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Perder es cuestión de método

Thriller. Drama Una mañana, la policía descubre un horrendo crimen. Se trata de un cuerpo empalado en las orillas de un hermoso lago cerca de Bogotá. Para resolver el caso, el periodista Víctor Silampa y su ocasional compañero, el oficinista Emir Estupiñán, deberán internarse en los vericuetos de una historia macabra, pero también humana y divertida. Con la ayuda de Quica, una joven prostituta, y a cambio de algunos favores para el Coronel que está ... [+]
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Críticas 8
Críticas ordenadas por utilidad
22 de julio de 2007
9 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Con Perder es cuestión de método, quizá la mejor película de Sergio Cabrera desde su celebrada ópera prima La estrategia del caracol, el director colombiano regresa a la sátira socio-política cáustica y agridulce que tanto le ha caracterizado, pero esta vez lo hace adoptando la forma de historia policíaca y de intriga. Sorprende ver cómo el sello personal de este director de impronta revolucionaria se amolda al cine de género sin perder su frescura y espontaneidad, confirmándolo como un autor en el sentido más “cahierista” del término. En la película que nos ocupa, vigorosa y mordaz como pocas, el personaje de Víctor se erige como el alter-ego del director, es la voz del antihéroe idealista y escéptico que colisiona con la cruda realidad que detesta, una realidad que le vence pero no le convence, lo que dignifica su derrota, por que al fin y al cabo, como reza el título de la película, perder es cuestión de método, ¿no?.
FERNANDO BERMEJO
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13 de junio de 2005
13 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película fallida, por irregular, de Sergio Cabrera. Tras un buen comienzo de cine negro la película va bajando en tensión y en historia, de modo que al final uno no sabe si está viendo un drama, una comedia, o una obra de Arniches, y es una pena, porque los protagonistas dan muy bien la talla, y la trama de la corrupción trasladada a un país como Colombia prometía bastante.
Emilio Cappa Segis
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7 de abril de 2008
7 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Por lo visto, hay ocasiones en las que Canal+ y el Ministerio de Cultura se hartan de subvencionar truños nacionales y se dedican a aflojar pasta a otros países para que la gasten en películas. Se ve que esta vez le ha tocado a Colombia y, contra lo que suele ser habitual, lo han invertido en hacer algo superior a la media. Tampoco muy superior, no es cosa de engañarse, pero sí lo suficiente para hacer un crítica relativamente en serio en lugar de catalogarla directamente como truño y pasar a otra cosa.

Empecemos diciendo que se aguantan perfectamente los 100 minutos que dura la película sin que entren ganas de ponerse a hacer otras cosas. Para lo que suelen ser estas películas (y pienso en "La estrategia del caracol", "Guantanamera"...) ya es algo positivo.

El punto fuerte de la película es la historia. Es muy simple, pero suficientemente confusa y colombianamente pintoresca como para ocultar sus limitaciones y resultar entrenida. Además es atrevida (lo normal en estos casos es quedarse en lo fácil y hacer dramas sociales). Como no podía ser de otra manera, no faltan abundantes escenas de tetas, culos y desnudos, pero alguien se ha tomado en serio su trabajo para justifirlas de las más originales maneras.

Sus principales defectos son dos: los personajes y los actores. Los personajes son genuinos estereotipos de acuerdo con los patrones colombianos (los matones, el chulo mafioso, el periodista cínico, el político corrupto, la secretaria tonta...) y aunque algunos actores lo hacen francamente bien (sobre todo los secundarios), la mayoría sobreactúan y chirrían dentro de los papeles en los que se intentan meter.

Más virtudes que defectos y, sin ser nada del otro mundo, se deja ver.
OsitoF
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4 de enero de 2009
6 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pocas novedades se pueden esperar a día de hoy del cine negro, la espiral de alcohol, dinero y asesinatos a sangre fría, puede que sea atractiva, mas si el espectador se trata de un biñoso en la materia, pero poco innovadora si somos de los que tenemos en mente trabajos realizados antaño, aún así "Perder es cuestión de método" se remueve con persuasión dentro del genero, cambia las gabardinas, los sombreros, los puros y las elegantes calles de Chicago, por la sucia Bogotá, con mas diálogos que acción, pero gratamente damasquinados.

La relación Silampa-Quica el eje central de la película, es como la propia película en si, de comienzo mitigado pero en un claro ritmo ascendente, regular pero ascendente, por el contrario, todos los demás secundarios son mas vehementes, lo cual hace intuir que un posible encuentro entre protagonistas y mafiosos pueda ser funesto para la joven y débil prostituta Quica, tristemente "Perder es cuestión de método" en el aspecto emocional se mueve a caballo entre el cine mafioso y el Culebrón sur-americano, lo cual es un lastre a la hora de aleccionar algo de violencia yugada, a pesar de que no falten los clásicos tiroteos y hostias varias, la afligida Quica y Silamapa no van a ser los mas perjudicados en ese aspecto, lo cual si es algo cuanto al menos peculiar.

La parte argumental, se revela poco a poco y sin causarnos apenas efecto hasta bien pasada media película, como marcan los cánones, y en medio de todo esto nos queda un mensaje, el de siempre, muertos, vivos, ricos, pobres, honrados, corruptos, nada importa cuando Don dinero y por derivación el poder hacen su aparición.
Arakiri
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3 de septiembre de 2011
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sí, es cierto, “el virus del mal no reconoce fronteras”. Se expande cada día como una nube imparable que va oscureciendo hasta los sectores más altos y con más compromiso de la sociedad... y ya a pocos parece importarles esta vergonzosa y terrible situación… es más, ya son muchos los que tienen bien metido en la cabeza que ser honrado es ser tonto, ser digno es ser imbécil y, en cambio, ser tramposo y deshonesto es prueba de coraje y verraquera. Si estás dispuesto a jugar sucio, tienes empleo, un buen 'salario', “muchos amigos” y ocasiones de divertirte por todo lo alto... pero, si estás al margen de toda corrupción, has de trabajar con tus propios recursos… o te sumas a la larga lista de desempleados, a los sin amigos y a los olvidados… ¡no importa el talento que tengas ni lo mucho que podrías servir a esta sociedad!

Todavía recuerdo que, a un amigo empleado del gobierno le pedí, hace algunos años, que me ayudara con un empleo. Me ofreció, enseguida, que me metiera a trabajar con su grupo y que, en pocos meses, tendría una buena vinculación laboral para mí y para mi esposa. Le pregunté, entonces, si su jefe político era confiable como persona digna. Mi amigo me miró a los ojos y respondió con una claridad que se le atragantaba en el alma y con la que demostró que me apreciaba: “Sabe qué, Guille, mejor siga en lo suyo, porque por aquí no se consigue gente honrada”.

Con un guion de Jorge Goldenberg, basado en la novela homónima que, Santiago Gamboa, publicara en 1997, la película del director, Sergio Cabrera, también apunta en este sentido. Donde se espera que haya justicia, sólo hay paños tibios y castigo para subalternos y cargos menores, pero, el “poderoso” protege al “poderoso”, porque el dinero lo compra casi todo y puede poner una luz, aunque fría y mortecina, allí donde las almas sólo cargan veneno y sostienen el peso de haber hecho daño a incontadas personas.

El periodista, Víctor Silampa, decide indagar el caso de un hombre que ha sido asesinado para robarle 400 hectáreas de tierra en la troncal de occidente. Un concejal, un abogado, el dueño del bar Lolita’s, y alguna otra gente, están metidos en el asunto, pero, Silampa -deseando encontrar al hermano de su ocasional amigo Estupiñán, quien está desaparecido-, decide ir hasta el fondo del asunto porque su periódico espera resultados... y él ya tiene bien metidas las narices hasta con una joven prostituta del acreditado bar, conocida como Quica.

Una correcta puesta en escena, algunas atinadas actuaciones, y una historia bien estructurada donde se precisan los grandes esfuerzos y peligros que afrontan el periodista y sus amigos para acceder a una verdad que, quizás, no conozca nunca la luz pública y hasta podría quedar a la espera de la verdadera justicia, hacen de <<PERDER ES CUESTIÓN DE MÉTODO>>, una experiencia cinematográfica realista que, sin duda, consolida la carrera de uno de los más calificados cineastas con que ha contado Colombia.
Luis Guillermo Cardona
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