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Mysterious Object at Noon

Documental La realidad y la ficción se dan la mano en este aclamado documental experimental. Sin un guión ni tema específico, el equipo de rodaje se moviliza a través de toda Tailandia y otorgará carta blanca a sus habitantes, para contar una historia sobre un niño y su maestro. Recorriendo de norte a sur las comunidades rurales del país, un equipo de rodaje va entrevistando a su paso a una serie de personas y las invita a ponerse delante de la ... [+]
Críticas 5
Críticas ordenadas por utilidad
17 de septiembre de 2008
25 de 28 usuarios han encontrado esta crítica útil
El cambio de siglo vino marcado por el cuestionamiento de la autoridad norteamericana sobre el resto del mundo, labrada tras el derrumbre del bloque soviético. Los atentados del 11-s y el fracaso de la guerra contra el terrorismo, unido al avance de las economías asiáticas, erosionó esta dominación mundial. por lo que los teóricos de la postmodernidad vinieron a cuestionar el relato de Fukuyama acerca del fin de la Historia. Esto requiere el acceso a nuevos rudimentos para acercarse a la Historia, más allá de los relatos que proceden desde el poder o la excesivamente redundante filosofía de la Historia. Mysterious object at noon fue una de las primeras películas del siglo en preguntarse qué camino debería seguir el cine como instrumento de registro histórico. Si el cine podía ser una herramienta para construir una narración acerca del pasado.

Llevándolo a la práctica, su director, el debutante Apichatpong Weerasethakul ofrecía un cadáver exquisito mediante el cual la película se guiaba a través de pequeños relatos que unía de forma inconsciente la gente a la que entrevistaba a modo de documental. Superando el debate entre documental y ficción, AW comienza la película entrevistando a una vendedora ambulante para que narre las dificultades que ha pasado a lo largo de su vida. Como el relato termina pronto y no es demasiado interesante, el director le pide que cuente cualquier otra cosa, aunque tenga que inventársela. Ese es el punto de partida de un relato delirante donde la Historia oficial se mezcla con relatos orales, mitos o directamente la ciencia ficción fantástica.

Tailandia es un país donde la sinfluencias ajenas son reinterpretadas localmente a toda velocidad, al menos eso es lo que averiguamos observando el cine de AW o Wisit Sasatieng, también con los mucho menos interesantes hermanos Pang. Las lágrimas del tigre negro (Sasatieng), ese saturadísimo western tailandés, es el ejemplo más extremo. Esta cultura que muta con tanta facilidad choca con la situación política que vive el país, prácticamente una monarquía absoluta donde la censura prohibió la última película de AW por mostrar un monje que sueña con ser DJ. Quizás esta pervivencia de un sistema político tan arcaico en tiempos de la web 2.0 es el desencadenante de este cine que se ha señalado. Y así es como el relato excesivo, desestructurado y viciado que propone Mysterious object at noon se convierte en arma de disidencia política
miguel
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18 de diciembre de 2008
14 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Apichatpong Weerasethakul se pasea con su cámara por todo Tailandia intentando que los aldeanos de varios sitios se inventen una historia ficticia. La primera entrevistada por el director es una mujer que cuenta una historia real sobre como su padre la vendió a su tío por 1700 bahts para poder pagarse el autobús de vuelta a casa. Cuando la mujer termina de contar su historia entre lágrimas, Weerasethakul le dice a la desconsolada mujer: ¿Tiene otra historia que contarnos? Puede ser real o imaginaria.

Sin terminar de creérselo la mujer inicia la historia sobre un niño minusválido y su profesora. Otra anciana continúa la historia introduciendo elementos muy extraños, como una esfera de la que surge un niño. La historia del misterioso objeto y de Dogfahr ha sido explicada e interpretada por los aldeanos de todo el país y se acabó en diciembre de 1998. Esta extravagante historia es incluso interpretado en un poblado, y termina por desvariar por completo cuando el director le pide a unos niños que continúen imaginando un desenlaza para esta historia ficticia.

Weerasethakul mezcla las entrevistas con imágenes rodadas que siguen el argumento que se va creando. Esto es lo más interesante de un film curioso al que se le acaba más pronto de lo deseado el interés. A pesar de contar con algún buen inventor de historias (mi debilidad es la anciana que se inventa lo de la esfera de la que sale un niño), otros muchos "cuenta cuentos" desvarían con su imaginación, además la imágenes rodadas sobre la historia tampoco dan para mucho.
Sersolo
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12 de octubre de 2006
14 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
Este "documental" (por llamarlo de alguna forma) nos muestra cómo Weerasethakul recorre Thailandia de arriba a abajo con un propósito curioso: pedirle a los habitantes más humildes del país que desarrollen una historia inventada. Comienza por una vendedora ambulante de pescado que, tras contar cómo sus padres la vendieron, inicia el relato de un niño paralítico y su profesora. Esta historia irá evolucionando a lo largo de la película, pasando de mano en mano, e incluso espontáneos lugareños representarán en vivo partes de la misma.

La premisa es interesante, y la primera media hora puede resultar absorbente. La vendedora de pescado protagoniza el momento más documental y duradero de la cinta; cuando el director le pide que cuente una historia, "algo que hayas leído en un libro", ella responde perpleja: "¿un libro?". Ella fue vendida por sus padres a cambio de una miseria cuando era niña, ¿qué sabe ella de libros? Aún así sabe sacarse de la manga al niño paralítico. A la misma vez que los espontáneos cuentan la historia, Weerasethakul nos va mostrando la ficción rodada. Este efecto consigue atrapar al espectador durante un tiempo.

El problema es que los "entrevistados" nunca alcanzan tanta presencia como los dos primeros, por lo que la parte "documental" aburre. Y aún más importante, la historia improvisada no tarda en desbarrar hasta límites inimaginables (viéndose involucrados la magia, los alienígenas...), con lo que tampoco interesa.

Todas las críticas positivas que lean sobre esta película estarán orientadas a ensalzar la unión que provoca Weerasethakul entre realidad y ficción. Lo que filma en la parte documental decide lo que ocurre en la parte ficticia. Yendo más allá, uno puede reflexionar sobre el formato documental (de cómo algo filmado no es del todo realidad), sobre la generación de historias (cualquier narración antigua debió surgir en algún poblado como los que se muestran aquí), e incluso contemplar el modo de vida en Thailandia.

Todo eso está muy bien, pero no nos olvidemos de lo fundamental: la película es aburrida y tremendamente larga para su propósito. Al estar sujeto a los caprichos de sus cuentacuentos, le salió mal la jugada. En mi opinión, claro está.
KesheR
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21 de noviembre de 2006
12 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Mysterious Object at Noon” es un documental de corte experimental donde Apichatpong Weerasethakul se presentó a sociedad como uno de los renovadores de “esto” que llaman cine.

La propuesta es original pero dependiente de sus improvisados narradores. Te puede tocar el gordo (“El desencanto” o “El asesino de Pedralbes” por ejemplo) o no llegar ni a la pedrea, como este caso.
Resulta irregular tanto en sus planteamientos como personajes escogidos, aunque tiene algunos detalles brillantes que evitan que el aburrimiento la condene definitivamente.

Los seguidores de “esto” que llaman cine dormirán tranquilos en estas reflexiones sobre la forma de contar una historia (oral y visual). Para el resto nos quedará siempre una buena y reconfortable almohada.
Maldito Bastardo
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28 de octubre de 2015
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
El planteamiento de Dokfah nau mei Maan es tan sencillo como compleja es la esencia de la vida humana. Consiste en un documental para crear la ficción, o con mayor detalle en un equipo de rodaje que se desplaza a unas aldeas del norte y del sur de Tailandia, donde se propone a sus habitantes que cuenten una historia acerca de una maestra y un niño inválido, y la inclusión en la sección “Inéditos” de la SEMINCI se justifica plenamente si reparamos en que filmaffinity, que una página de referencia a mi entender, sólo incluye cuatro críticas sobre ella: una desde Inglaterra, otra desde Estados Unidos, otra desde las Islas Fiji, y la última desde nuestra Galicia, concretamente desde Lugo, todas ellas de carácter particular, y por lo tanto, ninguna de ellas procedente de un medio de comunicación, en general, o revista cinematográfica, en particular.

Ahora bien, lo verdaderamente destacable de este filme, a mi modo de ver, es que reinterpreta a su manera el viejo eslogan literario de que toda la vida es sueño y los sueños son, de Calderón de la Barca, como todos sabemos, o el shakespeariano aforismo de que estamos hechos de la misma materia que los sueños. Adolfo Bioy Casares en el relato “Otro punto de vista” fantasea con la posibilidad de unos dioses que están sentados en la sala de un cine viendo en la pantalla el desenvolvimiento de la vida humana y, sin querer extenderme demasiado a este respecto, Giovanni Papini recrea en “La última visita del Caballero Enfermo”, dentro de libro El trágico cotidiano (1906) la idea central de la existencia como sueño como eje central de su argumentación.
La principal aportación de la película de Weerasethakul es que la realidad de la grabación de un largometraje se traslada a la invención de una ficción hablada, que luego se rueda y forma parte del filme, que de esta manera constituye un falso documental, una falsa ficción, valga la paradoja, una realidad que influye en la ficción o una ficción que influye en la realidad: todas esas interpretaciones permite Dokfah Nai Meu Maan, que se inicia con una realidad brutal: una niña que es vendida por sus padres a unos tíos para comprar los billetes de vuelta en autobús; y que en ocasiones tiene de delicadeza, como el pasaje en que la historia de la maestra y el inválido es inventada por dos niñas que utilizan el lenguaje de los sordomudos, mientras en la pantalla se superponen sus palabras en los bellos caracteres de la lengua siamesa.

Desde el punto de vista técnico, señalar que se ha buscado una fotografía físicamente degradada, como si estuviéramos asistiendo al nacimiento del cine. Como si estuviéramos asistiendo al nacimiento de un nuevo género fílmico, o como mínimo a la expansión del cine hacia regiones ignotas.
Fco Javier Rodríguez Barranco
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