá que investigar un importante caso: el robo de las planchas para acuñar moneda del Tesoro Británico. (FILMAFFINITY)
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Críticas 19
Críticas ordenadas por utilidad
2 de enero de 2009
30 de 35 usuarios han encontrado esta crítica útil
Dentro del universo Holmesiano, hay dos películas que tratan la figura del célebre investigador parodiándola, sin llegar a ser irreverente. Una de ellas es La vida privada de Sherlock Holmes (B. Wilder, 1970) y otra es ésta: Sin pistas.
Sin pistas ofrece la posibilidad de que la auténtica cabeza pensante de la célebre pareja fuera el doctor Watson. Watson, debido a que era un médico conocido no contaba con la suficiente credibilidad para presentarse como un experto investigador, por lo que recurrió a un actor en declive como pantalla para practicar su afición detectivesca. Así fue que dio el nombre de Sherlock Holmes al actor y al mismo tiempo le cedió la fama con tal de trabajar en los casos más importantes y misteriosos de la Inglaterra victoriana.
Ahora bien si:
Sir Arthur Conan Doyle: médico, militar, escribió en la realidad las aventuras de SH.
John Watson: médico, militar, escribió en la ficción las aventuras de SH.
Podemos aceptar que el Dr. Watson fuera en realidad el agudo detective.
La película Sin pistas tiene ese aire y encanto a la serie televisiva Se ha escrito un crimen, y a pesar que en una primera impresión pueda parecer un producto flojo, enseguida se advierte una correcta ambientación y unos personajes bien definidos y atractivos que nos intrigarán (Michael Caine lo borda como un alegre Holmes, borrachín y mujeriego, incapaz de cualquier deducción). No creo que disguste a los Holmesianos, a no ser que sean a los muy críticos o puristas.
floïd blue
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28 de febrero de 2006
27 de 32 usuarios han encontrado esta crítica útil
Obra independiente, dirigida por Thom Eberhardt. Rodada en exteriores de Gloucester, Lake District (Cumbria), Londres, Palacio Blenhein y en los Studios Shepperton y Pinewood (RU). Fue nominada al Saturn Award, de la Academia de Cine de Ciencia Ficción, Fantasía y Horror. Ganó el Premio Especial del Jurado del Festival de Cine Policíaco de Cognac. Se estrenó el 21-X-1988.

La acción principal tiene lugar en Londres, en torno a 1890. Explica la historia del Dr. John Watson (Ben Kingsley), escritor famoso por sus relatos de las aventuras de Sherlock Holmes. Su éxito le obliga a presentar en público al imaginario detective. Para ello contrata los servicios de un actor en paro, Reginald Kincaid (Michael Caine), de escasas luces, mujeriego, adicto al alcohol y vago. En lo sucesivo, Watson no podrá evitar la compañía incómoda de Kincaid en sus investigaciones.

La película constituye una parodia del personaje creado en 1887 por sir Arthur Conan Doyle. Sherlock no es, como se creía, el personaje inteligente y perspicaz, capaz de resolver cualquier misterio, sino un pobre actor, a las órdenes del Dr. Watson, el verdadero detective genial. El público, fascinado por Holmes, no acepta la valía de Watson. La historia, desarrollada con gracia y tensión, es cautivadora y deliciosamente absurbda. Se respeta el domicilio de siempre de Homes (Baker Street, nº 221 B) y la figura de su mayor enemigo, el malvado profesor James Moriarty (Paul Freeman), responsable, en este caso, del robo de 4 planchas del Tesoro para la fabricación de billetes. Son secuencias destacadas la lucha a espada de Holmes y Moriarty sobre el escenario del Gran Teatro de Comedias, el incendio de la fábrica clandestina de billetes falsos y el gran interés que suscita en Holmes la señorita Leslie Giles (Lysette Anthony).

La música, de Heny Mancini ("La pantera rosa", 1964), aporta una partitura original, alegre y colorista, que gira en torno a un tema central, simpático y pegadizo. La fotografía se apoya en la excelencia del paisaje, la belleza del interior del Palacio Blenhein y en unos escenarios de buena factura, en los que predominan los colores cálidos suaves. El guión construye una historia que combina la intriga con recursos cómicos basados en torpezas de Holmes, su afición a la bebida, sus indiscreciones, su locuacidad incontrolada y su fátua complacencia en el papel de gran personaje. Se añaden caídas, batacazos, golpes y desplomes de contrapesos, en línea con una comicidad contundente y visual, a lo Chaplin y Keaton. Las interpretaciones de Caine y Kingsley son excelentes. A su lado destacan las de Paul Freeman y Lysette Anthony. La dirección crea una obra de humor iconoclasta, que aprovecha bien, aunque sólo en parte, el potencial cómico del argumento.

Película singular e interesante por la parodia que hace de Holmes. Predominan los lances visuales, a lo Chaplin, en contraste con los más verbales y sutiles de Billy Wilder ("La vida privada de Sherlock Holmes", 1970).
Miquel
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24 de diciembre de 2010
12 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Resulta curioso que una de las mejores películas sobre Sherlock Holmes sea una comedia. Todavía resulta más curioso que sea así, cuando comprobamos que no es Sherlock Holmes el sagaz investigador sino el Doctor Watson.

Claro que todo tiene una explicación; bueno, en realidad son tres: Michael Caine, Ben Kingsley y una magnífica ambientación.

El primero, porque demuestra una vez más que la comedia también es lo suyo (tiene un par de momentos verdaderamente geniales) y que puede llegar a ser un caradura de tomo y lomo; el segundo, porque aparte de ser buen actor (cuando quiere), su rol en esta película le va que ni pintado, ya que tras esa afilada mirada y en esa frente tan reluciente es totalmente creíble que se esconda esa mente tan brillante que resuelve todos los misterios; y por último, esa lograda ambientación del Londres de finales del siglo XIX que para sí la hubieran querido muchos cineastas que se acercaron antes al mundo del célebre detective inglés.

También hay lugar para el eterno enemigo de Holmes, el profesor Moriarty, y por supuesto para el también adversario (pero menos) inspector Lestrade, ambos encarnados por unos convincentes Paul Freeman y Jefrey Jones, respectivamente. Por si esto fuera poco la música corre a cargo de Henry Mancini, con lo cual sobran las palabras. Una pequeña joya de la televisión británica, que sin embargo en su día conoció en otros países, hasta donde yo sé, una edición en video.

Ingeniosa, simpática y respetuosa con su precedente literario. No es una obra maestra, ni falta que le hace.
elmer
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5 de marzo de 2012
8 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Notable parodia, donde un vicioso actor de poca monta debe interpretar a Sherlock Holmes, para el doctor Watson. Este, por tratarse de un médico, es poco visto como detective, por lo que decide contratar a este actor. El caso de unas planchas de imprenta de billetes de 5 libras, es el tema central, donde el infaltable profesor Moriarty es el villano. En esta cinta, Michael Caine nos muestra el excelente actor que es.
dpedemonte
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9 de agosto de 2013
8 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Últimamente estoy leyendo mucho Sherlock Holmes, así que con sus aventuras bien frescas en la memoria, tengo muy claro que «Sin pistas» es de lo mejorcito en el universo «holmeniano». Buen ejemplo de adaptación literaria al cine que reúne respeto y ruptura, al mismo tiempo, de la fuente original. Porque con inteligencia, buen gusto y sentido del humor, puedes arriesgarte a todo.

Thom Eberhardt parte de una premisa que, lejos de ofender, nos encanta por disparatada e ingeniosa: Sherlock Holmes es un personaje ficticio, interpretado por un actor mediocre llamado Reginald Kincaid, que Watson inventa como único medio que encuentra para que resulten creíbles sus investigaciones. Así pues, nos encontramos con un Sherlock Holmes abstracto construido, puede que nunca con tanta precisión, a través de dos personajes que le aportan algo de sí mismos. La lucidez, sangre fría y espíritu enérgico de Watson, y el carisma, cierta tendencia «bohemia» (como escribiría Conan Doyle) y el sarcasmo británico del falso Holmes. Sobra decir que Ben Kingsley y Michael Caine están espléndidos. Cuántas carcajadas nos arranca Caine y su elegante caricatura de un Holmes siempre posando con su atuendo, soltando sus frases inmortales y siendo atacado por un perro en exceso cariñoso, o en exceso violento, aún no estoy segura.

Con la investigación pura y dura el humor se afloja, pero no por ello la película deja de entretener y de gustar. El profesor Moriarty aparecerá como villano a quien vencer, junto con alguna que otra sorpresa, y tras tiroteos y combates a esgrima, «Sin pistas» se resuelve como sólo podía resolverse.

A la espera de que alguna mente inteligente sepa observar el enorme potencial del Holmes literario y llevar a cabo la película definitiva que nos lo muestre tal cual es, esta versión inglesa y ochentera de la obra de Doyle bien puede servirnos como divertida rareza.
Kaori
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