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National Gallery

7.2
668
Documental La National Gallery de Londres, uno de los mayores museos del mundo, alberga 2.400 pinturas que abarcan desde el siglo XIII hasta fines del XIX. Casi todas las experiencias humanas se encuentran representadas en esas pinturas. En distintas galerías, se muestran al público los programas educativos y a los estudiantes, científicos y restauradores estudiando, restaurando y organizando las exposiciones de la pinacoteca londinense. También ... [+]
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Críticas 7
Críticas ordenadas por utilidad
29 de marzo de 2015
16 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tras interesarse por el psiquiátrico Bridgewater de Massachussetts, el Hospital Metropolitano de Nueva York, el famoso parque de Central Park, el Ballet de la Ópera de París, el parisino cabaret "Crazy Horse" o la prestigiosa Universidad de Berkley, entre otros lugares, el documentalista Frederick Wiseman, a sus 85 años, nos traslada en esta ocasión a la National Gallery de Londres, proyectando ante nuestros ojos un recorrido que nos convierte en espectadores privilegiados. El director nos transmite en este documental su visión sobre la prestigiosa fundación londinense y todo lo que ella alberga, desmenuzándola en un compuesto de historias que, intercaladas entre sí, forman un conjunto que permite al espectador sentirse por unas horas parte del museo. De esta forma, Wiseman nos hace partícipes de la actividad interna de la institución, desde la preparación de una nueva exposición hasta la toma de decisiones por parte de sus dirigentes, centrándose, sobre todo, en las explicaciones de los expertos del museo, que nos muestran el sentido de las obras interpretándonos tanto las historias representadas en los lienzos como las que han envuelto a algunos de estos valiosos cuadros a lo largo de los siglos, transformándose el metraje a su vez en una apasionante lección de historia del arte. Todo ello para centrarse en cómo estas antiguas pinturas se comunican con la sociedad contemporánea, un público muy distinto al que originalmente estuvieron dirigidas. De esta forma, el cineasta nos narra mediante imágenes la reacción del público actual ante la obra de arte, un producto cultural de civilizaciones anteriores con el que interactúa la sociedad moderna, mostrándonos como prueba de ello la influencia que estas pinturas ejercen sobre otras formas artísticas. Wiseman parece reivindicar en este filme la importancia expresiva de la pintura, cada vez más olvidada en una sociedad en la que predomina la imagen en movimiento. Consigue con todo ello que, lo que a priori puede parecer un tedioso documental sobre el museo londinense, resulte ser una obra maestra, indispensable para todo amante del arte en general y de la pintura en particular, que será seducido durante tres horas por el encanto del museo, la hermosura de sus obras y las historias que sus paredes albergan.
Pablo Redondo
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14 de marzo de 2015
9 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Uno de los obligados destinos turísticos a nivel europeo es la Trafalgar Square de Londres, una archiconocida plaza donde se juntan varios de los reclamos históricos y arquitectónicos más importantes de la capital británica, pero por encima de todos ellos destaca un centro artístico; hablamos de la National Gallery, museo que pertenece al Estado británico y en el que se exhiben más de dos mil pinturas europeas, entre las que se encuentran varios trabajos de los más reputados hombres de esta disciplina, como Velázquez, Rembrandt, Van Gogh o Da Vinci. Esta apuesta por la calidad es la principal seña de distinción de este centro de arte frente a otras alternativas, más aún cuando su futuro a largo plazo se presume al menos tan enriquecedor como su presente.

La razón de comentar todo esto en una página de cine es que el aclamado cineasta Frederick Wiseman ha realizado un documental sobre el mencionado museo con título idéntico al del centro: National Gallery. Y desde luego no es una obra de poco calado, ya que Wiseman dedica 180 minutos destinados a enseñar todo lo que da de sí la National Gallery; de puertas para fuera, tenemos las visitas guiadas para gente de todas las edades, talleres de pintura con modelos reales, danza improvisada; y de puertas para adentro, vemos como los mandamases del museo planifican la estrategia para captar visitantes, recabar fondos, estructurar la plantilla y, sobre todo, tenemos la oportunidad de conocer cómo los trabajadores llevan a cabo los procesos de restauración de aquellas obras que lo necesitan.

El estilo de Wiseman para narrar todo ello es tan básico como efectivo: colocar la cámara en el lugar de los hechos y dejar que fluya la acción. No se llega a escuchar la voz del entrevistador y tampoco se abusa de otros recursos como la superposición de imágenes con una melodía alegre. No, el director tiene claro que su obra debe de tener un ritmo tan pausado como natural, pretende que el espectador se sienta como si estuviera visitando el museo en persona. Y la misma actitud mantiene con la gente que desfila por delante de la pantalla, ya que apenas muestran atención a que alrededor de ellos hay alguien con una cámara grabando todo lo que sucede. Este estilo encaja totalmente con la filosofía del realizador, que ya en su primer documental, el polémico Titicut Follies, sorprendía por la capacidad que tenía para aparentar ser invisible y de ese modo recopilar la acción como si transcurriese cualquier otro día sin cámaras delante.

A bote pronto, tres horas parece un metraje demasiado extenso para un tema que en principio tampoco merecería tal extensión, dejando de lado la evidente importancia de la National Gallery en el contexto artístico internacional. Y en verdad, al final del documental uno tiene la sensación de que el montaje final se podría haber condensado en poco más de dos horas. Pero didácticamente es un film muy enriquecedor, especialmente para aquellos enamorados de la historia del arte y la restauración de obras pictóricas que tendrán aquí una ocasión inmejorable para deleitarse explorando las entrañas de uno de los museos más importantes del mundo occidental.

Evidentemente, no es un documental que pueda gustar todo el mundo. Aquellos que sólo tengan interés en conocer el museo como lo haría cualquier visitante, emplearán mejor su tiempo si esperan a acudir algún día a la capital londinense, ya que National Gallery tampoco permite excesivos deleites respecto a la contemplación de cuadros. Lo verdaderamente interesante de este documental es explorar lo que está al otro lado de lo visible, descubrir que cuando entramos en un museo y contemplamos las obras que allí se exhiben no somos conscientes de todo el trabajo que se ha tenido que emplear para que pudiéramos efectuar esa visita. Y si, además, Wiseman nos permite hacerlo de una manera directa y sin las típicas intromisiones que suelen conllevar este tipo de obras de no ficción (fundamentalmente por la acción del entrevistador), no se puede sino concluir que National Gallery es una obra destinada al regocijo de los apasionados por el tercer arte, a quienes pretendan dedicarse a la tarea de restauración y, por qué no, a cualquiera que tenga un mínimo de curiosidad por empaparse sobre todo lo que un centro de arte puede ofrecer.


Álvaro Casanova - @Alvcasanova
Crítica para www.cinemaldito.com (@CineMaldito)
Kasanovic
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8 de abril de 2018
6 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un acercamiento apasionante al mundo de la pintura y el mecanismo de funcionamiento interno de los museos (en esta caso la pinacoteca londinense) en su labor de protección, de administración, la restauración y difusión por sus historiadores de la cultura y el arte. Una reflexión profunda sobre la forma de mirar un cuadro mediante el análisis de sus detalles para entenderlo. El interés de este extenso documental se fragua en el equilibrio que propone entre el lenguaje y las imágenes de los pintores más geniales de la Historia. Caravaggio, Rembrant, Velázquez, Vermeer, Turner nos proponen una mirada que cuestiona nuestro ritmo de vida actual, la velocidad con que pasan las imágenes de una sociedad hiperinformada, aunque no siempre correctamente, en detrimento de la mirada pausada y minuciosa para interpretar un instante de la imagen de un cuadro que suele tener mucha información pero que acostumbra a pasarnos desapercibida.

¿Cómo mirar? ¿Qué mirar? Son las preguntas esenciales que plantea el documental a través del retrato caleidoscópico de los avatares diarios de un museo de prestigio mundial. El film escruta con precisión más allá de la mirada subyugante ante tanta obra maestra, los detalles técnicos e históricos de algunas pinturas de referencia explicado a los visitantes y los espectadores. Un lugar que no es solo espacio de exposición, es también de encuentro de charla, de investigación, de pedagogía y de placer. Este documental es como un curso de pedagogía admirable para entender el arte en toda su dimensión, que puede parecer anacrónico en tiempos del 3-D, de la realidad virtual, los nuevos smartphones y las tablets, pero que, en mi opinión, pueden convivir desde ámbitos diferentes para que se puedan entender aprovechando la tecnología en proyectar la difusión del arte.

Concretamente desde las webs de los museos, podemos por ejemplo, darnos un paseo virtual digitalizado con gran precisión de calidad, para admirar y asesorarnos de cada obra, desde cualquier ordenador o plasma. El documental intenta transmitirnos, por encima de todo, la reacción del público ante los lienzos e indaga en la relación de la pintura con otras formas narrativas. Con tanta tecnología actual, hemos perdido la sensibilidad para apreciar los cuentos, las historias, los detalles, la poesía y los secretos que encierra un cuadro. Que viene a ser lo mismo, si lo extrapolamos a un plano de John Ford, de Tarkovski, de Bergman o de Hitchcock. Sí, es cierto que en este documental, no hay drama, ni villanos, ni explosiones, ni heroínas, pero todo ello está encerrado en los lienzos que cuelgan de las paredes del museo, el cine no se había inventado, pero los pintores reflejaron sus historias en una sola imagen, y eso es muy dificil de plasmar. Resulta inapelable que todo lo que interesa al hombre se encuentra en el arte.
EL ALBATROS
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15 de mayo de 2015
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
En los tiempos en los que el vértigo contemporáneo somete la observación alejándola del goce y el detenimiento, este cautivador documental vuelve a poner sobre la mesa aquel debate abierto por Walter Benjamin en "La obra de Arte en la época de su reproductibilidad técnica", que giraba alrededor del aura de las obras de arte. Creo que hasta el momento pocos documentales como éste permiten que lo retratado respire, que el espectador aliente, que la mirada se recree... y algo más: que el discurso verbal penetre como un mantra hipnótico en la mente del que observa y escucha. Tan importante es la imagen, como la palabra; esa oratoria apasionada y dirigida de los guías que a modo de salmodia penetra en los pliegues de cada obra de arte y de cada espectador; esa pedagogía del restaurador que muestra los detalles de cada una de las telas restauradas vertebrando un rítmico y cadencioso discurso gracias al cual entendemos algo más de esta disciplina...
Hay algo de litúrgico en este documental difícilmente descriptible; hay un respeto por lo registrado y filmado inusual en el documental contemporáneo...
Frederick Wiseman escondiendo la técnica manteniene la distancia necesaria con la que poder acariar el aura de las obras filmadas, pero se acerca con sigilo cuando de lo que se trata es de asitir a esa cautivadora letanía de los que hablan...
Tres horas de maravillosa hipnosis.
Doménec
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28 de abril de 2015
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Uno de los documentales más puramente didácticos que he visto últimamente. Con un lenguaje neutro y un montaje aparentemente desordenado, “National Gallery” es un estudio-reportaje sobre toda la actividad que se genera con motivo de un gran museo, en todas sus dimensiones: la institución, la estrategia de empresa, la puesta en marcha de una exposición temporal, el estudio detallado de las obras de arte, la enseñanza, la restauración de cuadros, la interacción con otras formas de expresión artística y cultural, el turismo… Quizá algunos critiquen su tono desapasionado y frío, pero quien se sumerja en el juego que este film propone acabará precisamente con la sensación contraria. “National Gallery”, con sus tres horas de duración, da idea de grandeza, de megalomanía, de visión poliédrica de una única realidad... Wiseman salta en cada escena de una dimensión a otra, y pasa de la generalidad al detalle, con una manera de rodar elegante, delicada y minuciosa. Personalmente, me quedo con los episodios dedicados a la restauración, y con las explicaciones de obras concretas, incidiendo siempre en la necesidad de contextualizar cada una. Todo ello no sólo provocará que tengamos ganas de visitar este museo de Londres, sino que el mensaje trascenderá hasta influir en la percepción del arte que cada uno tenga. “National Gallery” habla de la pintura como negocio, pero también como fuente de conocimiento y de emociones. En suma, Wiseman despliega toda su habilidad cinematográfica para rendir un personal homenaje a otra forma de expresión artística por la que siente una indudable veneración.
rober
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