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Mi familia italiana

Comedia En un pueblo de la región de Puglia se celebra el 10º aniversario de la muerte de Saverio Crispo (Francesco Scianna), actor símbolo del "grande cinema italiano" y eterno "latin lover". A la ceremonia llegan 4 de sus 5 hijas, desperdigadas por el mundo, y dos ex-mujeres, una italiana (Virna Lisi) y la otra española (Marisa Paredes). Secretos, rivalidades y nuevas pasiones llevarán a las mujeres a descubrir un pasado inesperado y a ver la ... [+]
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Críticas 15
Críticas ordenadas por utilidad
31 de agosto de 2015
7 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ha sido una grata sorpresa descubrir esta comedia a la que, en principio, le perdonaba la vida… Nada más lejos de ello: el cónclave familiar, que da origen al título, se nutre en primer lugar de una dama espléndida -y lamentablemente fallecida hace apenas medio año- como era Virna Lisi y a quien va dedicada la película: ella es la abuela Rita, embrionaria del clan y primera esposa del icono que encarna el desaparecido patriarca y latin lover (con los rasgos de Francesco Scianna) tan presente, a pesar de su ausencia, en todos y cada uno de los planos del film. Sin embargo, a fin de cuentas, y como bien dice Lluis Homar en un rol espectacular, que no conviene desvelar, lo que se perdió el finado con esa corte-harén de mujeres en derredor (una, dos, tres concubinas…) fue disfrutarlas a fondo por lo atractivas que fueron y extraordinarias que aún son: Marisa Paredes con su peluca de rata, Candela Peña con un marido florero -Jordi Mollà-, Valeria Bruni con sus nervios habituales, Angela Finocchiario con más nervios aún, y todas en su conjunto formando un mosaico espléndido que rinde tributo además a un tipo de cine en desuso, como el italiano de antaño, pero que conserva aún toda su frescura y esplendor. Y por si ello fuera poco, el clima de la película, entre libertario y comprensivo, nos deja, sin pretenderlo, materia de reflexión.
Rebeca
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1 de enero de 2016
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Noveno film de la realizadora, escritora y guionista italiana Comencini. Reconozco que no he visto ninguno de los otros ocho. El titulo español aparentemente alejado del original a priori más apropiado: "Latin Lover", pudiera cobrar todo el sentido si lo aplicamos a la propia directora, hija de uno de los cineastas padres de la "commedia all´italiana": Luigi Comencini. Constituyéndose la propuesta entonces como un homenaje al cine que le tocó vivir y crear a su padre, plagado de tipos y personajes como el finado Severio Crispo sobre el que rota toda la trama de esta comedia preñada de nostalgia.
El plantel internacional con actores de nombres relevantes en el que destaca el personaje de Marisa Paredes y la ocasión de ver por última vez a la bella y reconocida actriz Virna Lisi, fallecida poco después a la edad de 78 años.
En general el homenaje resulta más voluntarioso que efectivo y y Comencini no acierta a trasladarnos toda la magia de una época pasada del celuloide europeo y mundial. Lo que empieza de forma prometedora se va diluyendo en un guión bastante descafeinado donde el humor tampoco brilla por su agudeza.
La cinta se va dejando ver entre alguna que otra cabezada.
ELZIETE
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21 de febrero de 2016
6 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cristina Comencini es hija de Luigi Comencini, uno de esos directores que contribuyó a forjar la gran época del cine italiano, de aquella comedia tragicómica que tanto echamos de menos. Suyas son joyas como el dúo Pan, amor y..., Todos a casa, A caballo della tigre, El camarada Don Camino... Mi familia italiana es un homenaje al género y, al mismo tiempo, una sátira del latin lover al que alude el título original. Para celebrar los diez años del mítico actor y semental de pro Saverio Crispo, se le va a rendir un homenaje público en su ciudad natal. A él acuden sus cinco hijas (oficiales) y dos ex esposas (última aparición en pantalla de la llorada Virna Lisi ). A lo largo de la trama, con sus momentos de comedia y sus momentos de drama, se desvelarán otros secretos del susodicho ídolo de masas. Con ritmo pausado y leves puyas a diestro y siniestro, buenas interpretaciones del conjunto actoral (salvo el nefasto Jordi Mollà), una bella fotografía servida por una cámara que deambula entre las paredes del enorme caserón familiar y los jardines de la propiedad, y una bonita banda sonora, Mi familia italiana rinde homenaje a un modo de hacer cine finiquitado y a una tradición actoral espléndidamente viva. Tal vez no sea mucho, pero suficiente para invertir hora y media de tu vida en un espectáculo de lo más agradable.
Eduardo
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13 de junio de 2019
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Como base del argumento, un evento conmemorativo familiar, que reúne a tres generaciones de actores, da pie a una serie de situaciones y diálogos con refinada ironía a lo Woody Allen. De pasada, se hace una sarcástica revisión de todos los géneros por los que ha pasado el cine italiano, desde la clásica comedia de De Sica, al Spaghetti Western, pasando por el vodevil, el melodrama romántico, la producción "comprometida" de denuncia, la "nouvelle vague" o el "peplum". Están geniales las dos veteranas actrices Virna Lisi y Marisa Paredes. Todos los actores dan la talla, con un elenco español, en su mayor parte, en el que figuran Jordi Mollà, Candela Peña y el rompedor Lluis Homar. Cristina Comencini ha heredado a todos los niveles, con personalidad propia, las grandes dotes para la comedia de su progenitor (Luigi Comencini). La desmitificación del mundo de los famosos actores-galanes, no esconde en el fondo, un gran homenaje al séptimo arte, al modo de la celebrada película "Cinema Paradiso". El título español "Mi familia italiana" no encaja demasiado bien. El original es más adecuado ("Latin Lover"). Como dice uno de sus personajes "El cine de antes era grande pero más fácil de contar". Hasta el narrador parodia al mismo De Sica, "obsoleto y trasnochado" según se afirma después. El transcurso de la acción es tan nutrido y lleno de paráfrasis que no se puede perder un sólo plano. Aunque esto no sea perceptible para quien no tenga una amplia visión de la historia cinematográfica. En esta producción todo funciona, incluyendo una apropiada banda sonora.
JOSEMIDIAM
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11 de febrero de 2019
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Asumo una percepción decididamente subjetiva de esta película. Para mí, su principal interés, la virtud que la distingue, es de índole idiomática, ya que para apreciarla plenamente se requiere, si no dominar, por lo menos tener asaz buenos conocimientos de italiano, francés y español, lo cual conlleva, claro está, visionarla en su versión original con el eventual respaldo de subtítulos.
Como consecuencia, es posible que los que no posean tal preadquirida base la tachen de baladí, de mera variación en torno al consabido esquema de la reunión familiar en el curso de la cual se acaban por sacar a relucir trapos mugrientos y malolientes y se destapan descarríos, podredumbre acumulada debajo de la alfombra de las apariencias.

Confieso pues haber estado a veces más atento a percibir la sutil riqueza de matices que se percibe en los acentos de los diversos personajes, que en la sustancia misma de los diálogos.
Tenemos al sabroso entrecruce entre español e italiano que salpica el decir de Segunda, alias la desbordante Candela Peña, que se dirige alternativamente a un mismo interlocutor en las dos lenguas, entreverando a veces en una misma frase los dos idiomas.
Está Stéphanie, rebelándose de continuo contra el Stefania con el que se empeñan en rebautizarla, con su tremendo y genuino acento francés, lengua con la que parece reoxigenarse cuando telefonea a su psicanalista.
En labios del políglota Jordi Mollà, el italiano se desdibuja en una indistinguible internacionalidad, y la gran Marisa Paredes nos deleita con una auténtica gollería: es un regalo para los oidos su maridaje del bronco y contundente español con la leggerézza cantarina del italiano.

Sería sin embargo injusto restarle méritos a un guión que sabe sacar el mejor provecho de recursos manidos.
La idea de centrar la trama en torno a la trayectoria vital y profesional de un galán italiano, el Latin lover del título original, permite un divertido repaso por algunos de los diversos movimientos y tendencias que se han desarrollado en el seno de la industria cinematográfica. Se devanan referencias explícitas al neorealismo italiano, a The bad and the beautiful de Minnelli, a las inquietudes existencialistas de Bergman, a Un homme et une femme de Lelouch, al western spaghetti, etc.
El trazado de la personalidad del héroe en hueco alrededor de quien giran las vivencias de los demás personajes tiene indiscutibles visos de verosimilitud, de fino aprovechamiento de circunstancias reales. Los seres que descollan, en cualquier campo que sea, suelen ser de una pasta vital arrolladora, fuente de asombro y envidia para el común de los mortales. Ateniéndonos al mundillo del espectáculo, basta con repasar la biografía de los famosos para comprobar que la mayoría ha navegado por la impetuosidad de los torrentes, y no por la apacibilidad de los mansos ríos, y que por ejemplo no sean raros los casos de actores aficionados tanto a la caña como al corcho.

En resumidas cuentas, con este trabajo nuestra Cristina no ha desmerecido de su ilustre papá.
Larrory
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