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Jesús de Montreal

Drama En Montreal, un joven artista acepta la propuesta de un sacerdote para representar la Pasión de Cristo en los jardines de la parroquia, interpretando él mismo el papel de Jesús. No tardan en darse lugar las desavenencias entre el equipo artístico y la comunidad parroquial. (FILMAFFINITY)
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Críticas 8
Críticas ordenadas por utilidad
10 de abril de 2009
9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
"¡La vida no puede consistir en esperar la muerte lo más confortablemente posible! ¡Puede que yo sea naíf, pero tiene que haber más!."

De "Jesús de Montreal", de Denys Arcand

La película que se estructura sobre diversos niveles argumentales, es decir, permite varias lecturas. La primera, claro está, es la anecdótica, lo que sucede alrededor de un actor que interpreta a Jesús en una obra teatral llegando con la palabra del profeta a los corazones y conciencia del público. Otra lectura permite establecer una simetría entre lo que sucede en el presente y lo que cuenta la Biblia sobre la vida de Jesús. Los símbolos y metáforas son muy sugerentes.

Una obra brillantemente guionada, dirigida e interpretada, con un manejo de las segundas lecturas verdaderamente original, sutil, respetuoso y delicado.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Fernando Sassone
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29 de noviembre de 2009
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Jesús de Montreal” es mucho más que una de por si ya muy comprometida representación de la bíblica Pasión de Cristo en los tiempos contemporáneos, es nada mas ni nada menos que la mera demostración de un Denys Arcand que se muestra ambivalente, confuso (como casi todos) con respecto a una religión que nos da una bajada de línea que con el paso de los años ha perdido credibilidad a pasos agigantados.
A Arcand le pasa lo mismo que a nosotros y nos lo demuestra sin tabúes, sin disimularlo siquiera, pues intenta creer en el Cristo divino, en su muerte y resurrección, en sus celestiales milagros, pero sin embargo, los datos cada vez mas fehacientes, el desarrollo caótico del mundo actual y la desazón por los constantes errores de una iglesia católica corrupta lo han llevado a creer cada día mas en un Jesús humano, terrenal, carnal, con los mismos deseos e inquietudes, con los mismo anhelos y equivocaciones que cualquiera de nosotros. Y así, finalmente le rinde homenaje, no sin mostrar cierta vergüenza al respecto, es verdad (la venda en los ojos de la estatua de Jesús así lo demuestra). Con un escepticismo que remarca su humanidad y el poder de su mito, de su espíritu antes que una pureza extrema cada vez mas expuesta como absurda e insensata, a cada momento va convenciéndonos que los fenómenos sobrenaturales que envolvieron la vida del Mesías estaban mas emparentados con una sociedad, la de aquellos años, ignorante, inocente, que consideraba a la tierra como plana, y estaba convencida de la existencia de monstruos marinos, en la diversidad de Dioses que vivían en un plano superior a la tierra, en fin, una sociedad que consideraba al rumor y al relato como la fuente de información mas veraz que podía tener y por ende, la verdad absoluta sobre diferentes circunstancias de la vida. Y no lo hace para desprestigiar la obra de Cristo, sino por el contrario, lo hace para enaltecerlo, para llevar su vida a un nuevo plano, a un punto de observación distinto que lo configuren como un hombre ciertamente noble y hecho “de buena madera” que inspire a los hombres a su emulación, que rote su adoración no a su divinidad sino a la calidez que solo la humanidad de sus actos puede reflejar. Pues así es Coloumbe. Un hombre cotidiano, no el dueño de la verdad absoluta, sino un hombre, que se enamora, que se enoja cuando se encuentra frente a la injusticia, que busca inspirar a sus compañeros a sentir pasión por aquello que han elegido como medio de vida hasta caer victima de un sistema frio y cruel, por el cual va perdiendo poco a poco la luz de su interior, sus ideales de cambiar a la sociedad y su forma de ver las cosas de la mano de la injusticia y el abominable respeto por el status quo.
Coloumbe no es Cristo, Jesús de Montreal no es un relato bíblico…pero durante sus dos horas de calidez y espiritualidad fílmica uno se siente tan cerca de Dios, que olvidarse estar frente a una pantalla de un aparato de rayos catódicos es algo fácil de lograr.
darth_matu
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27 de julio de 2008
6 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
A pesar de sus muchas limitaciones, se trata de un experimento curioso de adaptación del relato evangélico a la sociedad canadiense actual. El protagonista, Daniel, asume el encargo de interpretar a Jesús en una representación de la Pasión; pero, a la vez, va reproduciendo en su propia vida muchos aspectos de la de Cristo.
La película gana cuando profundiza en las motivaciones de los personajes y en el significado de la fe cristiana, analizando sus posibilidades de aplicación a la vida moderna; y pierde cuando se limita a la crítica explícita, lo que de todas formas no ocurre en muchas ocasiones. Si se ve con seriedad, no se trata realmente de un filme blasfemo ni fácilmente provocador, aunque sí posee una firme intención de cuestionamiento de la jerarquía.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
SoniaTurbo
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6 de mayo de 2007
5 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Film irregular con momentos brillantes" (Nuria Vidal: Fotogramas). Estoy totalmente de acuerdo con Nuria Vidal, es un filme con una dinámica inconstante, por momentos sumamente pesada y en otros que reactivan el ánimo y espíritu reflexivo del espectador.

Al parecer a Dennys Arcand le gusta escribir guiones en los que sus protagonistas se encuentren inmersos en grupos extraordinarios, que buscan respuestas de las reglas establecidas en la sociedad; y proponer ideas propias que escandalizan y por tanto son vetadas. Las ataduras son constantes y más tratándose de aspectos religiosos, en donde sin certeza se nos dice que ha ocurrido con el hijo de Dios hace 2000 años; una historia cuestionada por Arcand y en la cual él propone una opción que no a todos gusta.

Su grupo se ve expuesto a tentaciones e humillaciones, el cual arremete con la indiferencia buscando su ideal, que va más allá de la fama, el éxito y el dinero. Supongo que Jesús de Montreal viene como sustento a la cinta de Martin Scorsese “La última Tentación de Cristo”, donde el hijo de Dios al cual estamos acostumbrados es adaptado a vivencias más humanas, con errores y virtudes.

Jesús de Montreal es apto para personas capaces de poder asimilar otras hipótesis en cuanto a la historia más contada durante siglos.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Coleccionista Visual
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4 de mayo de 2018
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
93/15(24/04/18) Sugestiva revisión de la vida de Jesús, una actualización que el cineasta canadiense Denys Arcand (dirige y guioniza) mimetiza con nuestra hedonista sociedad moderna. Intenta el director hacer una ácida reflexión sobre nuestro materialista tiempo frente a la fe corrompida por lo comercial, para ello habla de parte de nuestros males con fluidez, de una era del consumismo feroz, empujados por una publicidad salvaje, apoyada en un sexismo machista virulento, donde se dan cita el despotismo más despótico, como si lo más importante en la vida fuera ser famoso, aunque con ello debas traicionar tu dignidad. Es un enfoque atractivo en el que se pone en el objetivo varios de nuestros pilares como la Iglesia, el arte, la publicidad, el cine, las leyes, la sanidad, ello lo hace el director creando una cautivadora simetría entre el protagonista y Jesucristo, edificando un reguero de referencias alegórico-paralelas que estimulan y remueven conciencias, de cómo los milenios pasan pero las retrógradas mentes evolucionan poco. El film ganó el Premio del Jurado en Cannes y fue nominado al Oscar al mejor título extranjero. Los críticos en el Festival Internacional de Cine de Toronto han considerado la película como una de las 10 mejores películas canadienses de todos los tiempos.

El director Denys Arcand concibió la historia de Jesús de Montreal después de conocer a un actor que interpreta a Jesús, y escribió el guión. La idea de la película le llegó al director Denys Arcand después de que un actor se disculpara por aparecer con barba en una audición en un conservatorio de Montreal, diciendo "Lo siento, soy Jesús". El actor explicó que tenía el papel de Jesús en una obra de pasión en el Oratorio de San José. Arcand fue a ver la obra y recuerda: "Vi actores en una producción mediocre que recibió gritos de aplausos de los turistas. Decidí que tenía que hacer una película". El actor también habló con Arcand sobre las dificultades que él y sus amigos tenían en la profesión de actor, tomando papeles indeseables en anuncios de televisión y películas pornográficas.

En una parroquia de Montreal se representa cada año la Pasión de Cristo. El padre Léclerc detecta agotamiento entre los fieles, tiene idea de contratar a un grupo de actores profesionales que ofrezcan una visión moderna, el joven y desconocido actor, Daniel Coulombe (Lothaire Bluteau), es el elegido por el clérigo para organizar la revisión, formando para ello una compañía de actores que, así como Jesús a sus apóstoles, va buscando en diversos ámbitos. Uno hace doblajes de películas porno, otro hace locución de documentales (pone como condición para participar en la obra, incluir el monólogo de Hamlet), una hace publicidad y otra hace ayuda social. Se conforma así la compañía teatral y desarrollan el guión para la obra, presentando un Cristo revisitado, condimentado con comentarios de descubrimientos arqueológicos, históricos y científicos.

La cinta deriva en una meditación sobre la fe moderna, de cómo esta con el paso de los siglos se ha pervertido y amansado en lo acomodaticio de nuestro mercantilismo mundo, donde lo Dogmático prima, donde discutir axiomas es contestatario y peligroso, es ir contra el régimen establecido, cual Jesús en su tiempo. Arcand muestra en este ejercicio de meta-bíblico a un Jesús más humano, más terrenal, más falible, incluso se menciona la hipótesis de que el Mesías fuera hijo ilegítimo de un centurión romano, y esto es ir contra el sistema. Se hace un análisis punzante de como la espiritualidad ha sido reconvertida en mansedumbre frente al poder, incluso con tramos de sátira se lanzan pellizcos a una sociedad que adora de modo virulento al Becerro de Oro. Arcand indaga en la vida de los protagonistas, para a partir de sus vivencias emparentarlas de modo sutil con la fe que impartió Cristo, son su dignidad, con su ética moral, y como las barreras siguen ahí, han cambiado los que las ponen, pero las tentaciones y la hipocresía siguen reinando.

Daniel es un actor cualquiera que cuando se le es encomendada la misión de refrescar “La Pasión” empieza a reclutar a “sus discípulos” y mientras lo hace comienza a sentirse identificado con el mensaje de pureza y dignidad de Jesús, y a la vez la nueva compañía se transmuta en una familia que entiende el mundo desprovisto de su superficialidad y hedonismo materialista.

Los paralelismos son notorios (quizá demasiado): Los componente de la compañía devienen en apóstoles y discípulos del gurú Daniel, hay un Pedro, María Magdalena, Judas, Pilatos, Caifás, un Satanás lleva a nuestro "Cristo-Actor" al "pináculo del templo" (moderno rascacielos) para mostrarle lo que podría darle si siguiera sus consejos; Pascal Berger (Cédric Noël) se erige en especie de Juan Bautista, primero es el que ensalza a Daniel, y luego se pone iracundo (alegoría de perder la cabeza como Bautista) cuando su imagen es “prostituida” para publicidad (para vender perfumes); El tramo en del casting de publicidad en el teatro, donde este legar se transfigura para Daniel en un lugar “sagrado” él es un actor que ve que el teatro se ha pervertido por la superficial y mercantilista publicidad, como Jesús hace dos milenios vio que el Templo de Jerusalén era mancillado con un mercado puesto en su interior, y entonces Daniel actúa como Jesús, y destroza el lugar, vuelca mesas, rompe monitores, le falta fustigar con un látigo, provocando el caos en el lugar; Hay un juicio en el que Daniel cual Jesús es juzgado, donde el actor no reniega de lo que ha hecho, al contrario se declara culpable, y en este papel de sentenciar está el juez, que se erige en Poncio Pilatos (Denys Arcand);… (sigue en spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
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