La Restauración

Acabo de salir de ver la película en la Cineteca de Madrid y me he llevado una grata sorpresa. La historia te cautiva desde el primer fotograma hasta el último.

Esta película independiente, presentada en la Cineteca de Madrid, teje una historia con delicadeza y profundidad, con una protagonista femenina que brilla con luz propia. A pesar de ser una trama que no cuenta explícitamente lo que está ocurriendo, la historia se sumerge en los intrincados hilos del arte, la familia y la memoria, explorando las complejidades de cada uno con una sensibilidad palpable.

La protagonista, Marcia, interpretada magistralmente por una actriz cuya presencia en pantalla es simplemente hipnótica (Lana Aubrey), lleva al espectador en un viaje emocional a través de su mundo interior, marcado por la pasión por el arte y las complejas relaciones familiares. La película nos invita a reflexionar sobre el poder transformador del arte y cómo puede servir como puente entre el pasado y el presente (esto literalmente es precioso en la película. Hay un momento en el que el chaval, llamado Luca por Luca Giordano, mira una bóveda pintada por Giordano en 1696), entre los seres queridos y los recuerdos que los mantienen vivos en nuestra mente y corazón.

En definitiva, cine español diferente.

Bellísima película, de factura técnica y artística impecable. La actriz principal, Lana Aubrey, es un descubrimiento. La realización de Mateo, entre lo onírico y lo cotidiano, te guía a través de una historia fragmentaria, sinuosa, pero a la vez te recompensa con escenas y diálogos memorables. Y la banda sonora, cortesía de Hugo Race (antiguo miembro de la banda de Nick Cave en los ochenta) es un luzajo para los oídos.

La Restauración es una película que funciona a muchos niveles, diseñada para disfrutarla desde un primer visionado, pero que probablemente se enriquezca con nuevas oportunidades y con el debate con otros espectadores.

Cine español diferente, arriesgado y necesario. Muy recomendable.

"La Restauración", una película poliédrica con varios niveles de lectura (algo que personalmente aprecio en una obra cinematográfica), es un sorprendente y hermoso puzzle construido alrededor de diversas reflexiones acerca del sentido del arte, perfectamente hilado a través de una sucesión de fragmentos de la vida de su protagonista, Marcia, y de su memoría.

Es quizá una de esas películas en las que cada espectador puede tener conclusiones diferentes, y que seguramente irán madurando con el tiempo; creo que un segundo visionado será muy revelador. Es muy interesante el hecho de que hubiera sido muy fácil hacer una película tramposa con cualquier giro de guión buscando una cómoda recompensa de los espectadores, pero qué va, te exige pero también te entrega mucho.

Es una película bella, que te atrapa, con interpretaciones magníficas, una cuadrada fotografía, un guión magnífico... En definitiva, muy recomendable.

Voy a intentarlo de nuevo. El arte es increíble. Si pensamos en la ciencia como la razón, lo exacto, lo concreto, el arte es la emoción, lo abstracto, lo intangible. Desde principios del siglo XX la ciencia se ha mezclado con lo abstracto, lo intangible y por su parte el cine se ha convertido en ocasiones en algo exacto, concreto. Las historias tienen un significado único y una única interpretación válida. Queda, sin embargo, una aldea artística de irreducibles cineastas que siguen preceptos como el de "No trates de entenderlo, siéntelo" que se diría en el Tenet de Nolan. David y Laura, director y guionista respectivamente, siguen un precepto similar en esta película. Ellos nos muestra una película hermosa, que te hace escudriñar cada detalle por una pista de la trama, estar atentos a cada línea de diálogo por si a algún personaje se le escapa el truco, cada nota de la música, cada sonido que no parece tener sentido que esté ahí, cada matiz de las interpretaciones de Lana Aubrey, de Ben Temple, de Jack Forsyth, del pequeño Dylan Torell.

Todo esto buscando un significado único, una explicación precisa de por qué está pasando, pero deja al espectador con el suficiente espacio para hacer su propia historia, para crear su propio mensaje. Todos los que veamos esta película veremos lo mismo, pero como el que escudriña un cuadro desde un ángulo distinto a otra persona, es posible que no extraigamos la misma conclusión. Y así sentimos el dolor de Marcia en situaciones que no acaba de entender, en un mundo que se cae a pedazos. No es cuestión de entenderlo exactamente, sino de sentirlo. Y esta película te cala en los huesos, te hace reflexionar, te deja con ganas de verla de nuevo, con la fe de descubrir un camino distinto en las baldosas amarillas.

Hay películas que se hacen con tanto talento que cada revisión es una pequeña restauración de la historia que recordabas en tu cabeza. ¿Y no es así la vida, acaso? Pero he vuelto a irme por las ramas, no recuerdo muy bien qué estaba queriendo decir. Bueno, no pasa nada por volver a empezar. Voy a intentarlo otra vez.