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España España · Vitoria
Críticas de PABLRAS
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Críticas 9
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
9
24 de mayo de 2015
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Parece que todo está ya inventado en el cine, pero no es así. En los últimos años, películas como “La Vida de Pi”, “El Atlas de las Nubes” o “Her” nos han demostrado que todavía existen cineastas que están dispuestos a arriesgarse y salirse de las historias y los planteamientos comunes para ofrecer al espectador películas distintas. Estas obras van más allá del simple visionado; crean sensaciones nuevas y hacen que el espectador siga pensando en ellas tiempo después de haberlas visto. Son películas que se convierten en experiencias.

Experiencia es la palabra que mejor define a “Boyhood”, lo nuevo de Richard Linklater, una peli distinta a todas las que se han hecho, algo muy especial. Linklater es un director fuera de lo común, siempre experimentando y siempre interesante. De su filmografía, destaca la trilogía (trilogía de momento) de “Antes de…” (“Antes de Amanecer”, “Antes del Atardecer” y “Antes del Anochecer”). La primera se rodó en 1995 y cuenta cómo dos jóvenes, él americano y ella francesa, se conocen en un tren mientras viajan por Europa y pasan juntos una romántica noche en Viena que les cambiará para siempre. La segunda y la tercera parte se rodaron en 2004 y en 2013 y en ellas volvemos a pasar un día con estos dos personajes y vemos los efectos que ha tenido el inevitable paso del tiempo en sus vidas y en su relación.

El paso del tiempo vuelve a ser el protagonista de “Boyhood”. Linklater nos cuenta esta vez el crecimiento de Mason, un niño normal y corriente, desde los 6 hasta los 18 años, y lo hace como ningún otro director de cine lo había hecho antes; la película se rodó de forma intermitente durante 12 años con los mismos actores y con el mismo equipo técnico. Ver crecer a nuestro protagonista y a su familia de forma real, sin maquillaje o sin cambiar actores, hace que se conecte con estos personajes y con sus vidas de una manera muy especial. Acompañamos a Mason durante sus primeros años de vida y vemos sus buenos y sus malos momentos; le vemos se mudarse a otra ciudad, hacer amigos, lidiar con el divorcio de sus padres y con sus nuevas parejas, ir al colegio, a la universidad, sus primeras fiestas, su primer amor, su primer desengaño… todas esas cosas, grandes y pequeñas que pasan en la vida y que nos hacen ser quienes somos.

Se podría decir que a la película, a veces, le falta algo de emotividad, pero esto ocurre porque la cámara de Linklater es un mero testigo de la vida de Mason, que como la de todos, está llena de experiencias buenas, malas, y también de momentos intrascendentes. Esta intermitente falta de emotividad desaparece por completo durante la última media hora; atención a la última conversación que Mason tiene con su padre, la mejor escena de la peli.

“Boyhood” dura casi tres horas, pero no se hace nada larga, al contrario. La película acaba cuando Mason va a la Universidad, pero me habría gustado pasar más años con él; quizá hasta que se graduase, hasta que se casase, hasta que tuviera un hijo… Esta película es todo un viaje y Richard Linklater se merece desde ya el Óscar al mejor director por esta gran película que va creciendo en ti después de haberla visto.

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PABLRAS
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8
24 de mayo de 2015
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pocos directores de cine tienen la suerte de poder hacer lo que les venga en gana con todos los medios y los recursos que necesiten a su entera disposición. Son los niños mimados de los estudios, que se han ganado a pulso ese privilegio éxito tras éxito. Son gente como Spielberg, Scorsese, Tarantino y pocos más.

A este grupo de élite también pertenece el británico Christopher Nolan que ha tenido una carrera tan exitosa como meteórica: en el año 2000 estrenó “Memento” y en sólo 14 años ha estrenado otras 7 películas y todas ellas, en mayor o menor medida, han sido éxitos de crítica y público, algo muy poco común en el cine comercial actual. Nolan se ganó las llaves al olimpo del cine americano con la última, de momento, trilogía de Batman que en mi opinión está algo sobrevalorada: “El Caballero Oscuro” es un peliculón y junto con el primer “Batman” de Tim Burton, “V de Vendetta” y “Watchmen” es la mejor película basada en cómics, y hasta puede que esté un poco por encima del resto, pero “Batman Begins”, la primera, empezaba muy bien y diferente para acabar siendo lo de siempre y la tercera parte, “El Caballero Oscuro: La Leyenda Renace” fue un tostón con un guión muy pobre.

Algo que habla muy bien de Nolan es que no se acomodó con las películas del hombre murciélago y mientras las iba haciendo cambió de tercio y estrenó “The Prestige” y “Origen”, buenas películas, complejas e interesantes. Una vez acabada su afamada trilogía, el británico se ha atrevido con su película más ambiciosa y arriesgada: “Interstellar”, que no está dejando indiferente a nadie; es una peli que te encanta o que aborreces… yo pertenezco al primer grupo, ¡sin duda!

Fui al cine sabiendo muy poco de la historia, y creo que esta es la mejor forma de ver la peli, así que no voy a desarrollar mucho la trama salvo lo que ya se sabe; la vida en la Tierra se está acabando y Matthew McConaughey es el encargado de salvarnos. Lo primero que hay que elogiar a la cinta es que visualmente es una auténtica gozada; su visión en una buena sala de cine o en una súper tele cuando salga el BluRay es obligatoria para poder disfrutarla como es debido. Las escenas en el espacio y en el planeta de las olas son impresionantes.

La historia es algo complicada; constantemente hablan de otras dimensiones, física cuántica y de relatividad, así que lo mejor es no intentar entender cada detalle y dejarse llevar. Además Nolan es un tipo listo, por lo que estoy seguro de que si bien ha amoldado estas teorías a su conveniencia, todo tiene bastante sentido. Sin embargo, esta complicada historia son meros detalles para contar una historia de amor, y es que el principal tema de “Interstellar” es el amor, algo que no ha gustado a sus detractores.

La película tiene algún que otro altibajo a lo largo de sus tres horas de metraje; los personajes de Matt Damon y Casey Affleck resultan innecesarios y poco desarrollados, pero nuca se hace pesada y el gran protagonista es McConaughey, que brinda una buena interpretación y consigue involucrarnos en la historia.

Se está comparando mucho a esta película, de forma desfavorable, con “2001: Una Odisea del Espacio”. Para mí, la mítica película de Kubrick es aburridísima y nunca he conseguido entender qué era el monolito, por lo que me quedo con “Interstellar”, que no es perfecta pero resulta espectacular y cuenta una historia interesante con un buen protagonista.

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PABLRAS
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9
24 de mayo de 2015
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
El género de espías ha cambiado mucho en los últimos años. Podría decirse que este tipo de cine nació en 1962, cuando el gran Sean Connery encarnó por primera a James Bond en “Agente 007 Contra el Dr. No”. Desde entonces ha llovido mucho: “Spy Kids”, “Mentiras Arriesgadas”, las películas de Jack Ryan, “Misión Imposible”…

La saga de espías más influyente de los últimos años ha sido la de Jason Bourne, con Matt Damon, que adoptaba un estilo más o menos realista y un carácter muy serio; Bourne era un personaje complejo y atormentado.

El propio James Bond, actualmente Daniel Craig, ha adoptado en sus últimas películas este tono casi trágico dejando muy atrás el estilo del 007 de Sean Connery y Roger Moore; pelis de entretenimiento que no se tomaban demasiado enserio a sí mismas. Sin ninguna duda, éstas son las que más le gustaron al genial director Matthew Vaughn, que con “Kingsman” les rinde un sentido homenaje y, de paso, moderniza el género actual, más interesado en hacer dramas con acción que cintas de evasión.

Vaughn es un director excepcional que ha hecho casi de todo: cine negro en “Layer Cake”, fantasía en “Stardust”, súper héroes en “Kick Ass” y “X-Men: Primera Generación” y siempre ha salido victorioso. Su secreto es que sabe lo que hace especial a cada género y lo explota hasta el delirio, y esto es justo lo que hace con el cine de espías en “Kingsman”.

La historia es simple, como marca la tradición del género: hay un súper villano megalómano que quiere dominar el mundo y unos espías de élite, los Kingsman, con aprendiz incluido, que intentarán detenerle. El mejor logro del guión es el perfecto balance entre comedia y seriedad. La peli es casi una parodia, pero en ella ocurren cosas terribles, y cuando ésto pasa, el espectador se involucra con los personajes. Este equilibrio no es nada fácil de conseguir.

El reparto es un auténtico lujo: Colin Firth, Mark Strong y Michael Caine son los Kingsman. Los tres están geniales, como era de esperar, destacando Colin Firth, que se sale como espía “gentleman” y está espectacular en las escenas de acción. El villano es Samuel L. Jackson, bastante divertido y el aprendiz de espía, al que creí que odiaría cuando vi el tráiler, cumple con creces y tiene mucho carisma

La acción es genial. Lo mejor de la película son los últimos 40 minutos, una montaña rusa de acción y violencia emocionantes, divertidos y espectaculares. Mención especial merece la secuencia de la iglesia, una salvajada maestra que dejará a todo el mundo con la boca abierta. Cuando “Kingsman” acaba, estás agotado y sonriendo… ¿qué más se le podría pedir?

Matthew Vaughn es un auténtico enamorado del cine y disfruta haciendo referencias a otras pelis. De un modo u otro, “La Guerra de las Galaxias”, “El Resplandor”, “Pulp Fiction”, las clásicas de James Bond y muchas otras están presentes en “Kingsman” e ir dándose cuenta de estos detalles es casi tan divertido como la propia peli. No os perdáis “Kingsman”, ni el resto de las películas de este director.

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PABLRAS
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8
24 de mayo de 2015
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Aceptémoslo: el cine de acción ya no es lo que era. En los 80 y los 90, cintas como “Jungla de Cristal”, “Arma Letal”, “Depredador” y “Desafío Total” arrasaban en taquilla y entusiasmaban a un público principalmente adulto. Con el desarrollo de los efectos especiales por ordenador y el auge de las películas de súper héroes, la cosa ha cambiado mucho. Ahora las pelis de acción están hechas para adolescentes, lo que conlleva que:
Casi no tienen violencia, y una de acción sin violencia es como una de amor sin romance. ¿Sería “Robocop” mejor si no fuera tan violenta? Desde luego que no y ahí está el flojísimo remake del año pasado para demostrarlo.
Por otro lado, el héroe de acción actual es casi un súper héroe que siempre lleva las de ganar y acaba con los malos sin despeinarse; gran error. Lo mejor de “Jungla de Cristal” era ver a Bruce Willis descalzo, sufriendo y dejándose la piel en cada enfrentamiento con los terroristas.
Pero lo peor de todo es que, ahora, la estrella de la función son los efectos especiales por ordenador. Cuando Vin Diesel vuela en “Rápidos y Furiosos 6”, no tiene la más mínima credibilidad y se nota mucho que está hecho por ordenador, por lo que no nos lo creemos y si no lo creemos, no nos involucramos.
El director australiano George Miller, de 70 años, ha decidido romper estas nuevas tendencias con “Mad Max: Furia en la Carretera” y enseñarnos cómo hacer una buena peli de acción de la vieja escuela con la tecnología actual. Es la cuarta parte de la popular trilogía que él mismo rodó en los 70 y 80 con Mel Gibson, indiscutible viejo rockero del género. 30 años ha tardado esta continuación en llegar a los cines, y la verdad es que la espera ha merecido la pena.
El universo de “Mad Max” es un mundo post apocalíptico, desértico y salvaje habitado por bizarras tribus con un único objetivo: conseguir gasolina donde sea y como sea, y si por el camino pueden matar o esclavizar a aquél que se encuentren, aún mejor. A estos salvajes de la autopista sólo se les planta cara Max, un antiguo policía con sed de venganza por el asesinato de su familia.
La peli no desarrolla mucho más esta trama, ya que este cuarto capítulo es prácticamente una gran persecución… ¡¡pero qué persecución!! Es una auténtica pasada y se nota que se ha rodado de verdad, con coches reales volcando y explotando de verdad, no con un ordenador y una pantalla verde.
Mel Gibson es Mad Max; estas pelis le convirtieron en estrella, pero como ya está bastante viejuno (y totalmente desquiciado), decidieron sustituirle. Pocos actores se atreverían a reemplazarlo, pero, por suerte, ahí está el gran Tom Hardy (ved “Warrior” y “Locke” y sabréis que este tío es muy grande), que hace suyo el personaje. Le acompaña Charlize Theron en un papelón de mujer guerrera que no desentonaría al lado de Sarah Connor o Ellen Ripley.
Uno de los aspectos más característicos de la saga es una estética sucia, punk y rara, que a veces raya en lo desagradable. Para los que se pregunten si esta atmósfera sigue ahí, solo decir que en el camión de los malos hay un tipo sin ojos tocando una guitarra eléctrica que escupe fuego.
“Mad Max: Furia en la Carretera” dura dos horas y puede que haya 10 minutos, o como mucho 15, de calma en toda la película. El resto es acción y adrenalina sin parar. Es sin duda la película de acción más visceral de los últimos años y está funcionando increíblemente bien en taquilla y con los críticos… a lo mejor Hollywood toma nota y se vuelven a poner de moda este tipo de películas.
Gracias George Miller. ¡Espero con muchas ganas la siguiente!

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PABLRAS
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7
20 de agosto de 2014
15 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Qué tienen en común series como “Roma”, “Los Soprano”, “Deadwood”, “Juego de Tronos”, “Carnivale”, “The Wire”, “A Dos Metros Bajo Tierra”, “Boardwalk Empire”, “Curb Your Enthusiasm” y “True Detective”? Que, además de ser lo mejor que se ha podido ver en televisión en los últimos 15 años, todas ellas son series de HBO. Este canal de pago, que no conoce censura de ningún tipo, es una de las mayores garantías de calidad; es televisión que muchas veces supera al cine.

No estoy diciendo que el canal sea perfecto y que nunca ha cometido errores; “True Blood” se ha convertido en una aburrida versión de “Crepúsculo” con bastante violencia y mucho sexo, y rechazaron grandes series como “Mad Men” o “Breaking Bad”, pero cuando HBO lanza una serie nueva y el tema interesa, hay que, como mínimo, darle una oportunidad, cosa que estoy muy contento de haber hecho con “Silicon Valley”, su nueva comedia.

La serie cuenta la historia de 5 informáticos que intentan buscarse un hueco en el loco mundo empresarial de Silicon Valley, la zona de California donde operan las principales empresas informáticas del mundo: Facebook, Google, Yahoo y un larguísimo etcétera. El protagonista es Richard, el típico nerd informático que maltrabaja en una de estas compañías hasta que, casi por error, desarrolla una aplicación revolucionaria. Ante el potencial de esta nueva invención, Richard decide formar su propia empresa con sus compañeros de piso para convertirse en la nueva compañía multimillonaria del mundillo.

Se podría decir que “Silicon Valley” es un cruce entre “Entourage”, serie también de HBO en la que el protagonista era un actor que, con el apoyo de sus amigos, intentaba abrirse camino en Hollywood, y “Big Bang Theory”, protagonizada por los genios más frikis y conocidos de la televisión, por el momento…

En cualquier comedia que se precie, los secundarios son tan importantes, o incluso más, que el propio protagonista y “Silicon Valley” no es una excepción. A Richard le acompañan Erlich, una vieja gloria del negocio venida a menos con una autoestima y un ego tan grandes como injustificados (viene a ser el equivalente al gran Johnny Drama en “Entourage”), Gilfolyle y Dinesh, un canadiense satánico y un pakistaní que siempre están haciéndose la vida imposible en escenas realmente divertidas y Jared, el más currante y pringadillo de todos, que no es poco.

Estos cinco personajes funcionan muy bien juntos y tienen mucho potencial. Las comedias, o por lo menos las buenas, son las series que más evolucionan en sus primeras temporadas, ya que necesitan un poco de tiempo para ver qué tipo de humor funciona mejor con cada personaje y cuáles son las interacciones más divertidas. La primera temporada de “Silicon Valley” sólo ha tenido ocho episodios y, como primera prueba, han sido todo un éxito y la serie ya cuenta con muchas historias y personajes con los que hacernos reír.

El gran acierto de “Silicon Valley” es llevarnos a esa burbuja de la élite informática, donde todo resulta bastante absurdo, desde la gente que trabaja allí, a cada cual más excéntrico, hasta las fluctuaciones del mercado, donde una empresa puede surgir de la nada, valer 20 millones de dólares en dos semanas y quebrar al mes siguiente. Por si no fuera poco, resulta que la serie es además bastante realista; ya se han escrito muchos artículos alabando lo bien que ha plasmado el espíritu y el estilo de vida que se viven en el verdadero Silicon Valley, donde parece que “la realidad supera a la ficción”.

Que llegue ya la segunda temporada… aunque no lo hará hasta marzo-abril del año que viene.

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